Vuelta a casa de mi madre (Retour chez ma mère) (**)

Superados los cuarenta años, Stéphanie se ve obligada a retornar al hogar materno tras perder su empleo y su matrimonio. Su madre se comporta de una forma muy especial, con extrañas idas y venidas y reproches sobre cómo llenar su vida y comportarse en la mesa. En una reunión familiar saldrán a relucir secretos de los que todos sacarán conclusiones.
En los últimos tiempos, el cine francés se ha especializado en comedias dramáticas de corte familiar en las que, a pesar de las desavenencias propias entre cónyuges, padres o hermanos, la sangre nunca llega al río. Complaciente con los espectadores, suelen contar con alguna secuencia dotada de gran comicidad y un nivel general aceptable. Así es la última propuesta firmada por Eric Lavaine, cuyas películas –Barcaboca de amigos o Bienvenido a bordo, por ejemplo- mantienen una línea permeable para todos los públicos pero con especial incidencia en la mediana edad.
Ese es el caso de Stéphanie Mazerin, interpretada por una eficiente actriz cómica como Alexandra Lamy, esposa del oscarizado Jean Dujardin. Su matrimonio con Philipe –Marc Fayet- se quebró hace tiempo, y tiene restringidos los encuentros con su hijo Leo. Ha sido una triunfadora, tanto en el plano profesional como en el económico, dado que su título de arquitecta le situó en una cómoda posición. Tras la quiebra de la empresa en la que había invertido todos sus ahorros, sólo le resta su guardarropa, dado que ha tenido que vender su flamante deportivo y subirse a un autobús para cobijarse en casa de su madre, Jacqueline, incorporada por una Josiane Balasko que parece haberse integrado perfectamente a los papel de matriarca liberada o, cuando menos, amorosamente activa.
Para una mujer como la protagonista regresar al hogar materno con una mano delante y otra detrás es muy duro. Máxime, cuando se enfrenta a una cena familiar con su hermano Nicolas –Philipe Lefebvre-, quien siempre ha vivido a su aire; su hermana Carole –Mathilde Seigner-, que siempre le ha reprochado su poco afecto y su mucho dinero; y Alain –Jérôme Commandeur-, el transigente marido de ésta última. Pero antes, tiene que convivir con su madre.
Jacqueline se comporta de un modo extraño. Parece una mujer con problemas de alzheimer y errático comportamiento. Despierta a Stéphanie a las seis de la mañana para que busque empleo, no deja de escuchar a todas horas a Frances Cabrel y jugar al Scrabble, incluso por teléfono. Sucede que tiene un amante antes del fallecimiento de su marido en la persona de Jean -Didier Flamand-, su vecino del cuarto piso. Aunque parece una mujer segura de sí misma, que reprocha a su hija que no utilice convenientemente los cubiertos cuando come, no se ha atrevido a contarle su situación a los suyos, y espera a la cena familiar para ello.
Entonces es cuando surgen los reproches acumulados con el paso del tiempo, aunque como se trata de una comedia, no se traspasan los límites de la concordia y los Mazerin volverán a quererse entre ellos. Incluso a ayudarse mutuamente. De esta forma, Carole descubre el engaño del que fue objeto su hermana mayor por parte de Charlotte -Cécile Rebboah-, a quien consideraba su mejor amiga.
El largometraje nunca llega a desfallecer, pero tampoco se eleva buscando cotas imposibles para quien únicamente desea entretener y conseguir buenos réditos en taquilla. Objetivo cumplido, puesto que se trata de un título que permaneció tres semanas consecutivas como número uno en el país vecino. Los personajes tienen lagunas, aunque sus intérpretes tapan como pueden esas deficiencias con una interpretación coral más que ajustada.
Al comienzo, una secuencia, pretende anticipar lo que veremos. Se trata de Stéphanie con un empleado de la oficina del paro –Patrick Bosso-. El diálogo fluye entre gracioso y absurdo, mostrando un nivel que no se mantiene a continuación. Incluso, encontramos referencias muy locales que se nos escapan, como un malentendido entre productos culinarios congelados y un plato tradicional. Es más eficiente la situación en la que madre e hija ven una telenovela subida de tono, que incomoda a Stéphanie pero satisface a su progenitora.