Un espía y medio (Central Intelligence) (*)

Un agente de la CIA, víctima de acoso escolar en su adolescencia, entra en contacto con quien fuera el número uno de su promoción para frenar el intento de un villano que desea vender al mejor postor los códigos de los satélites estadounidenses. Ambos se ven inmersos en un mundo de persecuciones y tiroteos.
Nos encontramos en 1996 durante la fiesta de fin de curso en la que se valora las cualidades de Calvin Joyner. Es el chico perfecto, tanto en aplicación escolar como en sus actividades deportivas y tiene una novia, Maggie Joyner, que es la envidia del resto de alumnos. Durante el acto, otros estudiantes irrumpen llevando en volandas el cuerpo desnudo de Robbie Weirdicht, un chico tan alto como grueso que resulta el hazmerreír de los asistentes. Solamente Calvin se apiada de él y le ofrece su chaqueta para cubrir sus vergüenzas.
Veinte años después, en la víspera de la fiesta que reúne a todos los compañeros de aquella promoción, un tal Bob Stone –Dwayne The Rock Johnson- solicita a través de Facebook la amistad de Calvin –Kevin Hart-, y éste acepta, como también una cita sin saber que se trata realmente de Weirdricht. Su ex compañero, derivado en un hombretón musculoso, es un agente de la CIA perseguido por la propia organización al ser acusado de robar secretos de estado y de la muerte de su compañero Phil –Aaron Paul-.
Bob necesita de la experiencia de su único amigo, un experto contable, para determinar cómo se está produciendo la subasta de los códigos de los satélites norteamericanos y en qué lugar se llevará a cabo la transacción. Calvin, cuyas expectativas del instituto se han quedado muy por debajo en su vida profesional, se ve inmerso en toda una serie de acontecimientos que derivan en tiroteos y persecuciones. Principalmente, a cargo de la propia Agencia Central de Inteligencia, representada por Pamela Pam Harris –Amy Ryan-, y que afectan incluso a Maggie –Danielle Nicolet-.
Pocas novedades se dan cita en esta comedia de acción, con exceso de tiros, dirigida por Rawson Marshall Thurber, cuyos títulos anteriores, siempre protagonizados por nombres importantes dentro de la comedia norteamericana, no pasarán a la historia. Tampoco éste, cuyo mayor mérito reside en la pareja que encabeza el cartel en la que significa su primera aparición juntos en la pantalla grande.
Hace ya tiempo que Dwayne Johnson ha demostrado ser mejor actor de lo que muestran los guiones de sus películas. Especialmente, tiene una vis cómica innegable, y eso ayuda en producciones de este tipo. Por su parte, Kevin Hart saca mejor partido a su pequeña estatura cuando se ríe de sí mismo y se empareja con colegas de mucha mayor estatura, como Will Ferrell, o de mayor envergadura corporal, al estilo de Ice Cube. En este caso, se compenetran como el aceite y el vinagre en una ensalada. Ambos salen potenciados, aunque la incontenida verborrea del menudo actor de Filadelfia saca de situación a todos aquellos espectadores que no formen parte de su círculo de fans.
Una de las ventajas de esta producción es que ni quiere ni aparenta ser más de lo que es. En este sentido es honesta y, aunque no posee el grado cómico que cabía esperar, mantiene el ritmo y no ofende a nadie salvo que acuda engañado creyendo que se va a enfrentar con un sesudo guion existencialista. Hay que ser muy despistado para ello. La trama no se mantendría en pie si no fuese por la pareja protagonista, y la parte final le resta méritos.
Dispuestos a rentabilizar el film, sus creadores no concibieron desplazarse a lugares exóticos ni a escenarios gravosos. Basta con que Boston tenga sus minutos de gloria para abaratar costes. De la comercialidad ya se encargan sus estrellas, un título afortunado y que se estrena en pleno verano. El calor ayuda muchas veces a que la digestión de este tipo de propuestas sea mucho más fácil. Tampoco deja de ser interesantes descubrir algunos cameos de intérpretes conocidos que no figuran en los títulos de crédito, como Jason Bateman o Ed Helms.