La decisión (En nombre del amor) (The Choice) (*)

Travis Parker, un veterinario apuesto y donjuán queda prendado ante su nueva vecina, Gabby Holland, una estudiante de último curso de medicina, cuyo novio es hijo del director del hospital. Tras una serie de vicisitudes, la pareja llega a casarse, pero lo que parece que es el comienzo de una vida esplendorosa se complica bruscamente.
Chico guapa y rubia agradable deambulan por atractivos escenarios. Ambos parecen lo suficientemente inteligentes y tienen la vida resuelta. El futuro les sonríe, pero siempre hay algo que puede estropear un amor que no parece de este mundo. Al final, después de humedecer el pañuelo y de que nos restrieguen suficientemente lo guapos y poco necesitados que son, triunfa la pasión y los astros se conjugan para que reine la felicidad. Parece extraído de una novela de Nicholas Sparks. Y es cierto, el guion dirigido por el antaño productor Ross Katz se ha extraído de una novela publicada en 2007 por el escritor de Nebraska.
El chico cachas es Travis Parker –Benjamin Walker-. Lo tiene casi todo. Desde un cuerpo escultural a una casa en la playa, un barco y un buen trabajo, ya que posee una clínica veterinaria junto a su padre Shep –Tom Wilkinson-. Un completo adonis al que no le vendría nada mal una enmienda a su peinado. Podría ser aceptable en Abraham Lincoln: cazador de vampiros, pero en este caso da un poco el cante, como el pobre papel con el que debe lidiar su padre en la ficción. Un actor fundamentalmente sólido que aquí sólo disfruta de un aperitivo para su profesión.
Ella es Gavvy Holland –Teresa Parker-, estudiante de medicina de último año y que trabaja como residente en el hospital dirigido por el padre de su novio, Ryan McCarthy –Tom Welling-. Ella alquila una casa junto a la de Travis y, desde el primer momento existe un interés mutuo que va en aumento. No es de extrañar, ya que él le da paseos en barco por los alrededores de Savannah junto a su hermana Monica –Alexandra Daddario- y sus mejores amigos, Ben y Liz –Brad James y Noree Victoria-. Además, le enseña su isla secreta, un espectacular paraje donde brilla la luna en cuarto creciente rodeada de estrellas. Vamos, que cualquiera se rendiría a sus brazos.
Tras la previsible ruptura con su novio, Gabby se casa con Travis y tienen dos preciosos chiquillos antes de que ella sufra un accidente de coche que la deja en estado de coma. Como es habitual en las adaptaciones de las novelas de Spark, y ya van más de diez, hay saltos hacia adelante y hacia atrás pero, sobre todo, mucha belleza, tanto física como paisajista.
Estrenada en salas comerciales en Estados Unidos, la película sale directamente al mercado videográfico en España, aunque suponemos que los fieles seguidores de Nicholas Sparks la buscarán por cielo, tierra e infierno. No en vano se trata de un melodrama en el que se ofrece más de lo mismo. Tanto, que hasta sus paisajes parecen extraídos de adaptaciones anteriores del mismo autor. Bastaría cambiar los protagonistas para pensar que estamos ante una reedición de El diario de Noah, Querido Johm, El viaje más largo, o cualquier otra. La fórmula es idéntica: chico cachas conoce a chica guapa, se enamoran, se fastidia el idilio y él tiene que demostrar lo mucho que la quiere y los sacrificios que está dispuesto a hacer para recuperarla.
No es mi tipo de cine, pero comprendo que tiene sus seguidores. Por eso la recomiendo a los fieles y a todos aquellos a los que les gusta lloriquear y tienen siempre el pañuelo dispuesto. Para disfrutarla, hay que creérsela. O entras en su juego o mejor que te decidas por otra cosa. Ni siquiera te puedes entretener con las historias colaterales, como la de Shep y la clienta por la que bebe los vientos. El personaje más creíble es el de Monica, pero el guion consigue diluirla conforme avanza el metraje hasta convertirla en poco menos que un adorno.