Lion (***1/2)

Saroo se pierde a la edad de cinco años. Tras muchos avatares es adoptado por una familia Australiana hasta tener un brillante futuro como director de hotel, pero él sueña con encontrar a su madre biológica y a su hermano, que desapareció en una estación de tren. Con la ayuda de Google Earth intenta hallar la localidad en la que nació.
El cine recurre nuevamente a una historia real para contarnos la historia de Saroo, uno de esos 80.000 niños que se pierden en India cada año. En este caso, con un final feliz, al que se llega después de dos horas conmovedoras y una historia emotiva que tiene su culmen en los últimos momentos de una proyección que recuerda a De los Apeninos a los Andes, el relato de Edmundo de Amicis que nos ha dejado un personaje para el recuerdo. Marco partió hacia Argentina dos años después de la marcha de su madre; el protagonista de esta producción, dirigida por el debutante Garth Davis, necesitó casi un cuarto de siglo.
Kamla Munshi –Priyanka Bose- vive en un barrio pobre de una ciudad asentada en la parte central del Indostán. Sus escasos recursos proceden de acarrear piedras, un trabajo poco llevadero compartido con otras mujeres. Su hijo mayor, Guddu Khan –Abhisheck Bharate-, intenta ayudarla con otros quehaceres que también exigen un gran desgaste físico. El pequeño Saroo –Sunny Pawar-, tiene cinco años y la felicidad del que nada necesita. Pretende demostrar que está lo suficientemente fuerte como para hacer el mismo trabajo que su hermano y ambos parten en busca de una ocupación pasajera que pudiera proporcionarles algunas rupias.
En la estación, Saroo espera el regreso de Guddu. La tardanza y el cansancio le instan a descansar en el vagón de un tren sin servicio que termina transportándolo a Calcuta, a unos 1.600 kilómetros de su casa. El pequeño de cinco años saldrá indemne de sucesivos peligros hasta que es internado en un centro de menores de sonde saldrá rumbo a Australia cuando es adoptado por un matrimonio de aquel país. John Brierley –David Wenham- y su esposa Sue –Nicole Kidman- se desvivirán por él, le darán educación y una carrera.
Las imágenes, por medio de una espléndida fotografía de Greig Fraser y una partitura muy inspirada de Volker Bertelmann y Dustin O’Halloran, muestran la miseria del país, el ambiente populosamente deshumanizado y las astucias de un muchacho callejero que intenta sobrevivir. También los distintos idiomas que se hablan en India y el nivel de analfabetismo. En cierto modo, existe un paralelismo acusa con Slumdog Millionaire. Ambas tienen más puntos en común, como la ausencia de suciedad en el paisaje y la presencia de Dev Patel. Cuando el actor londinense aparece en este film, interpretando al protagonista en edad adulta, la función se enriquece, y bien podríamos decir que firma su mejor trabajo. No en vano ha sido nominado para el Globo de Oro junto a la película, Nicole Kidman y la banda sonora.
Los Brierley adoptaron también a un segundo muchacho, Mantosh –Divian Ladwa-, aunque su forma de ser no tiene nada que ver con su hermano. Podríamos definirlo como un caso perdido, que abandonó el domicilio familiar para instalarse por su cuenta inclinándose a todos los vicios. Saroo es un ejemplo. Cariñoso y buen estudiante, encuentra en Lucy –Rooney Mara-, su media naranja. Conforman una pareja atractiva, con grandes aspiraciones y colman de felicidad a los padres de él. Han pasado veinte años desde que, en 1986, se durmiera en el vagón que dio un giro radical a su vida.
Sin embargo, el protagonista se encuentra cada vez más obsesionado con su madre y su hermano biológico. Tiene pesadillas y se atormenta, hasta que alguien le habla de Google Erath. Recuerda una estación y un depósito de agua, pero las pesquisas, como sucediera en el orfanato, son inútiles. La localidad en la que nació no aparece por ningún lado. Su obsesión llega a tal grado, que se aparta de todo y de todos hasta que, cubriendo un radio de la distancia más o menos cubierta en su viaje infantil, a tenor de la velocidad de los convoyes de la época, consigue encontrar un paraje similar con un nombre parejo.
El relato original, escrito por el propio Saroo Brierley nos lleva de los peligros de su país de nacimiento, secuestradores de niños incluidos, a la calma de su nuevo hogar en Australia, donde peor se desenvuelve Garth David. La interpretación de Patel, y su obcecación pueden conmover a cualquier espectador, pero mucho más en el caso de aquellas personas que hayan tenido algo que ver con una adopción o con un chaval perdido. Máxime, gracias también a los desvelos de un personaje encarnado por Nicole Kidman, que consigue dar a su personaje un dramatismo y un cariño maternal contundente. Tanto, que llega a estremecer.