Urban Hymn (***1/2)

Durante los disturbios británicos en 2011, una profesora de psicología decide dar un paso atrás en su carrera y entrar en el claustro de un centro para jóvenes problemáticos. Tras convertirse en la tutora de una muchacha, apegada desde hace años a una compañera, intenta redimirla acercándola a la música, para cuyo arte ha demostrado estar muy cualificada.
Maestros especialmente preparados, muchachos problemáticos. Redención del joven protagonista. La historia del séptimo arte está salpicada de relatos de este tipo en todas las latitudes. El guionista Nick Moorcroft ha servido en bandeja un buen relato ambientado en Londres, durante los disturbios sociales de 2011 que el veterano Michael Caton-Jones ha dirigido de forma servil. Un trabajo de artesano experto al que le falta personalidad en la puesta en escena para haber rematado un gran film.
El inicio de la historia tampoco es sorprendente. Una experta profesora de psicología, Kate Linton –Isabella Lughland- está dispuesta a ocupar una plaza en el Alpha House, un centro para jóvenes problemáticos y pequeños delincuentes con unas reglas muy estrictas. Entre ellas, que los responsables no puedan tocar a los chicos. Muy pronto se convierte en tutora, por decisión propia de Jamie Harrison –Letittia Wright- una muchacha de color que está muy cerca de cumplir los dieciocho años y, por tanto, de abandonar una institución en la que siempre está acompañada por Leanne Dixon –Isabella Laughland-. Se tienen la una a la otra como únicas referencias. Fuera, no poseen soporte familiar y ambas participaron en los conflictos de Tottenham, donde robaron diversas mercaderías electrónicas. En aquella ocasión, se detuvieron a cerca de trecientos infractores, aunque ellas consiguieron quedar al margen, si bien cuentan con distintos antecedentes como transgresoras de la ley.
A pesar de su apariencia díscola, Kate piensa que puede ejercer una influencia positiva en Jamie, por lo que tras descubrir su talento para la música, aprovecha un internamiento de la brutal y salvaje Leanne para acercarse a ella e invitarla a que tenga una audición en el coro del que la profesora forma parte. No se trata de un grupo religioso y sí de una formación de barrio. Tampoco se utiliza como válvula de escape. Jamie le pregunta a su tutora si cantando en grupo se olvida de la muerte de su hijo de trece años, fallecido a consecuencia de unas puñaladas infligidas por unos ladronzuelos que pretendían apoderarse de su teléfono móvil. Ella le responde que todo lo contrario, le ayuda a recordar.
Después de que el responsable de la formación, Ian Wilson –Ian Hart- la aceptase en el coro, y de demostrar sus aptitudes incluso como solista, Kate presenta a su apadrinada a Charlie –Shaun Parkes-, quien está dispuesto a hacerle una prueba con vistas a que pueda disponer de una beca en su centro para jóvenes valores. El cuento de hadas sufre un parón cuando Jamie entra en prisión, pero allí se encuentra con Billy Bragg, quien lleva a cabo un proyecto –así sucede en la vida real-, para llevar el aprendizaje de la guitarra a las cárceles británicas.
El recorrido de la historia sería más vulgar si no fuera por las novedades que introduce un guion inteligente que refleja el sórdido mundo de los chavales desarraigados, delincuentes en potencia y candidatos a pasar el mayor tiempo de su vida entre rejas. Por un lado, encontramos la relación entre fraternal y maternal que se profesan Jamie y Leanne, favorecida por una interpretación magnífica que, en el caso de Isabella Laughland es todavía más sorprendente tratándose de su primer largometraje. Por otro, la propia realidad de su tutora. En este caso, no es la vocación ni la disciplina lo que le lleva a acercarse a la joven protagonista, sino sus propias circunstancias personales, bien entendidas por su esposo, Dave Linton –Steve MacKintosh-. También destaca el hecho de que las dos chicas sean de razas diferentes y no tengan problema alguno. Ni entre ellas, ni son la gente que frecuentan. Prueba de la normalidad interracial que se puede encontrar en el Reino Unido
Los acontecimientos se suceden, a veces con ciertas sorpresas, y van forjando la personalidad de los roles más importantes, especialmente el de Jamie, quien se parapetaba tras una coraza puesto que nunca había sentido el cariño de los demás, únicamente el de Leanne. En ella encontraba a la madre, la confidente e incluso su mayor apoyo y defensa. Lo que no es óbice para que su compañía represente una mala influencia. La música juega un papel importante. Compuesta por Tom Linden, la mayor dificultad estribaba en escribir canciones para un coro. Sale airoso a medias, ya que una fan de Etta James, como es el caso de la protagonista, hubiera requerido probablemente de algún número más rítmico en sus actuaciones como primera voz.