Saltar al contenido

Mi Mundial (*1/2)

3 junio 2018

Mi Mundial –  El balón fabrica juguetes rotos

Un chaval de catorce años, perteneciente a una familia humilde de una localidad de Uruguay es un artista del balón. Su progresión es meteórica y a su edad ya es convocado para la selección sub-17 que disputará el Mundial de la categoría. Un accidente de moto corta de raíz su racha triunfadora.

Ya lo dice el tema que acompaña los títulos de crédito de esta producción uruguaya dirigida por el debutante Carlos Andrés Morelli, Los caminos de la vida no son los que yo creía. Vicentico, quien fuera vocalista de Los Fabulosos Cadillacs,  hizo suyo el éxito con el viejo tema que Los Diablitos grabaron en 1993 y sus versos refrendan un drama con el fútbol como referente, pero que no elude los conflictos familiares y el primer amor. Con un elenco importante dentro del mundo del espectáculo de su país, se ha convertido en el film uruguayo con mayor recaudación de la historia.

Basada en la novela homónima de Daniel Baldi se centra en un futbolista, llamado, qué casualidad, Fernando Torres, aunque más conocido por Tito –Facundo Campelo-. Lleva el número diez a la espalda y eleva a su equipo de la pequeña localidad de Nogales a ganar el título en disputa.  No tarda en ser captado por un intermediario de prestigio, Rolando –Roney Villela, quien intenta convencer a la familia para que el chico haga una prueba con un equipo de la capital.

Surgen los primeros conflictos. Tito es el mayor de tres hermanos y sus padres pasan enormes dificultades para llegar a fin de mes. Rubén Torres –Néstor Guzzini- trabaja como vigilante jurado y efectúa chapuzas cuando tiene ocasión. Su esposa Marisa –Verónica Perrotta- es un ama de casa que apenas consigue que la fíen para comprar los alimentos de primera necesidad.  El muchacho, realmente, va para figura, aunque su padre lo que verdaderamente desea es que apruebe, después de dos repeticiones,  el curso de graduación. Tito cuenta con una ayuda inestimable para hacer los deberes en la persona de su compañera Florencia –Candelaria Rienzi-. No hay duda de que entre los dos existe una atracción mutua.

Cuando Tito supera la prueba con el Unión de América, se marcha con su familia a vivir a Montevideo. El club les instala en una holgada vivienda a orillas de la desembocadura del Río de la Plata y se convierte en la figura del equipo, pese a ser el más joven, y en el máximo goleador del torneo de la Tercera División. La siguiente temporada está previsto que se enrole en la primera plantilla, al margen de haber sido seleccionado por su país para disputar en Turquía el Mundial sub-17. De todas formas, los deseos del futbolista y de su padre no se cumplen. Éste desearía que su hijo aprobase definitivamente el curso, mientras que Tito, que apenas lee con mínima fluidez, echa de menos a Florencia, cuyo progenitor, Francisco –César Troncoso-, se muestra como una persona comprensiva.

El siguiente paso es el fichaje por un equipo de Sao Paulo, donde el protagonista se marchará en dos meses, noticia de la que se entera Florencia en su reencuentro. Mientras, asistiremos a las tentaciones a las que ha de enfrentarse cualquier figura emergente. Los compañeros de Tito en el equipo tienen una moto para desplazarse de casa a los entrenos, pero Rubén Torres no está decidido a complacer al chico. Entre otras cosas, porque no progresa en los estudios. El hombre sigue buscando trabajo, porque no sabe lo que le puede deparar el futuro, y llega a plantearse qué hará él en Brasil.

No se han escatimado esfuerzos a la hora de ultimar esta producción. Está presente el nombre de Diego Alfredo Lugano, capitán de la selección charrúa. También se menciona a otros ídolos del balompié, como Neymar Jr. y Lionel Messi. La difícil conjunción entre el fútbol y el séptimo arte se consigue gracias a un guion bien escrito, aunque demasiado convencional, y un buen ritmo que, al menos, asegura que se pueda seguir con interés.  Lo que sucede es que, en este tipo de relatos, el deportista suele tener mucha relación con lo que habitualmente se define como juguete roto a partir del documental filmado por Manuel Summers.

Se nota un intento por aproximarse a un tipo de cine eminentemente industrial, con sus ventajas y sus defectos. Técnicamente, funciona casi siempre salvo algunos a la hora de filmar ciertas jugadas futbolísticas. Los deméritos tienen que ver con un argumento clásico que, en una propuesta de este tipo, resulta difícil de abandonar y que, por tanto, apenas consigue sorprender al espectador. Los conflictos familiares, con los propios compañeros, y el vaivén amoroso resultan bastante triviales, si bien Carlos Andrés Morelli intenta suavizarlos con una buena puesta en escena y un montaje adecuado.

From → Cine

Deja un comentario

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

A %d blogueros les gusta esto: