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Un pequeño favor (A Simple Favor) (***)

27 septiembre 2018

Un blog como referencia

Stephanie es una viuda que tiene un blog donde explica recetas de cocina y sus propias vivencias. En él relata como su mejor amiga, Emily, ha desaparecido sin dejar rastro, dejándola al cuidado de su hijo. Con la ayuda de sus seguidores internautas se aplica en una investigación  que la conduce a situaciones límites.

No hay más que adentrarse en la filmografía de Paul Feig para comprobar que saca muy buen partido a las historias protagonizadas por mujeres que tienen la comedia como soporte o género referente. Sus últimos dos trabajos, con Melissa McCarthy al frente del reparto, así lo evidencian. Para su nueva heroína necesitaba una persona más frágil, capaz de modificar su carácter sin solución de continuidad, y que tanto pudiese interesarnos con unos modelos horteras que recién salida en apariencia de El diablo viste de Prada. La novela de Darcey Bell y la aportación artística de Anna Kendrick resultan dos de las excusas necesarias para ver una película de rasgos inteligentes, entretenida y fresca.

El guion es una variante de una historia que se podría tachar de convencional pero que muestra unos recovecos que la convierten en bastante original. Hay drama e intriga, si bien la comedia flota en el ambiente en cada secuencia a lo que se une una partitura ingeniosa de Theodore Shapiro y un ramillete de buenas canciones. Se apuesta unos colores vivos, aunque no demasiado, que si no fuera por una vivienda unifamiliar y algunos modelitos de Emily Nelson -Blake Lively-, la otra actriz que comparte honores estelares con la principal figura de la saga Dando la notaPitch Perfect-, diríamos que estamos metidos de lleno en los setenta.

Ella encarna a Stephanie, una viuda espídica y madre de Darren –Andrew Rannells-. No solo se preocupa de su hijo sino que además tiene su casa como un pincel, es la más destacada en las actividades culinarias para padres en el colegio y mantiene un blog –El vlog de Stepganie- que cada vez tiene más seguidores. En el mismo nos relatará día a día lo que sucede con Emily, su mejor, única, amiga ¿…? Cuando los hijos de ambas se empeñan en jugar juntos, Stephanie acude a casa de Emily. Es el comienzo de una extraña simbiosis en una vivienda unifamiliar epatante, con tantas diferencias como la forma de vestir hortera de la bloguera y la sofisticación y elegancia de la que directora de relaciones públicas.

Otros padres del mismo curso que sus hijos opinan que Emily se comerá a la otra mujer en un abrir y cerrar de ojos. Todo lo contrario. Stephanie se vuelve adicta a los perfectos martinis que prepara su amiga y mira no sin cierto sonrojo el primer encuentro del que es testigo de la propietaria de la moderna mansión con su marido, Sean –Henry Golding-. También aprende que no se debe de pedir nunca perdón y que, en caso de inferioridad, provoque un certero y altivo ataque para imponerse a su adversario. A cambio, Stephanie acepta cualquier petición por parte de su amiga, a quien no le gusta que la fotografíen y, casi de repente, se ve como niñera del pequeño Nicky –Ian Ho-, aunque ella no lo considere así.

Un día, Emily desaparece. Nadie sabe su paradero, ni siquiera su esposo, quien cada vez se acerca más a la protagonista que ya vive en la misma casa para cuidar a Nicky junto a su hijo. Una seguidora del blog le afirma que ha visto el posible automóvil en que se desplazaba la directora de relaciones públicas, por lo que Stephanie comienza una investigación paralela a la de la policía que nos deparará muchas sorpresas, cambios radicales en la situación y revueltas en una historia que, al socaire de Hitchcock nos mantendrá atentos a la pantalla, atrapados entre el thriller, el drama y el humor que destila el conjunto.

Se le pueden criticar muchos aspectos a este film, especialmente la superficialidad de los personajes ajenos a los dos caracteres principales. Lo que es innegable en el entretenimiento que consigue, hasta el punto de mantenernos pegados a la pantalla gracias un guion que no deja de deparar nueva emociones en casa secuencia. Contribuye la prestación de la pareja de actrices protagonistas. Hay química entre ellas, teniendo que hacer frente a diversos giros en su personalidad.

Anna Kendrick sale airoso de un rol más exigente y acepta sin rechistar esa figura de ama de casa marujona y de vestimenta más que discutible. Como bien le dice el jefe de Emily, no se puede combinar un pañuelo vintage de Chanel con una camiseta de Gap. Emily es la elegancia personificada. Segura de sí misma, cosmopolita, frívola y experimentada. Ambas tienen que hacer frente a hechos del pasado. Sucesos luctuosos de las que fueron directamente responsables. Situaciones que las hicieron más fuertes, aunque lo demuestren de diversa forma. Sin ellos, sería muy difícil admitir lo que sucede a lo largo de las casi dos horas de metraje.

From → Cine

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