Freeheld, un amor incondicional (Freeheld) (**)

A una condecorada agente de policía se le diagnostica un cáncer terminal. Desde ese momento, pelea porque su pareja, una muchacha con la que vive desde hace un año, pueda obtener las prestaciones de viudedad. En ese momento, no se consideraba en Nueva Jersey que las parejas de hecho del mismo sexo gozasen de ese privilegio.
Después de ganar el Oscar por Siempre Alice, encontramos a Julianne Moore enfundada en un personaje abocado a la tragedia y que, dada su calidad interpretativa, salva con honores. También Ellen Page, que desde Juno y con la excepción de su participación en Origen, no ha tenido papeles a su altura como intérpretes. Ellas dos representan a Laurel Hester y Stacie Andrée, dos mujeres enamoradas que se enfrentaron al sistema, especialmente en el caso de la primera, una laureada detective de Nueva Jersey que ocultó hasta el último momento su condición de homosexual para abrirse camino en su trabajo. Llegó a ser la primera mujer que alcanzó el grado de teniente en su estado.
La cinta, dirigida con bastante torpeza por Peter Sollett –Camino a casa-, se basa en un documental que narra la lucha de esta dos mujeres hace una década, en 2014, y que se alzaría con el Oscar al mejor largometraje de no ficción. Lo consiguió cuatro años después de este suceso. que enfrentó a la ciudadanía con los cinco varones que debían estudiar el caso de Laurel Hester, quien peleó porque su pareja gozase de las prestaciones de viudedad cuando ella muriese.
El guion se centra fundamentalmente en los amores de las dos protagonistas, que se conocieron durante un partido de voleibol. A partir de ese momento se inició una relación estable que se tradujo en la adquisición de una casa en un barrio tranquilo donde se instalaron hasta que Dane Wells –Michael Shannon-, compañero de Laurel, descubrió la realidad. Lejos de airear la situación, se convertiría en el principal apoyo de Laurel cuando, un año después de convivir con su pareja, le fue diagnosticado un cáncer de pulmón de fase IV. Sus posibilidades de superar la enfermedad estaban por debajo del diez por ciento.
Con una posición más acomodada que Stacey, quien trabajaba como mecánica, si bien era capaz de cambiar las ruedas de un automóvil en un tiempo inferior al de cualquier hombre, Laurel comenzó a pelear en diferentes direcciones para asegurar a su compañera sentimental la pensión correspondiente y que pudiera hacer frente a la hipoteca de su domicilio. Para entonces, las parejas de hecho homosexuales no tenían garantizada tan prestación.
Aunque la ley lo admitiese, los Freeholders, oficiales gubernamentales del estado de Nueva Jersey, tenían en su mano la última decisión. Paulatinamente, el caso se fue popularizando, por lo que Laurel recibió innumerables apoyos para su causa. El principal, el de un abogado judío homosexual llamado Steven Goldstein, incorporado por un histriónico Steve Carrell en uno de los personajes más delirantemente absurdos y fuera de sitio de toda su carrera.
Un caso importante, una historia fuerte, pero una película desarraigada. En manos de Peter Sollett se ha convertido en un melodrama rutinario, que profundiza mucho más en las relaciones lésbicas que en el trasfondo de unos personajes importantes, capaces de cambiar absurdas decisiones legislativas. La reivindicación se convierte en protesta, y ésta se lleva a cabo de una forma rutinaria, sin mayor calado ni en la puesta en escena ni en la construcción de los personajes.
El guion también deja muchas lagunas. No se entiende ni el título ni la presencia de los Freeholders, que son privativos de la zona en que se desarrolla el film. Tampoco los caracteres van mucho más allá. Aunque el trío protagonista se entrega en cuerpo y alma a su trabajo, Julianne Moore se topa con un personaje menor; Ellen Page, coproductora del film, parece una camionera de baja estatura y escaso coeficiente intelectual, muy lejos de personajes como el de Hilary Swank en Boys don’t cry, por ejemplo. Tampoco Michael Shannon puede lucirse en demasía con un poli cuya trascendencia la aporta el actor y no su personaje. Una nota agradable es el tema Hands of love, de Miley Cyrus, que se convirtió en principal atractivo de la banda sonora de este largometraje.