Noé (Noah) (***)
Los hombres se han vuelto impíos y el Creador quiere que la humanidad comience de nuevo. Para ello elige al último descendiente de Set, el tercer hijo de Adán y Eva, para que construya un gran arca para que, en medio del diluvio universal, pueda salvarse junto a su familia y una pareja de cada especie animal viviente.
Después de El luchador y Cisne negro había un interés especial por comprobar la versión fílmica que su director, Darren Aronofsky, había efectuado del relato sobre el diluvio universal. Noé figura entre los patriarcas bíblicos, y también entre los árabes, ya que sus tres hijos, Sem, Cam y Jafet, están considerados por ambas religiones como los auténticos padres de la humanidad. La cinta, con más de dos horas de duración, se aparta en muchos pasajes de la historia literaria. Tanto, que ha sido prohibida de inicio en algunos países de Oriente Medio, lo que podría extender el mapa donde este film protagonizado por Russell Crowe quedase excluido definitivamente de sus pantallas.
Entiendo que Noé pueda ser rechazada por mucha gente, pero también supongo que la película tiene que ser juzgada como algo independiente de la historia o la tradición. Entonces, aun siendo una obra fallida, posee una serie de ingredientes satisfactorios para considerarla, al menos, como interesante. Si aceptamos la versión que Disney hizo de Hércules, con su sarta sinfín de anacronismos, también deberíamos hacerlo en otros casos, como el que nos ocupa. Esta vez, tampoco se queda corto su responsable, como las mujeres que visten pantalones en aquella época pretérita, ángeles caídos que en la Tierra se convierten en gigantes de piedra, o incluso que Noé subiese al arca con sus tres hijos y la novia del mayor, cuando los textos sagrados hablan de que lo hizo con las esposas de sus descendientes. También se permite un polizón en la persona de Tubal Caín, el último descendiente directo del segundo hijo de Adán y Eva.
La línea argumental ya está descrita. Añadir que los descendientes de Caín fueron los responsables de todos los males de la Tierra, Incluso, asesinaron a Lamec cuando Noé era todavía un niño. Creyeron que de esta forma quedaba eliminada la estirpe de Set, aunque encontramos al patriarca años después casado con Naameh una mujer temerosa de Dios, y luego sabemos que su abuelo Matusalén, el hombre más longevo de la historia, vivía en una cueva sita en la falda de una imponente montaña.
La película, como tal, se divide en varias partes, casi como géneros toca Aronofsky. Va de la ciencia ficción al drama épico y al familiar, pasando incluso por el cine bélico, el romántico y el de catástrofes. En cada uno de estos apartados muestra pasajes interesantes, en los que parece disfrutar. Las imágenes del diluvio, incluso con el hombre en la cima de una montaña, tal y como se muestran en algunas pinturas renacentistas poseen calidad. Lástima, que ni el guion ni la puesta en escena hayan logrado hilvanar las partes para conseguir un todo homogéneo en el que los componentes de su reparto –a excepción de Emma Watson– tienen poco margen para el lucimiento. Russell Crowe desperdicia un buen personaje, Jennifer Connelly –que se llevó el Oscar por su trabajo en Una mente maravillosa con el mismo actor- es poco menos que una mujer florero, mientras que Anthony Hopkins y Ray Winstone parecen más despistados que sus propios personajes.
En medio de una banda sonora discreta de Clint Mansell, que no acentúa el sentido épico del film, Aronofsky hace otro envite entre el paisaje crepuscular de su apuesta: la naturaleza del hombre y cómo repercute en su esencia el Ser Supremo que dicta sus normas, a veces no bien entendidas.
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