Saltar al contenido

El verano de May (May in the Summer) (**)

1 agosto 2016

Una mujer, a punto de casarse, regresa a su Jordania natal, donde se encontrará con su familia y unos hábitos ya casi olvidados. Entre los suyos hay muchos secretos que aflorarán a la luz, desde los que guardan sus hermanas hasta lo que persiguen sus padres divorciados hace años. El mosaico de religiones imperante en la zona también será revelador.

En la secuencia final, la protagonista mira la ciudad de Amán desde la carretera que pasa frente a la casa de su madre. Cualquiera que haya victo los cien minutos anteriores de película sabe que, en ese momento, la cabeza de May –Cherien Dabis- está hecha un lío pero que esa reflexión le sirve para aclarase. Atrás quedan unas semanas de dudas, se sentimientos reencontrados y de secretos familiares que afloran sin remisión.

May regresa de Estados Unidos a Amán poas fechas antes de casarse. Ella es palestina, criada en un ambiente cristiano y su prometido, Zaid –Alexander Siddig-, profesor en la Universidad de Columbus, profesa el islam. La madre de la protagonista, Nadine –Hiam Abass- no ve con buenos ojos ese enlace, ya que, entre otras cosas y según las leyes del futuro marido, en caso de divorcio, su hija perdería la patria potestad. Nada parece que haga desistir de su idea a la protagonista, que ya tiene preparado su vestido de novia, lo que no es óbice para que alimente algunas dudas, como la mayoría de las novias poco antes del enlace matrimonial.

De nuevo, se reúne con sus hermanas, Yasmine –Nadine Maoluf-, que ha perdido su trabajo, y Dalia –Alia Shawkat-, que ha cortado sus estudios de masajista en la recta final. También recibe la llamada de su padre, Edward –Bill Pullman-, casado en segundas nupcias con una atractiva e inteligente mujer, Anu –Ritu Singh Pande-, quien tiene aproximadamente la misma edad de May. Ésta, en una noche de exceso de alcohol conoce a Karim –Elie Mitre-, propietario de un negocio especializado en viajes de aventura. Todos ellos conforman junto a Tamer –Nasri Sayegh-, el novio de Yasmine, los personajes más significativos del segundo largometraje de Cherien Dabis, quien ejerce de protagonista, guionista, directora y hasta productora del film.

No dudamos que haya una parte biográfica en este trabajo presentado en sociedad en el Festival de Sundance de 2013. En todo caso, la autora narra en clave de comedia dramática las dudas de la novia antes de su boda, las diferencias sociales y religiosas que afectan a su país de origen, y a la Palestina que evoca, aunque ella sea ciudadana norteamericana y haya nacido en Nebraska. Sin duda, lo mejor de su exposición pasa por la sensación de que cada uno tenemos una fachada tras la que se esconde una realidad que no pretendemos que sea de dominio público. Así, sabemos que su segunda hermana fue despedida por bocazas y que a la pequeña, Dalia, le gustan las mujeres.

Aunque las tres pretenden que su madre, mujer de mucha fe y comprometida con la Iglesia Evangélica, pueda encontrar un nuevo marido, la realidad es que ella se sigue viendo a escondidas con quien fuera su esposo, mientras Anu sospecha de su infidelidad. Un verano, en fin, en el que se planea una boda, pero que sirve para cohesionar mucho más a los personajes, componentes de una familia que necesitaba un catalizador para sentirse mucho más cercanos.

Indudablemente, May debiera de ser ese nexo de unión, pero Cherien Dabis se deja muchas cosas. Es loable su insistencia por mostrarnos los problemas de las mujeres palestinas que encuentran en Estados Unidos la tierra prometida, como ya hiciera en Amreeka -2009-, su ópera prima. Sin embargo se queda demasiado en la superficie y no se sumerge lo necesario para identificarnos absolutamente con su personaje. Apela a las tradiciones, e incluso May es la feliz autora de un libro en el que se analizan los proverbios árabes, pero no termina de razonarlas en todo su contexto.

Pasa de puntillas por el efecto de choque entre las diferentes costumbres, como cuando quiere colocar su vestido de novia en un armario repleto de trajes de seda. Tampoco saca suficiente partido a unos precedentes marcados por sus padres, una palestina y un estadounidense. Dabis da por hechos detalles y razones que sólo pueden ser explicados en toda su extensión por quienes, como ella, ha experimentado la inmigración o son consecuencia directa de ella.

Tampoco se arriesga a desnudar interiormente a su personaje a través de sus miradas o de sus actos. En ese aspecto, alterna secuencias como la que cierra la película con otras mucho más predecibles y nada esotéricas. Su historia la cuenta bien, pero sin alardes, como si no se atreviera a llegar lo suficientemente lejos para librar a su propuesta de una cierta comercialidad y dotarla de mayor valía.

From → Cine

Deja un comentario

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

A %d blogueros les gusta esto: