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Me casé con un boludo (*1/2)

24 mayo 2017

Fabián y Florencia son los protagonistas de un nuevo rodaje. Él es una auténtica figura y ella una completa desconocida. Ambos se enamoran y se casan en loor de multitud. Poco después de la boda, la mujer afirma ante sus amigos que su marido es un ser insulso y pretencioso. Al enterarse, Fabián encarga a su guionista de confianza que le fabrique un personaje.

Una vez más nos encontramos con el repetido caso de una comedia intrascendente que se convierte en éxito de taquilla. Sucedió en Argentina, donde se elevó como el tercer mejor estreno de la historia de su filmografía y el que acumuló mayor número de pantallas en su salida comercial. Sin embargo, esta nueva puesta en escena de Juan Taratuto dista bastante de estar a la altura de su mejor trabajo. Se esfuerza por componer una película a la americana, que se parezca lo más posible a una ficción de Hollywood, pero yerra en varios aspectos, principalmente en el guion fatuo de Pablo Solarz. Apenas da para un telefilm aunque la propuesta tenga aires de mucha mayor grandeza.

Fabián–Adrián Suar- es un actor de éxito. Parece la gran estrella del cono sur, pero lo suyo no es más que pura impostura. Es vacío y singularmente egocéntrico. Es él, él, y después él. Incluso, parte de un currículo inventado, porque nunca ha sido alumno del Actor’s Studio ni se ha codeado con las figuras mundial de que presume. Ha podido ver mucho cine, sí, y está fascinado por el star system. Tanto, que no dudó en añadir Brando como apellido para completar su nombre artístico. Tiene como representante a un tipo entrado en años –Norman Briski-, que lo conoce bien y sabe cómo sacarle partido.

Florencia Córmick –Valeria Bertucelli- es la coprotagonista del último rodaje de Fabián. Como actriz no tiene nada destacable, pero es la novia del director –Gerardo Romano-, un detalle suficientemente importante y que justifica muchas cosas. Durante una secuencia que se repite hasta la saciedad, él comienza a sentir por ella mucho más que afecto. Cuarentón impenitente, por primera vez siente que ha encontrado la mujer que pueda ser la madre de sus hijos. Su amor es correspondido y la boda se convierte en un acontecimiento mayúsculo.

No ha pasado demasiado tiempo desde el enlace, cuando Valeria confiesa a sus amigos más allegados que se casó con un tipo que sólo vive para agradarse él mismo y para que quienes estén a su alrededor le adoren. Un completo boludo, en definitiva. Siente que se ha enamorado del personaje de la película, pero no de su marido. Lo que no sabe es que él ha escuchado su lamento y encarga a su guionista de confianza que le escriba un papel de marido perfecto, porque reconoce que siendo como es jamás podrá retener a su amada.

Con todo ello, la película tiene una moreleja: en la vida real, una pareja tiene que mentirse para llevarse bien. De repente, se sublima la capacidad de adaptación, que uno y otro puedan ceder hasta encontrar el equilibrio perfecto. Ni mucho menos. La función insiste en que la mentira, o la actuación si se quiere dulcificar el término, es la única opción. Cuando se invierten las tornas, y ella es consciente del engaño, paga con la misma moneda y la cinta adquiere unos caracteres elevados de ñoñería que salva con mucho decoro y una versatilidad Valeria Bertucelli.

La propuesta de Taratuto, en su afán de acercarse a lo que se dicta en Los Ángeles se evidencia en el inicio. Fabián conduce un Camaro, todo un clásico, mientras que la cámara visita una serie de edificios al más puro estilo Hollywood. No reniega de ello en todo el metraje, con viviendas lujosas y ese coro de mujeres y gays que últimamente parecen acompañar a la protagonista de cualquier comedia como esos insectos que revolotean a nuestro alrededor en verano. Después llega el enredo, el equívoco… pero faltan los gags.

No hay situaciones cómicas ingeniosas, y los guiños más efectivos llegan por aplastamiento; es decir, porque las situaciones, aunque predecibles, llegan a un punto en el que te indignas o sonríes. Para no pasar un mal rato, mejor lo segundo. También se echa en falta el glamur de la protagonista o de alguna secundaria. Valeria Bertucelli es una actriz dotada para la comedia que, además, raya a gran altura, pero su figura desgarbada tuvo un enemigo mayúsculo en el diseñador de vestuario. En cuanto a su compañero de reparto, Adrián Suar se muestra mucho más descosido que en Un novio para mi mujer, el mejor film de Taratuto y en el que reunió por primera vez a esta pareja de protagonistas.

From → Cine

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