Saltar al contenido

Kékszállú (*)

9 diciembre 2017

Una ópera experimental

Retrato de un grupo de adolescentes argentinos y unos cuantos personajes adultos en algún momento del verano de Punta del Este. Está inspirada libremente en la obra El castillo de Barbazul, de Béla Bartok.

Después de un recorrido por el mundo del documental, el argentino Gastón Solnicki firma su primer largometraje de ficción que le supuso un galardón de la FIPRESCI en el Festival de Venecia. Se trata de una propuesta experimental inspirada libremente en El castillo de Barbazul, del compositor de Béla Bartok, una ópera corta en la que sólo cantan dos personajes, el protagonista, Kékkszállú, y su nueva esposa, Judith. Decir que la historia sigue los pasos de la composición musical es una temeridad.

Tratar de entender esta película es enfrentarse a un rompecabezas. Aparentemente, nada es legible ni tiene pies con cabeza. La acción, por decir algo, transcurre en Punta del Este, donde encontramos a un grupo de adolescentes a punto de dejar atrás la pubertad y unos adultos que se enfrentan a varios problemas, unos más leves, como el hombre que quiere hacer un asado, y el caso de Laila –Laila Maltz, que parece hastiada y con ganas de marcharse lejos.

Con diálogos mínimos, asistimos a acciones cotidianas. Los chavales que se tiran de un trampolín en la piscina, o que enceran sus tablas de surf. Baños en el mar, gimnasia en la terraza de una casa de diseño, momentos en el trabajo, o retratos de un bloque de apartamentos. Da la sensación de que buena parte de la narración, que no llega a la hora y cuarto, se ha ido construyendo sobre la marcha, dejando libertad a los actores/personajes a la hora de enfrentarse a sus quehaceres hasta que se llega a la parte final, la que tiene algún punto en común con una ópera de la que suenan tres fragmentos a lo largo de la proyección.

Sin duda, el mayor mérito de esta producción es la puesta en escena. Solnicki apuesta por una composición simétrica y busca el perfeccionismo en cada uno de los encuadres. Se ayuda de una fotografía destacable de Fernando Lockett y Diego Poleri. El resto es puro empirismo, que huye del practicismo y convierte el conjunto en un galimatías casi indescifrable. De esta forma, su recorrido comercial resulta bastante comprometido.

From → Cine

Deja un comentario

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

A %d blogueros les gusta esto: