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La leyenda de Redbad (Redbad) (**)

28 octubre 2018

La evangelización de los frisones

El rey Redbad ha pasado a la historia como un auténtico estratega en las batallas. Los francos, que pretendían dominar Europa en aras de la religión cristiana, temblaban con solo oír su nombre mientras que él pugnaba por una tierra libre basada en  enfrentamientos violentos. Algo habitual en el siglo VIII.

Se desconocen muchas cosas acerca de Redbad, puesto que la mayor parte de los documentos que lo referenciaban fueron destruidos o perdidos tras su muerte, acaecida según parce en el 719, aunque el film se centre en el 754. A todas luces esta última fecha sería imposible puesto que  Carlos Martel falleció en el 741 y su padre, Pipino de Heristal, en el 714. Por los suyos era considerado un monarca mientras que para los francos no pasaba de duque. Sea como fuera, se trata de un emblema para quienes actualmente pretenden la independencia de Frisia, una de las doce provincias que conforman los actuales Países Bajos.

El protagonista –Gijs Naber-, hijo del rey Aldigisl –Huub Stapel-, expresa airadamente sus dudas sobre los sacrificios humanos a cambio de obtener buenas cosechas. Máxime, cuando su amada Fenne –Lisa Smit- es una de las elegidas para honrar a la diosa correspondiente. Durante el ritual, los francos atacan, el monarca fallece y los locales pierden Dorestad, situado en la desembocadura del Rin. Los invasores, en aras de la fe cristiana y la evangelización, pretendían conseguir lo que nunca pudo Roma, dominar toda Europa. De momento, ya tenían el control de los ríos atlánticos, que hasta entonces marcaban la frontera con los frisones.

El tío del protagonista, Eibert –Derek de Lint-, le acusa de todos los males acontecidos, y el destino también le culpa, por lo que es atado a una balsa y abandonado a su suerte en el océano. Logra sobrevivir, presumiblemente después de varar en la isla de Heligoland, donde se casa con Frea –Loes Haverkort-  , la hija del rey local Wiglet –Soren Malling-, a cuyo lado combatió para doblegar a un clan rival. Cuando regresa a Dorestad con su esposa y a su hijo ve a su hermana, esposa de Pipino –Jonathan Banks-, vejada y humillada en plena calle. Recurre a su tío y a su primo Jurre – Teun Kuilboer–  con la esperanza de que puedan encabezar un ejército que combata con éxito a los invasores

De ahí parte su fama de estratega en las batallas, a lo que asistiremos especialmente en dos pasajes en el film. Uno, relativo a la caballería y el duelo final, que invita a pensar detenidamente en las tácticas militares en cualquier enfrentamiento. Hasta entonces, los francos luchaban en formación con los escudos por delante y los bárbaros del norte se lanzaban contra sus enemigos a pecho descubierto con gritos ensordecedores. Redbad doblegó a los francos, e incluso hizo retroceder a Carlos Martel –Tibo Vandenborre-, a quien derrotó en Colonia aunque, posteriormente, el hijo de Pipino de Heristal llegase a conquistar toda la región.

El holandés Roel Rediné, con un amplio currículo aunque sin ningún film trascendente, es quien ha puesto en marcha este largometraje, que se extiende más de dos horas y media. La producción es notable, haciendo gala de una flota vikinga que representa a los frisones y a los clanes asentados más hacia el norte. También es prolija en vestuario y bastante farragosa lo que, unido a su excesiva duración llega un momento en que llegas a desinteresarte, porque tampoco la puesta en escena ni la fotografía resultan enormemente llamativas.

Consigue que nos mantengamos atentos a la pantalla gracias a la acción prácticamente continua, con violencia incesante, lo que facilita que rueden cabezas por doquier o que éstas terminen en la picota. Precisamente, no son las mejores secuencias por parte de Rediné, ya que luce sobre todo en los momentos más íntimos. Esa violencia de que hablábamos se produce por las dos partes. Bien es cierto que los cristianos invaden en nombre de la fe y persiguen una evangelización total, pero lo hacen asesinado rivales y a gente a inocente, mujeres y niños solo por el simple hecho de no querer bautizarse. La tortura pública a que fue sometida la hermana del protagonista da buena prueba de ello.

Según cuenta la leyenda, el propio Redbad estuvo a punto de que San Bonifacio –Egber-Jan Weeber- le bautizase, pero el sacerdote le dijo que en el cielo no encontraría a ninguno de los suyos. Ante tal afirmación, el héroe decidió que estaría mejor en el infierno junto a toda su gente. Tampoco los paganos se quedaban atrás en actos execrables derivados de sus creencias religiosas. Recordemos, entre otros, los sacrificios humanos al inicio de un film que presenta a Redbad como un auténtico libertario. No estaba obligado a que nadie le impusiera ningún credo; ni un sacerdote, ni un rey, ni Dios mismo. Por eso ha pasado a la historia como adalid de la independencia.

From → Cine

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