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Matar al mensajero (Kill the Messenger) (***)

11 noviembre 2014

En los años 90, el periodista Gary Webb puso en evidencia las relaciones de la CIA con el mundo de la droga. Publicó que el Gobierno de su país inundó de crack los barrios afroamericanos con el objeto de recaudar una importante cantidad de dinero con la que sufragar los gastos para abortar la escalada comunista en Centroamérica.

La primera película de Jeremy Renner como productor le ha llevado a protagonizar un biopic sobre Gary Webb, periodista estadounidense cuyo descubrimiento principal podría haber sido tan importante como el Watergate. Sin embargo, el responsable de la noticia fue objeto de una clara persecución institucional que únicamente buscaba su descrédito. Para la adaptación a la pantalla de este guion basado en el relato del propio Webb y del libro homónimo de Nick Schou, se eligió a Michael Cuesta, cineasta procedente de la pequeña pantalla que sorprendió con El fin de la inocencia, su ópera prima.

Después de abandonar su trabajo en un periódico más importante, Gay Webb se trasladó con su familia a California, donde se convirtió en el columnista más acreditado del Mercury de San José, un diario local. En vísperas del juicio de un mafioso, la compañera de éste, Coral Baca, interpretada por la española Paz Vega y sus profundos escotes y sus faldas cortas, le entrega unos informes confidenciales y le habla de un testigo que juega a dos barajas.

El resultado es la absolución del imputado tras iniciativa del fiscal. Webb sabe que ha sido manipulado pero también que tiene una buena historia si consigue escarbar en ella. No tarda en tirar del hilo y llegar a la conclusión de que el Gobierno de los Estados Unidos, por medio de la CIA, ha inundado de crack las comunidades afroamericanas más importantes. Gracias a ello, conseguiría el dinero suficiente como para combatir el auge del comunismo en Centroamérica. Especialmente, en Nicaragua, donde Washington sufraga a la Contra.

Inicialmente, sus editores son reacios a publicar la noticia sin una fuente de la CIA que lo avale, pero las pruebas son tan contundentes que Webb firma una serie de artículos bajo el epígrafe La oscura alianza. De inmediato, comienza una campaña de desprestigio hacia el autor que, a pesar de ganar el Pulitzer y de ofrecer varios conferencias, sufre una auténtica persecución. Primero, orquestada por Los Angeles Times, que veía como un rotativo menor se le adelantaba con una gran exclusiva. Después, el Chicago Tribune y The Washington Post, que recibían directrices gubernamentales.

El protagonista de la historia tenía razón, y así lo reconocería más tarde el Gobierno norteamericano. Sin embargo, tal declaración coincidió con el escándalo protagonizado por Mónica Lewinsky y Binn Clinton, con lo que su fuerza quedó disminuida. Ese motivo fue suficiente como para que Gary Webb nunca fuese reconocido, a pesar de dejar su empelo sin que a la vista tuviera una empresa periodística más fuerte para ejercer su profesión.

Una buena historia, rodada con ritmo trepidante y un buen elenco en el que se dan cita Ray Liotta, Michael Sheen y Andy García, entre otros. Sin embargo, la parte del león se la lleva Jeremy Renner, que cumple un gran trabajo, a la altura de sus mejores actuaciones en la pantalla grande, incluida En tierra hostil. Un film en el que se pone de manifiesto la inmensa fuerza del poder, y cuyo contenido queda emparentado con el JFK de Oliver Stone, o Todos los hombres del presidente, de Alan J. Pakula. No es tan brillante como estas, pero cumple perfectamente con sus intenciones.

From → Cine

One Comment
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