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Gold, la gran estafa (Gold) (**1/2)

11 marzo 2017

Después de heredar la compañía familiar, Kenny Wells está al borde de la bancarrota. Su empresa de minería no encuentra vetas aprovechables y nadie apuesta por él. Desesperado, entra en contacto con un geólogo para invertir lo poco que le queda en las selvas vírgenes de Borneo, en Indonesia.

Otro biopic. Un guion basado en la vida de David Walsh, CEO de la compañía Bre-X quien, a finales del siglo pasado tuvo que enfrentarse a una demanda por la desaparición de más de ciento sesenta millones de dólares. Según la investigación fue engañado por su socio, Michael de Guzmán, un geólogo acreditado, que falseó las muestras para demostrar que habían encontrado una gran veta de oro en la selva virgen de Borneo, lo que propició que las acciones de la compañía elevasen su valor casi hasta el infinito para volatizarse de inmediato en cuanto se descubrió el fraude.

En principio, la cinta dirigida por Stephen Gaghan, responsable de la interesante Syriana, estaba encaminada a conseguir mayor gloria para su protagonista, Matthew McConaughey, pero el oscarizado actor por Dallas Buyers Club muestra su versión más histriónica, lo que no significa que sea el elemento más valioso de esta producción, aun por encima del metal precioso que aparece en su título. En ocasiones se nos antoja ligeramente pasado, aunque para eso está en la parte opuesta, la de la austeridad, un Edgar Ramírez que parece haberse tragado una espada durante casi toda la proyección.

El norteamericano encarna a Kenny Wells, alter ego de David Walsh, el soñador CEO de una empresa minera al borde de la bancarrota; el venezolano, a Michael Acosta, basado en el personaje de Michael de Guzmán, un reputado geólogo con una sólida formación universitaria. Cuando la empresa del primero, heredada de su padre –Craig T. Nelson- se está yendo a pique, decide contactar con el hombre que espera pueda sacarle del atolladero. Hasta ese momento, su vida ha estado conectada con la minería y es lo único en que piensa de cara al futuro. Empeña las pocas joyas que le quedan, y las de su mujer –Bryce Dallas Howard-, para marcharse a Indonesia y encontrarse con Michael.

Con el fin de llevar a cabo las primeras perforaciones, Kenny convence a los pocos que confían en él para lograr apenas un diez por ciento de la cantidad mínimamente necesaria para comenzar. Tras muchos avatares, incluido el duelo con la malaria, las primeras muestras analizadas detectan partículas auríferas. De esta forma, el dinero de los inversionistas llega como llovido del cielo. Desde el inicialmente reacio Clive Coleman –Stacey Keach-, al banquero Jeff Jackson –Timothy Simons-, pasando por Brian Wolff –Corey Stoll-, un inversionista de Wall Street. Las noticias que llegaban de Asia eran inmejorables y tanto Kenny como su lugarteniente Lloyd Stanton –Joshua Harto-, su gestor de cuentas, se frotaban las manos viendo como subían exponencialmente sus acciones.

El desarrollo del film es un ejemplo muy claro de la ilusión que persigue a un ser humano. En este caso, el protagonista tiene michos puntos más de locura que de visionario. Cuando su empresa se hunde y su esposa le dice que hay un trabajo para él, lo declina y prefiere embargar hasta la más mínima posesión en busca de una utopía sobre un terreno que desconoce. Sus peripecias y su éxito son los de un tipo que tiene suerte porque se la encuentra a la vuelta del camino después de que alguien la despreciara. Incluso la tendrá posteriormente, para salir de rositas cuando se ha producido un desfalco superior a ciento sesenta millones de dólares porque el experto confiable había amañado las muestras con uno de los trucos más viejos del mundo.

La historia real me parece de lo más atractiva, incluso fascinante, pero sus responsables, desde el guion a la dirección, se han encargado de devaluar buena parte de su potencial. No justifica ni el pretendido sueño americano que es el eje de la propuesta, ni tampoco el capitalismo y la búsqueda de la riqueza que mantiene a flote su personaje principal. Falta calado y, sobre todo, inspiración para deleitarnos con un argumento que pudiera ser mucho más atractivo. Se pierde en la primera secuencia, en la que Kenny nos presenta a su padre, que no vuelve a aparecer, y a su futura esposa. Por el contrario, el final está acelerado y se merecía una entrada en cápsula que justificase mejor la historia, volviendo atrás en el tiempo, lo que justificaría una voz en off que, de esa forma, sería mucho más necesaria.

From → Cine

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