Alberto Iglesias, Asghar Farhadi, Bárbara Lennie, Carla Campra, Eduard Fernández, Elvira Mínguez, Goya, Inma Cuesta, Javier Bardem, Javier Limón, José Luis Alcaine, La Mancha, Nella Rojas, Oscar, Pedro Almodóvar, Penélope Cruz, Ramón Barea, Ricardo Darín, Roger Casamajor, Sara Sálamo
Todos lo saben (***)

Hacer propio lo que no es de uno
Laura y sus hijos regresan desde Buenos Aires a su pueblo natal para asistir a la boda de su hermana. Durante la fiesta que sigue a la ceremonia desparece su hija mayor. Ha sido raptada y piden por ella un importante rescate. A partir de ese momento sale a la luz una serie de engaños asentados en el tiempo.
Es difícil encontrar un director de cine que pueda presumir de dos Oscar, mucho más si es iraní; casi imposible, además, en el supuesto de que quiera rodar en España. Pese a todo, Asghar Farhadi, responsable de filmes como Nader y Simin, una separación, o El viajante ha escrito una historia que se desarrolla en la meseta castellana, aunque bien pudiera ser en su país de origen. Un relato que tiene a la mentira, siempre recurrente en su obra, como eje central.
Con la fama del autor era bastante fácil que se apuntaran los grandes nombres de nuestra cinematografía, y alguno que otro añadido por el camino, como Ricardo Darín. Ahí están Penélope Cruz, Javier Bardem, Eduard Fernández, Bárbara Lennie, Inma Cuesta, Elvira Mínguez, Ramón Barea y muchos más. Todos ellos, especialmente la pareja de oscarizados actores españoles, contribuyen a un conjunto estimable. Con defectos de guion y montaje, la película es seria y trascendente, filmada con una especial agudeza pero con errores que fuera de nuestras fronteras pueden pasar desapercibidos aunque no tanto por estas latitudes.
Farhadi afirma que va visto la filmografía de sus estrellas. Suponemos que se habrá empapado también del estilo más clásico de Pedro Almodóvar y su querida Mancha. La aridez de la región se hermana con la iraní. También el guion, iniciado con una fiesta y que deriva hacia la tragedia cuando Irene –Carla Campra-, una muchacha de dieciséis años, hija de Laura –Penélope Cruz- es secuestrada. El incidente hace saltar por los aires secretos a voces y mentiras mantenidas en letargo. Podría haber transcurrido igualmente en la Extremadura de Los santos inocentes o de los Botejara.
Laura viene de Buenos Aires, acompañada también por su hijo pequeño, al tiempo que su marido, Alejandro –Ricardo Darín- se ha quedado en su país por motivos de trabajo. Regresa a su pueblo natal con motivo de la boda de Ana –Inma Cuesta-, su hermana pequeña, con Joan –Roger Casamajor-. Se instala en el austero hotel de la primogénita, Mariana –Elvira Mínguez-, y su esposo Fernando –Edouard Fernández-, padres de una hija, Rocío –Sara Sálamo-, en vías de separación de su marido. Nada más llegar aparece en escena Paco –Javier Bardem-, poseedor de unas tierras dedicadas al viñedo que en su día le compró a la propia Laura, con quien viviera un romance hasta que ella emigró. Era hijo de unos sirvientes de la casa, como bien recuerda el padre de las tres hermanas, Antonio –Ramón Barea-, un latifundista que perdió la mayor parte de sus posesiones a causa del juego. Ahora, Paco vive con Bea –Bábara Lennie-, una mujer de carácter.
Hizo bien Asghar Farhasi en reunirse de una pléyade técnicos españoles, entre los que destacan poderosamente la fotografía de José Luis Alcaine y la partitura de Alberto Iglesias, reforzada por el concurso de un par de canciones de Nella Rojas y Javier Limón que deben ir directamente a los Goya. No tanto con traerse a su montador de cabecera que, en algunos momentos, torpedea la inmensa fuerza que exhibe la propuesta del autor. Parece, incluso, que se cuela algún que otro plano. Además, la copia que hemos visto en una sala de exhibición en Madrid mostraba deficiencias de encuadre, con cabezas sesgadas. En un mundo digital como el que vivimos debe ser más problema del duplicado final que de la proyección.
La película mantiene una línea próxima al thriller, pero cuando más luce es en los pasajes familiares en el salón y, sobre todo en el drama que va in crescendo en un entorno duro, que lo convierte en más obsesivo, sin que en ningún momento se busque un camino fácil. Sin embargo, ¿cómo le discutes o le aconsejas a un cineasta de tanto prestigio sobre algunas lagunas que muestra su film? Es verano, cuando las cepas están altas y en la meseta hace calor a las siete y media de la tarde, pero los unos personajes van con chaqueta de lana y otros en manga corta. Los recién casados se quedan junto al resto de la familia, salvo los que han venido de Cataluña, y ni se plantean ni tienen prevista la luna de miel.
Nadie se casa ya en los pueblos, se afirma en un largometraje que no contempla una hipoteca o cualquier otra acción bancaria para hacer frente al dinero que solicitan por el rescate. Son muchas dudas las que agujerean un guion que, sobre el papel, era muy consistente a pesar del exceso de personajes importantes, que obliga a más de dos horas y cuarto de duración. No cansa en ningún momento gracias a un planteamiento magnífico y a interpretaciones de tronío. Bardem va de menos a más para terminar soberbio, al tiempo que la actuación de Penélope Cruz resulta ejemplar y académicamente sin macas. Sube el tono a medida que su dolor va en aumento. Además, Darín, Lennie y Fernández tienen también sus momentos de gloria y todos ellos, al igual que Elvira Mínguez, son tan creíbles como irrefutables en sus respectivos trabajos.
From → Cine
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