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El extraño (Goksung – The Wailing) (***)

16 noviembre 2016

En una pequeña localidad se registran una serie de misteriosas muertes que son investigadas por un policía cuya hija está aquejada de una enfermedad de la que no se recupera. Se echa la culpa a un hombre solitario, recién llegado, que habita en el bosque. Ante la suposición de que se trate de un fantasma, deciden llamar a un chamán.

El sargento de policía Jong-Goo –Kwak Do-won-, de la localidad de Goksung,  recibe una llamada en la que se le advierte que han encontrado muerta a una persona.  Cuando llega al lugar del crimen, el cuadro es dantesco, y el hijo de la difunta presenta una imagen espantosa, con la cara bañada en sangre y unos extraños bultos. Poco después, su hija, Hyo-jin –Kim Hawan-Hee- se sume en una misteriosa enfermedad de la que no parece recuperarse, al tiempo que se producen otras muertes rodeadas de circunstancias extrañas.

En el pueblo, suponen que se debe a una ingesta de hongos alucinógenos o venenosos, pero una muchacha llamada Moo-Myeong –Chun Woo-Hee-, que significa sin nombre  en coreano, relaciona con los acontecimientos a un hombre que habla japonés y habita en el bosque viviendo como un eremita –Junio Kunimura-. Un vecino le vio desnudo comerse un animal recién muerto con los ojos de un color rojizo brillante. Sin más dilación, unos cuantos vecinos y un sacerdote que habla japonés se dirigen a la vivienda del extraño personaje que tiene fotos y detalles de los muertos o enfermos en una habitación. Finalmente, deciden contratar a un chamán, Il-Gwang –Hwang Jug-Min– para que consiga que todo vuelva a la normalidad.

El tercer largometraje de Na Hong-Jin mantiene, de alguna forma, la línea de los dos anteriores. El thriller y la angustia psicológica dominan unas historias contadas que, gracias a su talentosa puesta en escena, mantienen la atención en todo momento y no decaen a lo largo de su prolongada duración. Y es que cada uno de los largometrajes dura más que el anterior. Comenzó con algo más de dos horas, el segundo se extendió otros veinte minutos más y éste ya se va por encima de las dos horas y media. Probablemente demasiado si lo que se trata es de narrar una historia de crímenes en serie, si bien las connotaciones espirituales le llevan a na dimensión bien diferente.

Galardonada en Sitges por su espléndida fotografía, a cargo de Hong Kyung-Pyo, se quedó injustamente relegada del premio a la mejor dirección. De sus planos bajo la lluvia, con el piso embarrado, deberían aprender muchos, incluso los que se sienten consagrados. Las imágenes, y el correspondiente montaje, que obtiene cuando el chamán lleva a cabo sus rituales para exorcizar al demonio, entremezclados con una especie de otra liturgia que efectúa el japonés, así como las convulsiones de Hyo-jin y el escepticismo de sus convecinos resultan admirables. Se trata de una secuencia larguísima, que dura mucho más de lo que cabría esperar, pero que gracias a la solvencia y la aptitud de Hong-Jun, incluso se nos hace corta. Tanto los movimientos de Il-Gwang, como el relato en imágenes de sus acciones son de un inmenso valor, aunque en manos de otro director con menos luces podría resultar histriónico e indefendible.

Su propuesta tiene tanta fuerza como un relato prácticamente antagónico por su extensión, como Yo anduve con un zombie, en el que sólo en 69 minutos Jacques Torneur entremezclaba el vudú, la magia negra y los no muertos. Algo parecido se consigue en este film surcoreano en el que, a nuestro juicio, le sobra gore para llegar a un espectro más amplio de público. También se vuelve algo confuso en algunos pasajes. En ambos largometrajes, la percusión llega a embelesarnos y, en este caso, el ritual llevado a cabo por el chamán casi nos conduce al éxtasis.

Un hito más en la filmografía de Na Hong-Jin, del que debieran aprender muchos realizadores que se sumergen sin pudor dentro del thriller sobrenatural. Los personajes constituyen una rémora más en el conjunto. El protagonista, Jong-Goo es un policía temeroso y, en apariencia, de pocas luces. No se indaga en la personalidad de los principales caracteres por mucho que su comportamiento sea lógico. La superficialidad impera, lo que desemboca en un contraste con respecto a la riqueza de la exposición.

From → Cine

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