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No respires (Don’t Breathe) (***)

31 agosto 2016

Tres jóvenes planean con mimo diversos robos en la ciudad de Detroit. Su próximo objetivo es la casa de un ex marine ciego y millonario tras lo cual palean retirarse en California. El plan, aparentemente sencillo, se vuelve contra ellos cuando se encuentran a merced de un psicópata.

Después del éxito comercial de Posesión infernalEvil Dead, 2013-, el guionista Rodo Sayagues y el director uruguayo Fede Álvarez han vuelto a unir sus esfuerzos para presentar otro producto que aúna el thriller y el terror. En su ópera prima, ambos se responsabilizaron del remake del film de San RaimiPosesión infernal, 1981-, y ahora es el propio cineasta y actor quien coproduce este film cuya propuesta no resulta en absoluto manida.

Tres jóvenes, Rocky –Jane Levy-, Alex –Dylan Minnette- y Money –Daniel Zovatto-, se han especializado en robos de domicilios de alto standing, preferentemente viviendas unifamiliares, que gracias a la habilidad de Alex, hijo de un miembro policial, llevan a cabo conociendo los códigos de la alarma o desactivándola antes de entrar en funcionamiento. No roban dinero, sólo joyas y otros objetos de valor con el fin de que, si son descubiertos, no contraigan penas de cárcel. Luego pasan su botín a un intermediario, que se queda el 40 por ciento del valor obtenido y les reparte unas cantidades poco sustanciosas en relación a su coste real.

El próximo encargo es robar a un ex marine que habita en un barrio prácticamente fantasma de la ciudad. Se trata de un hombre solitario que, hace poco tiempo, recibió una importante suma de dinero, probablemente de seis cifras, para silenciar el hecho de que su hija hubiera fallecido en un accidente de tráfico a manos de la primogénita de una familia acomodada.

Alex recela inicialmente, pero su atracción por Rocky, compañera sentimental de Money, le lleva a participar en el asalto de la única casa del barrio que se encuentra habitada. Por medio de un análisis más exhaustivo no tardan en deducir que el hombre en cuestión –Stephen Lang- es ciego y tiene como principal defensa un perro de raza peligrosa. En el atraco, los jóvenes duermen al animal y se disponen a buscar el dinero.

No contaban con la capacidad de maniobra del ciego, quien a las primeras de cambio mata a Money y acorrala a sus otros dos compañeros a base de manejar con habilidad los candados que almacena en casa y que hacen prácticamente imposible la salida para los asaltantes ni siquiera cuando ya se habían hecho con el botín que buscaban. Además, esconde en el sótano otra sorpresa relacionada con el accidente que costó la vida a su hija.

Con algunos sustos gratuitos, que están más próximos al terror fácil que al thriller, esencia última del film, Fede Álvarez consigue el clímax y el ritmo apropiado. Se apoya en una efectista pero solvente partitura de Roque Baños y un reparto con cuya mayor parte ya había trabajado en su anterior propuesta. Intenta soluciones adecuadas con más o menos acierto como virar la imagen a blanco y negro cuando el propietario de la vivienda apaga las luces en el sótano. Se ofrecen, además, explicaciones de los dos personajes jóvenes más representativos.

Alex no quiere marcharse de Detroit, donde vive con su padre, mientras que Rocky no es feliz en su hogar. Cuando se marchó su padre sufrió más de la cuenta puesto que, cuando rompía a llorar, su madre la encerraba en el maletero del coche, incluso durante horas. En estos momentos, cuando el nuevo amante de su progenitora se instala en su casa sin aportar nada a cambio, es Rocky quien debe satisfacer los gastos y cuida de una pequeña, probablemente su hija, a quien promete viajar a California para practicar surf.

Casi todo encaja a pesar de que se trata de una historia con tres personajes principales y otros dos relevantes de los que uno de ellos no habla. Los demás, apenas tienen una secuencia y escaso diálogo. Funciona el hecho de que la vivienda unifamiliar en la que se comete el golpe se encuentre situada en una zona sin más vida a su alrededor. No hay explicaciones para ello, aunque sabemos que Detroit , la ciudad del automóvil en Estados Unidos, fue duramente castigada por la crisis económica vivida a comienzos de este siglo.

Sin duda, No respires, es una de las mejores propuestas del género en los últimos meses. Rodada entre la capital del estado de Michigan y Budapest, el giro final es un auténtico guiño a la historia. Una efervescencia del guion que nos recuerda que estamos ante una obra de ficción, una película que no busca trascendencia pero sí un entretenimiento que consigue gracias a su factura y a su puesta en escena.

From → Cine

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