Kingsman: Servicio secreto (Kingsman: The Secret Service) (****)

Un veterano agente secreto se encarga de la tutela de un joven por el que apuesta para seguir sus pasos. En esta adaptación de un cómic de Mark Millar y Dave Gibbons, el antagonista es un multimillonario tecnológico que quiere destruir a la mayor parte de los seres humanos para detener el calentamiento global.
Kingsman nació en Inglaterra y su sede se encuentra en un paraje solitario a cierta distancia de Londres. Mark Millar y Dave Gibbons crearon en su día una sociedad secreta de espías absolutamente independiente de la que forman parte auténticos caballeros. No se reúnen en torno a una mesa redonda, pero están dirigidos por Arthur –Michael Caine- y bajo sus órdenes encontramos a Lancelot –Jack Davenport- y Merlín –Mark Strong-, aunque la parte del león se la lleve Colin Firth, en su primer personaje inmerso en el mundo de la acción, que encarna a Harry Hart, el mejor de los agentes de Kingsman. Todos ellos tienen en común el refinamiento de sus modales, sus perfectos trajes clásicos a medida y un absoluto conocimiento de las bebidas espirituosas.
De nuevo se juntaron tres interesantes personalidades cinematográficas, tal y como lo habían hecho en Kick-Ass: el autor Mark Millar, la guionista Jane Goldman y el cineasta Matthew Vaughn, que cada vez es menos famoso por haberse casado con Claudia Schiffer que por sus películas. Sus trabajos resultan s cusl más interesante, como lo fue X-Men: Primera Generación. Su propuesta se basa en una sabia combinación del humor y la acción que, en este caso, mezclan como el buen Martini, nunca con vodka, que debe ser agitado durante diez segundos exactos.
Ha pasado más de una década y Harry Hart sigue en deuda con un antiguo compañero cuya muerte en acción le salvó la vida. Por eso, cuando su hijo Eggsy -Taron Egerton- tiene problemas con unos indeseables que se aprovechan y golpean a su madre, acude en su ayuda. Tras ver en él muchas posibilidades, lo presenta como candidato al puesto dejado vacante por Lancelot, otra baja en combate, donde destaca junto a Roxy –Sophie Cookson-, la muchacha que acumula méritos para convertirse en espía.
En su primera parte, la más convencional, aunque salpicada de momentos espléndidos, como la pelea de Hart en un pub o el lanzamiento en paracaídas de los candidatos, se alterna el período de selección con la irrupción del villano de turno. Mr. Valentin –Samul L- Jackson-, escoltado por su fiel Gazelle –Sofía Boutella-, una peligrosa mujer con afiladas piernas biónicas, posee una idea macabra para terminar con el calentamiento global: eliminar a la mayoría de habitantes del planeta y dejar solamente a los ricos. O están con él, o contra él. Los demás por medio de una tarjeta SIM gratuita, están condenados a eliminarse mutuamente.
En la segunda parte, que arranca con un admirable plano secuencia en una iglesia donde tiene lugar una matanza, la película se eleva donde la mayoría de producciones suelen languidecer o volverse reiterativas. Aquí sucede todo lo contrario. Hasta el final no hay descanso, incluida una eliminación masiva a ritmo de Strauss. Hay muchos otros aspectos favorables en este film, incluida la música de Henry Jackman y Matthew Margeson, con la aportación de Take That. Es un producto de blockbuster, pero muy por encima de la media, que nos presenta a espías como los de antes, que no se despeinaban durante una pelea y con una considerable dosis de humor no exenta de homenajes, como al propio James Bond, a La Guerra de las Galaxias –aparte de la presencia de Mark Hamill– y, en general, a los buenos trabajos de agentes secretos. No es vano, el perro de Eggsy se llama JB, como Jason Bourne.
El grupo de actores sale airoso. Colin Firth se muestra natural y elegante, con trajes a medida confeccionados por marcas clásicas cuyos modelos fueron puestos a la venta en Inglaterra tras el estreno. Samuel L. Jackson está más contenido que de costumbre, con su aspecto de rapero, y Taron Egerton demuestra que hay un actor con mucho futuro, aunque cuando se viste de gentleman todavía parece fuera de órbita. Mejor en plan adolescente, aunque sus expectativas son máximas. En contra, hay ciertos tintes machistas, como el caso de la princesa escandinava encarnada por Bjorn Floberg, cuya parodia raya en el esperpento. Para los amantes del star system, Lady Gaga, Elton John, David Beckham y Adele son algunos de los famosos que llevan a cabo algún cameo en la película.
Reblogueó esto en Vía Láctea.
Me gustaMe gusta