Los milagros del cielo (Miracles from Heaven) (*)

Los milagros del cielo: Cuestión de fe
Una niña de doce años sufre un grave trastorno digestivo, y a pesar de la intervención del mejor especialista, el diagnóstico es pesimista. Sin embargo, cuando la pequeña se cae en el interior de un árbol de diez metros y tiene una experiencia cercana a la muerte, reaparece totalmente curada.
Lo primero que se nos advierte en este largometraje de la mexicana Patricia Riggen, de la que estamos esperando fecha de estreno para Los 33, con Antonio Banderas al frente del reparto, es que se trata de una historia real. Si la palabra milagro define algo no explicado por las leyes naturales y que se atribuye a una intervención sobrenatural, lo acontecido con Annabel Ana Beam, es lo más parecido a un hecho milagroso. Antes de que tuviera lugar esa circunstancia, vivía junto a dos hermanas y sus padres en la localidad texana de Burleston en 2011. Su historia fue recogida en un libro escrito por su madre Christy –Jennifer Garner- y ahora, finalmente, ha sido trasladada a la pantalla grande.
En los últimos años asistimos a una presencia significativa de películas con un inequívoco mensaje cristiano. Sin duda, la multinacional Sony se lleva la palma puesto que sus propuestas cuentan con actores importantes, no se escatiman medios a la hora de producirlas y su apuesta en la distribución llega donde no lo hacen las demás. Su anterior apuesta, El cielo es real ya nos presentaba otra historia basada en hechos reales en la que un padre sacaba el valor necesario para proclamar a los cuatro vientos que su hijo enfermo había estado sentado en las rodillas de Jesús.
Esta vez es una niña de doce años, Anna Beam – Kylie Rogers- que, tras presentar distintos problemas gástricos, un médico más experimentado le diagnostica una psuedoobstrucción intestinal. Toda la comida que come la expulsa de seguido ya que su aparato digestivo no es capaz de procesarla. La única esperanza de supervivencia pasa por que sea reconocida por el mejor especialista en la materia, el doctor Nurko –Eugenio Derbez-, un gastroenterólogo pediátrico oriundo de México, que desempeña su trabajo en Boston.
Aunque el tiempo de espera es de nueve meses, la persistencia de la madre consigue que Nurko vea a la niña, quien no responde al tratamiento en la medida que cabía esperar. Poco a poco, las opciones de supervivencia se desvanecen. Ni siquiera la vitalidad que le aporta una camarera que se hace amiga de las mujeres, Angela –Queen Latifah-, consigue disminuir la tensión. Para entonces, el padre de Anna –Martin Henderson-, un aplicado veterinario, ha empeñado todo su patrimonio. Todo conduce a un final trágico hasta que una de las hermanas de la enferma, Abby –Brighton Sarbino-, trepa con ella a un árbol centenario por cuyo interior cae la niña. Rescatada tras una sufrida intervención por parte de los bomberos, aparece totalmente recuperada de su mal.
En principio, la cinta parece dispuesta a oponer la razón frente a la religiosidad. En la parroquia del Pasor Scott –John Carroll Lynch- hay diversidad de opiniones. No falta el lado fariseo de la feligresa que achaca a Christy la posibilidad de algún pecado en su familia para que su hija enferme. Sin embargo, se lleva todo al lado lacrimógeno y a la fe cristiana para demérito de un film que tiende a lo melodramático, especialmente en la relación de Anna con una compañera de habitación, enferma de cáncer, hija de Ben –Wayne Pére-, un hombre de acomodada posición que proporcionará otro toque emotivo.
Hay dinero invertido en el film, que muestra en algunos pasajes concomitancias en su puesta en escena con Más allá de los sueños y con la mencionada El cielo es real. Pero, ni la formidable entrega de Jennifer Garner, o la entrañable actuación de Kylie Rogers sirven para dotar a esta producción de algún valor añadido a la manifiesta proposición de la inquebrantable fe. Por ello, no consigue convencer a los escépticos y se queda en una propuesta reservada únicamente a los creyentes más fanáticos.