El fundador (The Founder) (**1/2)

En los años 50 un vendedor de Illinois llamado Ray Kroc se interesó por un negocio de hamburguesas que poseían en California los hermanos Richard y Maurice McDonald. Tras visualizar el potencial del sistema creado por ellos, paulatinamente los fue desplazando con habilidad hasta levantar un imperio billonario.
Que nadie se fie del cartel. Aparentemente, con la imagen de Michael Keaton y los dos arcos por detrás, con los colores amarillo y rojo puede dar la impresión de que nos encontramos con un ángel o un demonio. Pero no. Se evoca el logo de una de las franquicias más conocidas en todo el mundo. Se trata del biopic de Ray Kroc, el auténtico rey de las hamburguesas. ¿Un ejemplo del sueño americano? Más bien, el empeño de una ambición. Un tipo listo que vio un negocio con un potencial inimaginable que no se detuvo hasta hacerlo suyo. No solamente eso, copió el modelo y se autoerigió como el fundador de la compañía.
A tenor del guion de Robert D. Siegel, basado en una autobiografía no autorizada y las imágenes de la película dirigida por John Lee Hancock, hablamos de un tipo astuto, sin un ápice de escrúpulos. ¿Un indeseable? Probablemente. Se trata de una producción de siete millones de dólares que todo apuntaba a su presencia masiva en las candidaturas a los Oscar. Sin embargo, se ha quedado fuera de la carrera pese a una buena fotografía de John Schwartzman, que evoca con nostalgia los años 50, una interpretación en la que Michael Keaton echa el resto y la aportación de la banda sonora del acreditado Curtis Burwell.
¿Qué falla? Probablemente, la personalidad del protagonista. Un tipo con el que no consigues encariñarte. Hay personajes canalla en el mundo del cine que son mejor acogidos que Ray Krock. Se puede sentir, solamente en el cine, que abatan a tiros a Bonnie & Clyde, pero la figura de este fundador es bastante canallesca y hasta produce un cierto rechazo, al que colabora el actor protagonista con su trabajo, aunque artísticamente sea más que aceptable. Por otra parte, el director del film no saca a la historia todo el potencial que alberga, e incluso se sitúa por debajo de su anterior trabajo, y el mejor hasta la fecha, Al encuentro de Mr. Banks –Saving Mr Banks, 2013-.
Ray es un vendedor ambulante de batidoras que vive en Illinois casado con Ethel –Laura Dern-. Se sorprende cuando, desde un local de San Bernardino (California) le hacen un pedido masivo. Cuando se acerca al lugar comprueba el éxito de un negocio en el que solamente se venden hamburguesas, patatas fritas y refrescos. Es propiedad de dos hermanos, Richard Dick –Nick Offerman- y Maurice Mac MacDonald –John Carroll Lynch-. Después de interesarse por sus métodos, ellos le descubren la fórmula ideada por ellos mismos, tanto en el contenido del producto como en su elaboración. El resultado es que el pedido está listo treinta segundos después de haberlo solicitado. Además, se sirve en una bolsa que puede ser degustado en cualquier lugar, lo que abarata costes y elimina accesorios como cubiertos, etc.
El protagonista no ceja en su empeño hasta que llega a un acuerdo con los hermanos McDonald para abrir franquicias en todo el país. Ray cree en una empresa donde la familia es lo más importante, y escoge a Fred Turner –Justin Brooke Randell- como su mano derecha. Sin embargo, está a punto de que le embarguen sus posesiones porque, aunque la cadena de establecimientos es un éxito, sus beneficios son mínimos. Harry J. Sonneborn -BJ. Novak-, un consultor financiero, escucha sus lamentos en una sucursal bancaria y le advierte que el dinero non está en la franquicia si no en los bienes raíces. Debe comprar los terrenos y alquilarlos a los franquiciados.
Con la ayuda de Rollie Smith –Patrick Wilson-, propietario de un restaurante en Minnesota, que desea invertir, y de su ambiciosa e inteligente esposa Joan –Linda Cardellini-, por quien el protagonista se interesa desde el primer momento, el imperio comienza a desarrollarse. Ray entrega tarjetas de visita en las que se autoerige en fundador de la compañía McDonalds, un nombre que inspira confianza, y desoye a los creadores ofreciendo en su establecimiento batidos y helados instantáneos en los que la presencia de la leche brilla por su ausencia.
Finalmente, Ray se divorciará de su esposa para casarse con Joan, les arrebatará el negocio a los hermanos McDonals comprándoselo a bajo precio, y sellará con ellos un pacto de caballeros, mediante un apretón de manos por el que percibirían anualmente unos ingresos que nunca llegaron a su destino. ¿Es o no es este tipo un personaje opuesto a lo entrañable? A lo mejor, esos aros en el afiche a su espalda y ese color rojo que lo emparentan con un diablillo no están ahí por casualidad.