El Grinch (The Grinch) (**1/2)

La tristeza de la soledad
Cuando llega el final de diciembre los lugareños intentan superarse y este año prevén organizar unos festejos lo triple de grandes. El resentido Grinch, que vive en la cueva situada en una montaña próxima, entiende que la única posibilidad de tener paz y tranquilidad pasa por robar la Navidad.
Son las últimas fiestas del año y también las más familiares. La mayoría de nosotros está a favor de la Navidad, pero cada doce meses se incrementa el porcentaje de seres humanos que está en contra de ella. Esa es la razón por la que el Grinch gane adeptos sin cesar. A estas alturas, las vivencias de este personaje nos resultan cercanas debido a una serie televisiva y a la película protagonizada en 2000 por Jim Carrey. Desde entonces, el nombre del hombrecito verde sale a relucir.
Todo comenzó en 1957 con el relato publicado por el escritor y caricaturista norteamericano Dr. Seuss, aunque fueron las posteriores adaptaciones las que popularizaron este curioso personaje verde que, viendo la felicidad de los habitantes de Villa Quien decide robarles la Navidad. En la historia ocupa un lugar especial la pequeña Cindy Lou, quien desea compensar especialmente a su madre, aunque para ello tenga que conocer al propio Santa Claus. Su empeño es tal que incluso convence a sus amigos para tal empresa.
Cada año, los lugareños echan el resto para conseguir unas fiestas inolvidables. Tanto es así, que esta vez se empeñan en un salto mortal que desemboque en el triple de ilusión, luces y colorido. Demasiado para el Grinch, quien observa con inquietud manifiesta los planes de sus vecinos. La solución a sus angustias pasa por robarles la Navidad, aunque tampoco dispone de muchas posibilidades. Junto a él se encuentra Max, un cachorro que le sigue de manera incondicional. El perro ve con asombro como su amo cose el traje, prepara un trineo y se atiborra a comida para parecerse a Santa Claus. Un poco de barriguita sí que echa, pero quizá no la suficiente como para dar el pego.
El Grinch tiene un punto muy reconocible de mala uva. Se trata de un personaje picarón y satírico cuyos atributos enriqueció todavía más Jim Carrey. Sin embargo, esta es una película de animación y, por tanto, va dirigida a los más pequeños. Esa es la razón por la que, aun respetando los personajes, sus comportamientos sean distintos, especialmente en el caso de los más perversos. El guion ha suavizado mucho el relato y los cineastas Scott Mosier y Yarrow Cheney, uno de los responsables de Mascotas, tampoco pretendieron endurecerlo.
Que este es otro Grinch queda patente porque, a la mínima oportunidad nos muestra que su diminuto corazón no es tan malo como parece. A falta de unos cuantos ejemplares, se conforma con que un reno tire de su trineo y encuentra a Fred, un animal orondo al que libera cuando se entera de que tiene una familia que le está esperando. Si es capaz de ello, a nadie le puede extrañar que se ablande en cuestiones más grandes y que afectan a los humanos. El conjunto es perfectamente servil para los pequeños de la casa, y algunos gags salpicados permiten que los mayores no se aburran demasiado.
El revestimiento de la historia es de lo más atractivo. Es muy colorista, casi barroca, pero la mayor linealidad de las casas, y especialmente de las montañas, sirve para amortiguar la exuberancia de las calles. Los personajes son atractivos y seguramente que cualquier espectador los encontrará amables. Incluso el que ejerce de protagonista, muestras una serie de líneas en el rostro que convierte a su figura en mucho menos agresiva con respecto a lo visto hasta ahora.
Con todo ello, nos queda un mensaje: la soledad no es buena. Este Grinch, realmente, no odia la Navidad sino que se siente solo, y eso le duele especialmente Motivo suficiente como para que no lo encontremos tan malo como lo pintaban inicialmente. En cuanto tiene la más mínima oportunidad saca a relucir unos sentimientos que parecían imposibles. Esa es la base principal de esta producción que, visualmente, puede que sea la mejor de su factoría desde la aparición de Gru, aunque por su contenido y posibilidades de cara al espectador queda por debajo de los Minions y de producciones más completas como ¡Canta!.