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Sicario: El día del soldado – (Sicario: Day of the Soldado) (***)

28 junio 2018

Cárteles y terrorismo

Los cárteles de la droga que operan entre México y Estados Unidos han comenzado a colaborar con terroristas islámicos, por lo que se agiganta el problema. Dos de los principales personajes de la primera entrega unen sus fuerzas y su intuición para intentar que las distintas bandas criminales se ataquen entre sí.

La empresa no era fácil. Nada menos que una secuela del film de Denis Villeneuve que, en 2015, se había alzado con tres nominaciones al Oscar. No solamente eso, ya que se apostaba fuerte para conseguir un nuevo éxito en taquilla. En el plan figuraban dos de los protagonistas del original, Benicio del Toro y Josh Brolin, así como un director debutante en Hollywood, Stefano Sollima, pero suficientemente acreditado gracias a filmes como Suburra y la serie televisiva Gomorra.

Taylor Sheridan se ha encargado igualmente de escribir el guion y el malogrado músico Johan Johannsson fue sustituido por Hildur Guonadottir, que firma una partitura adictiva, la cual subraya con acierto, y asumiendo bastantes riesgos, tanto las partes de acción como las más íntimas de una propuesta competente, que ha sabido desmarcarse de su precedente y a la que solo se le puede poner reparos en su guion. La colaboración inicial entre los narcos y los terroristas islámicos se diluye en el desarrollo de un film cuyas líneas maestras no son creíbles. Lo que se propone en la historia es prácticamente lo opuesto a lo que identifica en estos momentos al Gobierno de la Casa Blanca. El presidente, se dice, necesita salvar su reputación y no le importa ganar. Que se lo pregunten a Donald Trump.

El guionista no ha tenido en cuenta esos detalles, y ha escrito una historia que encajaría perfectamente con la Administración de Barak Obama, pero ya advirtió Bob Dylan que los tiempos están cambiando. Una vez más, denota talento en su propuesta y concreción en los diálogos, apostando siempre por una reminiscencia del western, género que parece le tiene ganado y cuya influencia se notó decisivamente en ComancheríaHell or High WaterPropone en este caso mucha acción, y pasa por alto la ruptura de familias y los problemas actuales de la inmigración. Se centra en los cárteles, en sus métodos, y en las fórmulas para combatirlos. Los túneles bajo la frontera dan paso a una intriga mucho más inteligente sobre el papel, y que no hace sino recuperar algunas apuestas de los agentes especiales que en su día se enfrentaron a los mafiosos de ascendencia italiana.

Diversas acciones llevadas a cabo por islamistas en diferentes puntos de Estados Unidos, incluido un supermercado de Kansas City, ponen en alerta a las autoridades. Un alto mando de la CIA, Cynthia Foards, encarnada por una desaprovechada Catherine Keener, contacta con el duro Matt Graver –Joshn Brolin- para enfrentarse a una amenaza que se supone de vital importancia por cuanto éste último confirma las relaciones de los terroristas con los cárteles y las fórmulas que se emplean para esa simbiosis mediante el paso de inmigrantes mexicanos a Estados Unidos. Curioso que dos actores que antaño encarnaron la revolución cultural que provenía de Nueva York, como la Keener y Matthew Modine, convertido en Secretario de Defensa, ambos venidos a menos, coincidan en esta propuesta.

Graver, que cuenta con la agradecida compañía de Steve Forsing –Jeffrey Donovan-, contacta con su viejo conocido Alejandro Gillick –Benicio del Toro- y urden un plan que consideran determinante. Nada menos que secuestrar a Isabela Reyes –Isabela Moner-, hija de uno de los líderes mafiosos al otro lado de la frontera. Posteriormente la rescatarían y darían a entender que el rapto habría sido perpetrado por un cártel rival. De esta forma, comenzaría la guerra entre bandas y  la CIA quedaría exonerada tanto de cualquier complicidad como de una operación armada.

Los hechos se complican, pero ponen sobre el tapete una gran actuación de los dos actores principales. Ellos llevan el peso del film y hacen todavía más agradecidos sus papeles. Tanto, que se puede decir que existe una licencia final para que los espectadores se queden con mejor sabor de boca. Para ello, y para que exista una posible continuación, se ha introducido una historia paralela, la de Miguel Hernández –Elijah Rodríguez-, que lleva a cabo un sorprendente debut. Comienza introduciéndose entre las mafias con el objetivo de ganar un dinero fácil en lo que él piensa que se trata únicamente de pasar ilegales por la frontera. Paulatinamente, se introduce cada vez más, hasta llegar a límites insospechados. Con Manuel García-Rulfo y el propio Del Toro, son los hispanos que más destacan en esta producción.

From → Cine

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