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El nacimiento de una nación (The Bird of a Nation) (**)

16 febrero 2017

En 1831, Nat Turner, un predicador esclavo de Virginia, encabezó una revuelta contra los colonos blancos que se considera como el antecedente principal de la Guerra de Secesión en Estados Unidos. De niño, mostró una serie de aptitudes que le hicieron acreedor a ser instruido en la casa de los propietarios de la plantación.

Tras el revuelo y las acusaciones de racismo por las candidaturas a los Oscar en 2016, un actor poco conocido como Nate Parker, se atrevió a dar el paso de escribir, protagonizar y dirigir la biografía de un líder de color ignoto para el gran público fuera de los Estados Unidos. La temática, la puesta en escena y los antecedentes convertían a priori este film como uno de los favoritos para pelear por las estatuillas doradas. Máxime, cuando se alzó con el Gran Premio del Jurado y fue a su vez la favorita del público en el pasado Festival de Sundance. El golpe de realidad llegó con las candidaturas a los Globos de Oro y, posteriormente, con el anuncio de los aspirantes al Oscar.

Nate Parker es un hombre de color nacido en Viriginia, como Nat Turner, cuyo nombre de pila también comparte. Inicia el film señalando al pequeño Nat como elegido por el Altísimo. Poco después, lo encontramos compartiendo juegos infantiles con el niño blanco hijo de la comprensiva Elizabeth –Penelope Anne Miller-. Cuando ésta reconoce que el chico negro sabe leer le acoge en la mansión para continuar instruyéndolo aunque le restringe ciertos volúmenes que define como únicamente para blancos. La Biblia, y no todos los pasajes, es su libro de cabecera. Por eso, cuando crece, no es extraño que se convierta en predicador y que sea elegido para llevar la palabra de Dios a los de su raza.

Antes de fallecer, el propietario de la plantación legó que Nat regresara a las labores del campo, a recoger algodón, mientras Elizabeth se marchó con su hija recién desposada a un lugar próximo y la hacienda quedó en manos de Samuel Turner –Arnie Hammer-. Hay que hacer notar el hecho de que esclavos compartan los mismos apellidos que sus propietarios, y que Nat gozaba de ciertos privilegios en el seno de una comunidad bastante relajada. Incluso, se atrevía a recomendar a su amo la compra de algos esclavos, como el caso de Cherry –Aja Naomi King-, adquirida como regalo de boda de su hermana y terminó convirtiéndose en la esposa del predicador.

Nat conservaba en su memoria la marcha de su padre, después de un encontronazo con Raymond Cobb –Jackie Earle Haley-, un cazador de esclavos, aunque siendo adulto se encontraba con viento a favor. El reverendo Zalthall –Mark Boone Junior- convenció a Arnie para que se fuera de gira por el estado junto a Nat, que llevaría la palabra de Dios a los esclavos mientras él se embolsaría algo de dinero que aliviarían sus maltrechas arcas. En ese viaje es cuando el protagonista ve de cerca la opresión hasta que termina enfrentándose al reverendo esgrimiendo cada cual palabras de la Biblia en una de las secuencias cumbres del film.

Castigado, vejado y prácticamente agonizante, cuando consigue recuperarse encabeza una rebelión junto a un grupo de esclavos que se tiene como el antecedente de la Guerra de Secesión. Para narrar este episodio Nate Parker intenta dar el do de pecho. En torno a una buena fotografía de Elliot Davis y una ecléctica partitura de Henry Jackman firma una película interesante, basada en un revolucionario al que eleva al panteón de los elegidos, pero que resulta oportunista y se convierte en una loa de un tipo al que también se puede considerar como un visionario sanguinario y revanchista.

Efectivamente, esta propuesta queda muy lejos de la firmada por D. W. Griffith en 1915 con el mismo título, aunque puesta en entredicho por su contenido racista, ya que en su día alentó a los seguidores del Ku Klux Klan. Da la sensación de que Parker buscaba el efecto contrario, pero no ha sido fil a la realidad. La revuelta de Turner terminó con la vida de más de sesenta hombres blancos, incluidos una cantidad nada despreciable de mujeres y niños, a quienes se mató con alevosía o se decapitó en muchos casos. El film pasa de puntillas por este detalle, y se centra más en el trato a los hombres de color.

Aun así, se queda lejos de la fuerza mostrada por filmes recientes que evocaban temáticas semejantes, como 12 años de esclavitud. Es cierto que este largometraje acumula ciertos méritos, especialmente en sus elipsis. También en las imágenes de los campos de algodón y en ciertos aspectos de la trama. Se luce menos en la composición de los personajes y muestra una interpretación desigual. Los mejores momentos de Nate Parker es cuando se muestra altivo y orgulloso, favorecido por la posición de la cámara. De todas formas, quizá se haya equivocado en bastantes momentos con la elección de sus gestos

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From → Cine

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