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Jimmy P. (Psychotherapy of a Plains Indian) (**)

21 marzo 2014

Jimmy Picard, un indio que combatió en la II Guerra Mundial, ingresa en un hospital psiquiátrico de Kansas. Ante la falta de evidencias fisiológicas le diagnostican esquizofrenia. De todas formas, la dirección del hospital decide solicitar la opinión de un psicoanalista galo especializado en culturas amerindias.

El realizaor de La centinela y Esther Kahn es uno de los cineastas franceses más notorios de las dos últimas décadas, y nos ha legado filmes que destacan por su cromatismo y un constante humor negro. Para adaptar esta novela de George Devereux, el cineasta de Roubaix ha cambiado radicalmente de estilo hasta olvidar las claves de su filmografía y ofrecernos un relato mucho más plano cuyo mayor aliciente consiste en las propuestas de discriminación étnica que plantea su argumento. Arnaud Desplechin se apoya en una buena interpretación, en una fotografía muy ortodoxa de Stéphane Fontaine y en una partitura bastante irregular de Howard Shore, que sublima algunas secuencias y se pierde definitivamente en otras.

La historia nos presenta a Jimmy Piccard, un indio perteneciente a la tribu de los Pies Negros que combatió en Francia durante la Segunda Guerra Mundial. Al regreso de la contienda comienza a sufrir fuertes dolores de cabeza, vértigo, trastornos de audición y ceguera temporal. Ingresado en un hospital para enfermos mentales de Kansas, no aciertan a descubrir daños fisiológicos por lo que el diagnóstico se remite a una esquizofrenia. Jimmy se plantea cuanto tiempo va a estar recluido en la institución. Es la misma pregunta que se formulan sus cuidadores, quienes terminan por recurrir a un psicoanalista y etnólogo francés especializado en culturas amerindias.

George Devereux, el galeno en cuestión, mantendrá una serie de largas conversaciones con Jimmy, fruto de las cuales escribió un libro en el que narraba la historia real de ambos. Finalmente, se ha convertido en una película que obtuvo tres candidaturas a los premios César y pasó por los festivales de Cannes y Sevilla sin recompensa en el palmarés. Probablemente, hubieran merecido más tanto el normalmente afectado Benicio del Toro, en su papel de nativo norteamericano y Mathieu Amalric, protagonista de La venus de las pieles, última película de Roman Polanski.

El planteamiento de esta historia de entrevistas remite a propuestas como Un método peligroso (David Cronenberg) o la sobrevalorada Gente corriente (Robert Redford). Lo malo es que Jimmy P. da vueltas sobre sí misma mucho más de lo necesario. Podemos ir al servicio, o dar una cabezadita sin que nos perdamos algo sustancial, a no ser que nuestra ausencia se produzca en la parte última, cuando tiene lugar el desenlace y se descubren las verdaderas causas de la enfermedad del protagonista, un tipo que padece fuertes neuralgias y se siente demasiado atraído por el alcohol.

El resto de personajes no importan, o asemejan meras comparsas. El peso y el duelo interpretativo se centra en Del Toro y Amalric. El primero, que interpreta el rol de un hombre abstraído, casi huraño y encerrado en sí mismo. Le da réplica el eficiente actor francés por medio de un Deveraux extrovertido, ingenioso y parlanchín. Ambos llegan a entenderse y profesarse una entrañable amistad. Mientras uno aprende a volcarse hacia el exterior, el otro sigue aprendiendo fragmentos de una cultura por la que se siente atraído desde siempre. Una simbiosis bien llevada pero absurdamente monótona.

From → Cine

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