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El rey tuerto (**)

21 mayo 2016

Dos parejas quedan para cenar. Las dos mujeres son amigas desde pequeñas pero llevan seis años sin verse. Los anfitriones son un anti disturbios y su compañera, actualmente en paro. Los invitados, una aspirante a actriz y un antisistema que intenta abrirse camino como documentalista social.

Después del éxito obtenido con la obra teatral del mismo título, Marc Crehuet ha dirigido su primer largometraje después de un corto y un trabajo para televisión. Llevar el teatro al cine siempre tiene dificultades, pero su responsable sale bastante airoso de la prueba, abrazándose a una historia que habita en la crisis económica y surge tras ale movimiento del 15-M, lo que le otorga un valor añadido. Bajo la fórmula de comedia negra, nos muestra personajes antagónicos. Anti disturbios y antisistemas, convencidos de que tienen la razón.

En el comedor de su casa Lidia –Betsy Túrnez- y David –Alain Hernández- mantienen una conversación sin puntos en común. Él habla de la última carga de la brigada a la que pertenece; ella, se interroga acerca de si el plato principal está más o menos especiado. Mientras, en la televisión, un político –Xesc Cabot- habla y habla acerca de la crisis, de cómo ellos no han tenido la culpa y se han visto obligados a tomar las medidas necesarias. Es el mantra que se repite sin cesar y que, a fuerza de insistir, termina calando.

En un determinado momento sale la conversación de un manifestante que ha perdido un ojo a consecuencia del impacto sufrido por una bola de goma. Está claro que David ha sido el responsable. No ha cumplido el reglamento de los cincuenta metros de distancia ni la parte del cuerpo a la que apuntaba, pero él entiende que la razón está de su parte después de que quienes protestaban hubieran destrozado tres contenedores. Lidia está solamente preocupada por el menú de la cena del día siguiente, cuando les visitará su amiga Sandra –Ruth Llopis-, a la que no ve desde hace seis años, y su pareja Ignasi –Miki Esparbé-.

Se trata de dos parejas de distinto estrato social y cultural, pero está claro que cuando Ignasi llega con uno de ojos tapado lo identificamos con el manifestante. Quiere ser documentalista social, y para ello gasta el dinero de papá, mientras que su pareja, aspirante a actriz y con un solo corto conceptual a sus espaldas, también se inscribe entre los antisistema. Por el contrario, los anfitriones son más bastos y lerdos. Lidia, que está en paro, enlaza unos cursos con otros y ahora le toca el de cocina. David piensa en el reglamento y está obsesionado, sin atender a otras inquietudes, por la ley y el orden.

Son estereotipos. Ni buenos ni malos, sino todo lo contrario. Seguramente, hay muchas parejas como los dos ejemplos del film, pero no por ello debemos aceptar que todos los policías son intransigentes y brutos, y que los manifestantes que sueñan con un utópico mundo mejor responden al perfil de intelectuales preclaros y son quienes mantienen la llama sagrada de las inquietudes vitales. Al fin y al cabo, es una obra de ficción y si aceptamos estas radiografías de trazo grueso hay que aceptar también que Ignasi vuelva a casa de David, que intercambien, en lo posible, puntos de vista, y que el agente de la ley termine pareciéndose a un corderito. Incluso, pide a sus superiores que en el caso de enfrentamientos en la calle se debe dialogar por encima de todo, lo que le supone ser trasladado y dar con su cuerpo en una mesa de oficinas.

La cuerda se rompe siempre por la parte más débil, y en este caso es el antidisturbios. La fortaleza intelectual se impone por la misma razón que la pluma vence a la espada. No siempre, pero lo aceptamos. Quienes mantienen su postura son ellas. Lidia es capaz de irse de casa, pero también de aceptar cualquier imposición porque acepta su estatus y lo lleva hasta el extremo. Su amiga, dentro de la ortodoxia, es el personaje menos definido.

El ejercicio cinematográfico resulta interesante. También lo son los personajes, si aceptamos las premisas anteriormente citadas. El arranque es magnífico, y luego la cinta experimenta vaivenes hasta llegar a un final nada creíble y poco afortunado. Quizá, había muchas formas de terminar la historia, pero la elegida dista mucho de ser la mejor.

From → Cine

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