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Ballerina (***)

25 enero 2017

Felicia es una interna de un orfelinato de Normandía de donde se escapa con su compañero Víctor. Quieren llegar a París y cumplir sus sueños. Ella, como figura del Ballet Nacional y él como inventor. Una vez en la capital, no resultará fácil que sus aspiraciones se concreten.

Resulta extraño que una película de animación por ordenador, destinada a un público infantil se estrene sobrepasada la primera quincena de enero, huyendo de las fechas en que los más pequeños disponen de más horas de asueto. Y eso que la cinta, aun con sus debilidades, puede competir con lanzamientos más sonoros, respaldados por multinacionales, gracias a su buen trabajo en lo que se refiere a la técnica slow motion y a unos gráficos bastante convincentes.

Firmada por el debutante Éric Warin y por un experto en la realización televisiva como Éric Summer, la acción se desarrolla en Francia durante 1879, diez años antes de la Exposición Universal de París, que conmemoraba el primer centenario de la Toma de la Bastilla. Realmente, y a tenor de lo visto en el film, debería situarse ocho años después, pues vemos a la Torre Eiffel en fase de construcción y el monumento comenzó a levantarse dos años, dos meses y cinco días antes de su inauguración oficial con motivo de la efemérides.

Felicia Milliner es una huérfana interna en un establecimiento de Normandía, en el que también se encuentra Víctor, un muchacho inquieto y avispado que desea ser inventor. Ella sueña con recibir clases en el Ballet Nacional y llegar a ser una gran bailarina. Saben que en el orfelinato tendrán muy pocas oportunidades de satisfacer sus aspiraciones y deciden fugarse utilizando unas alas creadas por Víctor. Cuando consiguen evadirse, llegan en tren a París, donde los comienzos no serán fáciles. Tras decidir separarse, cada uno busca su destino por senderos diferentes.

Víctor logrará entrar en el taller de Alexandre Gustave Eiffel, quien está elevando la famosa Tour de 300 mètres, como fue conocida inicialmente la estructura de hierro forjado, convertido en reclamo turístico de primer orden. También vemos prácticamente terminada en sus dependencias la Estatua de la Libertad, regalada por los franceses al pueblo estadounidense en 1886 para conmemorar el centenario de su Declaración de Independencia. El muchacho trabaja como limpiador mientras Felicia es acogida por Odette, una limpiadora del Ballet Nacional, a quien ayuda a baldear la casa en la que ella está contratada como portera.

Usurpando la personalidad de Camille, hija de Regina le Haut, la propietaria del inmueble y de un restaurante frecuentado por la alta sociedad parisina, Felicia consigue ingresar en el centro y ponerse a las órdenes del exigente coreógrafo Merante, quien busca una aspirante que acompañe a la primera figura en Cascanueces. Para ello, irá eliminando cada día a una de sus alumnas, lo que representa un gran problema para la protagonista, completamente autodidacta y sin estudios en la materia. Afortunadamente, Odette fue una diva de la danza. Ahora está lisiada como resultado de una caída, pero se preocupará por enseñar a su pupila los resortes necesarios para triunfar.

La historia sigue un argumento que bien podría pertenecer al mundo de la ópera, con dos rivales masculinos encarnador por Víctor y un admirado ejecutante de la escuela rusa, altivo y conquistador. También hay dos mujeres enfrentadas por un puesto, como en la película de Darren Aronofsky. Incluso, se podría decir que el mundo de Dickens se trasladó a París para mostrarnos la historia de una huérfana con ideales que intenta superarse y escalar posiciones en la escala social. Como contraposición a su figura encontramos a la pérfida Regina Le Haut, con su poco atractivo peinado que recuerda al de Drácula de Coppola.

El drama está salpicado de dosis de comedia protagonizadas casi siempre por Víctor, y se debe de remarcar la ausencia de animales que hablan o ejercen de coprotagonistas. Sí que recuerda a Karate Kid y las muchas imitaciones u homenajes que el cine ha brindado a este film después de la mítica frase dar cera, pulir cera. Para perfeccionar los jetés o las piruetas más recurrentes del ballet, Odette fuerza a que Felicia lleve a cabo unos ejercicios que no parecen tener puntos en el común con el objetivo pero que le permitirán ir avanzando en la perfección de sus movimientos.

La película es emotiva y subraya que el sentimiento y la fuerza interior son, casi siempre, más valiosos que la técnica. Si no hay corazón, la habilidad por sí misma no resulta suficientemente. A veces emotiva, aunque en otras resulte distante, la cinta suena a conocida, si bien la música y los movimientos del arte a que se hace referencia resultan absorbentes. Destaca la estética de la primera bailarina ensayando el núcleo central de El lago de los cisnes y es que la puesta en escena de toda esta producción es muy pulcra y entra perfectamente por los ojos. Que llegue al corazón o al cerebro, es problema de cada uno.

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From → Cine

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