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Caballo ganador (Dark Horse: The Incredible True Story of Dream Alliance) (***)

25 julio 2016

Historia real centrada en el caballo Dream Alliance. Se trata del primer potro pura sangre cuya propiedad pertenecía a un grupo de personas humildes de una pequeña localidad de Gales y que regresó para ganar un trofeo importante después de una lesión que le tuvo al borde de la muerte por la que fue tratado con células madre.

Normalmente, todos los documentales intentan acercarse lo más posible a la ficción para disimular de alguna manera imágenes de archivo o disfrazar el ritmo particular que suele tener una producción de estas características. Exactamente, todo lo contrario a lo que sucede con este tercer trabajo de Louise Osmond cuyo interés y calidad va en aumento conforme presenta un nuevo título.

También suele ser habitual que las propuestas deportivas, de la que no son ajenas las centradas en caballos de carreras, presenten historias de superación, casi siempre tan volcadas hacia la vertiente dramática que terminan siendo lacrimógenas. De ello se ha aprovechado el celuloide, tanto en filmes de pura ficción –Campeón– o basados en hechos reales –Seabiscuit-. Lo más atractivo de esta historia es que comparte la ilusión con unas pinceladas de drama que desembocan en un final tan feliz como esperanzador sin que tengamos que sufrir o asistamos a las tradicionales secuencias de entrenamientos en solitario que dan paso a la ascensión definitiva del equino hasta llegar a la cima antes de que llegue el sufrimiento postrero.

Las imágenes, que alternan grabaciones históricas con alguna que otra postproducción y las lógicas entrevistas, comienzan durante la primera década de este siglo en un pequeño pueblo de Gales cuyos habitantes pasan por dificultades económicas después del cierre de las minas de carbón que empleaban a su mayor parte. El epicentro es Ene Jan Vokes, una camarera de un pub local, limpiadora en una gran superficie, a la que se le ocurrió la idea de criar un caballo de carreras. Su única experiencia pasaba por haber cruzado periquitos de competición en el seno familiar cuando era niña, lo que dio paso a palomas de carreras y a galgos. Nunca antes había tenido nada que ver con los potros.

Su marido, Brian Vokes, era un personaje singular. Desdentado, había paseado su figura con un carromato por la zona vendiendo de todo, incluido preservativos. Bien sabía que cuando a su esposa se le metía una idea en la cabeza, no cejaba hasta hacerla realidad. Íntimo amigo de Tony Kerby, un ex minero cuya situación económica no era ni mucho menos holgada. Otros tres personajes tienen mucho que ver en esta historia. Howard Davies es un asesor fiscal que se arruinó con un caballo de carreras, pago en prenda de un trabajo nunca remunerado. En su día, decidió abandonar la empresa para la que había trabajado durante muchos años y montar su propio despacho, que no funcionó como esperaba. Su mujer, Angela Davis era escéptica inicialmente tras los precedentes vividos en su hogar, mientras que Maureen Jones fue una de las primeras que creyó en el proyecto. Con poco que perder, apostó por el caballo y fue famosa su frase de que la parte que más le gustaba era su culo.

Jan se ilusionó con la idea, aunque el primer revés llegó al ver los costes que suponían una empresa de estas características. Contactó con Howard quien, escarmentado, sólo mostraba escepticismo. Finalmente, tuvieron una idea acertada: solicitar diez libras semanales a todos aquellos que confiaran en el proyecto. De esta forma, compraron una yegua cuyas patas estaban castigadas a bajo precio y acudieron a un pura sangre de Estados Unidos para preñarla. Así nació Dream Alliance, nombre surgido por votación popular y que representaba el sueño de la comunidad y la alianza de los vecinos. Se fueron a por el mejor entrenador y las primeras participaciones en derbis resultaron ilusionantes.

De poseer un caballo para participar en pruebas regionales, sus propietarios pasaron a codearse con la flor y nata del país. Usualmente, los equipos de carreras pertenecen a aristócratas o a militares de altísimo rango. Nadie confiaba en un ejemplar nacido de padres que jamás habían ganado una carrera. Sin embargo, con el Grand National por delante, se había convertido en favorito para ganarlo. Una lesión en una prueba anterior le produjo un desgarro de sus tendones que aconsejaban su sacrificio. Finalmente, tratado con células madres, consiguió recuperarse y hasta ganar uno de los derbis más importantes del calendario, el Welsh Grand National.

No se trata de una historia de superación, sino más bien de una ilusión. Ninguno de sus propietarios pensaba en hacerse millonario con Dram Alliance, aunque a la postre les supuso casi mil quinientas libras de beneficio a cada uno de ellos, apuestas aparte. Simplemente, las cosas suceden y nadie podía explicarse el milagro de un ganador criado en los campos de una pequeña localidad al sur de Gales cuyo nombre ni siquiera aparece en los mapas. Una extravagancia, probablemente menos que un hobby, pero un auténtico milagro contado con cariño, como si su autora se fuese ilusionando más y más conforme ultimaba su documental. Probablemente, influenciada por el mismo espíritu que contagió a los humildes propietarios de uno de los primeros caballos que volvió a las pistas como ganador después de ser tratado con células madre y el único hasta ahora nacido por el impulso de una comunidad que nunca pensó en un caballo como parte de ellos mismos.

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