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Wilson (**)

25 mayo 2017

Wilson se ha quedado solo después de la muerte de su padre y del traslado a San Luis de su único amigo. Por eso se propone buscar el paradero de su ex mujer y reiniciar su relación. Es entonces cuando descubre que tiene una hija, pero el encuentro con las dos mujeres no será tan esperanzador como pensaba.

Después del éxito de la novela gráfica del mismo título, Daniel Clowes adaptó obra al cine y Craig Johnson encontró un guion con el que proseguir la línea de comedia dramática iniciada con The Skeleton Twins -2014-, que se alzó con el premio al mejor guion en el Festival de Sundance. Una vez más, un tipo perdedor, marginado de la sociedad por él mismo, es el centro de su relato.

Wilson –Woody Harrelson- es un ser estrafalario que cae mal a todo el mundo. No sabemos cómo subsiste, pero sí que lo hace junto a un perro terrier del que no se separa salvo que lo deje en compañía  de Shelly –Judy Greer-, una cuidadora de mascotas. Su vida, más que monótona, es aburrida y espanta a los demás con sus pintas y con un trato nada agradable. Se trata de un hombre huraño de mediana edad, ácido, que emplea frases corrosivas y ahuyenta a los demás. Barba poblada aparte, creo que quiere ser Woody Allen con su nariz prominente, sus gafas de pasta y el ánimo de sacarle punta a todo por la arista más vulgar.

Tras la marcha a San Luis de su único amigo y la muerte de su padre, que nunca cruzó con él una palabra de amor o desprecio, el protagonista se encuentra solo. Habla con desconocidos. Se sienta a su lado en el autobús o en una cafetería e inicia una conversación aunque a su alrededor haya muchos asientos libres. Dicho llanamente, es un cargante con un alto grado de infelicidad y decepción. Hace tiempo que se ha dado cuenta de que todas las esperanzas de juventud se han diluido, como a la mayoría de los seres humanos. Como casi todos, también, tiene el riesgo de no ser recordado.

Desesperado, se preocupa por encontrar a su ex mujer quien, teóricamente, se marchó a Las Vegas después de abortar. Quiere reiniciar una relación perdida, y mucho más al advertir que no se encuentra muy lejos. Supone que ha regresado abrazándose a las drogas y a la prostitución, pero se encuentra con una Pippi –Laura Dern- muy cambiada, más fuerte y segura de sí misma. Ambos se acercan y su vida cambia cuando ella le confiesa que no abortó y entregó su hija en adopción. Se trata de Claire –Isabella Amara-, otro personaje desarraigado aunque viva en un ambiente de clase media alta.

Hasta ahí, la película funciona, aún con altibajos. Desde ese momento deriva a situaciones que no consiguen mantener la talla a pesar de los esfuerzos de Craig Johnson y el buen hacer de Woddy Harrelson en un papel que se aparta de sus registros más habituales. El guion se recrea en la soledad del americano medio, pero no logra traspasar el interés que, al parecer, mostraba la novela gráfica. Wilson, del que desconocemos si es nombre o apellido, debería ser un personaje para encariñarnos con él, incluso para sentirnos identificados en algunos momentos, pero la película nos lo muestra distante, sin que llegue nunca a que sintamos el cariño que busca. Es más lastimoso que atractivo.

De todas formas, se trata de una de esas historias que suelen caer bien a la gente por su alto nivel corrosivo. No alcanza chistes ingeniosos pero sí que sus salidas de tono provocan alguna que otra sonrisa. La búsqueda del encanto a partir de la sordidez es lo que menos funciona o, al menos, no alcanza el tono esperado.

From → Cine

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