Sin escalas (Non Stop) (**)
Un veterano agente del servicio aéreo, que considera su trabajo como una rutina, se encuentra con un grave problema durante un vuelo entre Nueva York y Londres. Alguien le hace llegar mensajes de texto para que su Gobierno le ingrese en una cuenta secreta 150 millones de dólares. De otra forma, asesinará a un pasajero cada veinte minutos.
El binomio formado por el director español Jaume Collet-Serra –afincado en Los Ángeles desde 1992- y el actor norirlandés Liam Neeson suele dar buenos rendimientos. Con Sin identidad lideraron la lista de recaudación en Estados Unidos con 21 millones de dólares en su primer fin de semana. Con Sin escalas batieron su propia marca y pusieron el listón en 28 millones en el mismo período. ¿El secreto? Una acción trepidante filmada con buen ritmo y una notable interpretación, más por parte del propio Neeson que de Julianne Moore, quien le da réplica en la pantalla junto a la recientemente oscarizada Lupita Nyong’o.
El mayor mérito de la historia lo encontramos en el propio escenario de la acción, una aeronave. El resto es una acumulación de tópicos. En primer lugar, su propio protagonista, Bill Marks. Se trata de un veterano agente federal que desempeña su trabajo en el servicio aéreo. Esto es, vuela en primera clase y su cometido es viajar de incógnito por si se produce algún problema durante el trayecto. Como suele ser habitual es estos casos, el personaje tiene diversos problemas personales, incluida una relación poco recomendable con el alcohol.
En un viaje rutinario entre Nueva York y Londres se produce lo inesperado. Comienza a recibir mensajes de texto en los que un desconocido le anuncia que matará a un pasajero cada veinte minutos en caso de que el Gobierno de los Estados Unidos no le ingrese 150 millones de dólares en una cuenta secreta. Para Bill Marks, que ha escudriñado a todos y cada uno de los pasajeros ante de subir al avión y durante el vuelo, representa un revés importante, ya que ha de resolver el problema únicamente con su pistola y sus puños para, de paso, rehabilitar su dañada imagen.
Evidentemente, este argumento no ofrece nada nuevo. Además, presenta unos personajes bastante planos y el guion ni siquiera presume de momentos para recordar, o especialmente significativos. Es el buen trabajo de Collet-Serra y la interpretación de Liam Neeson –que rechazó convertirse en el nuevo James Bond durante este rodaje- los que tapan las muchas vías de agua que se incrementan a medida que avanza el metraje.
El clásico juego del gato y el ratón funciona porque el espectador tiene verdadero interés en conocer quién es el autor de los mensajes de texto. Luego, superado el ecuador, desciende el entusiasmo, que se apaga prácticamente conforme llegamos al final debido a los tópicos y a que es imposible no permitirse alguna licencia en un espacio tan reducido como es el fuselaje de un avión. Ciertamente, esas chapuzas chirrían demasiado, y se produce cierto desplome cuando conocemos las argucias de los guionistas para desenmarañar el intrincado nudo marinero que habían confeccionado al inicio.
Sin escalas es el clásico film que gusta –incluso puede llegar a entusiasmarle- a cualquier aficionado del cine de acción. Fiel a su título en inglés, la cinta no tiene parones. Discurre a toda velocidad y hasta tiene un par de enfrentamientos dignos de consideración.
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