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Doble traición (**)

2 mayo 2019

Mordidas por el camino

Michael se encontró con un trabajo que superaba sus expectativas: coordinar un programa de la Naciones Unidas bajo la supervisión del Subsecretario General. Se trataba de gestionar el petróleo iraquí para con el dinero recaudado llevar ayuda humanitaria al país. Sin embargo, la corrupción era parte sustancial del proyecto.

La corrupción que rodea algunos, si no muchos, de los proyectos de ayuda humanitaria llevadas a cabo por organismos supranacionales o diversas ONG vuelven a primer plano de actualidad con este relato basado en las memorias de Michael Soussan, aunque en la pantalla aparece con el nombre de Michael Sullivan. Su padre, fallecido en un atentado en Líbano cuando él contaba con cinco años, se había ganado una buena reputación en la sede de las Naciones Unidad. Ahora él aspiraba a un puesto en la organización después de haber sido rechazado para otros quehaceres.

Michael Sullivan -Theo James- tiene una historia que contar. Se retrotrae al inicio, después de una entrevista de trabajo en la ONU. Confiesa a su hermana y a su cuñado que se había mostrado demasiado nervioso durante la evaluación y que no esperaba una respuesta afirmativa. Sin embargo, después de encontrarse con que las personas más cualificadas para el puesto se habían decantado por otros proyectos, el Subsecretario General Costa Passaris -Ben Kingsley-, recordando la figura del progenitor del protagonista, decidió aceptarlo como ayudante.

El puesto superaba todas sus expectativas, y debía encargarse de la coordinación del programa Petróleo por alimentosOil for Food. A raíz de la Guerra del Golfo se había establecido que la ONU gestionaría el crudo iraquí y que sus beneficios redundarían en ayuda humanitaria para el país. Pronto se hizo patente en la desigualdad de esta iniciativa, que premiaba especialmente al territorio natal de Saddam Hussein. Posteriormente, se pusieron de manifiesto comisiones, mordidas y corruptelas que afectaban al programa hasta que una comisión acusó a casi la mitad de las 45.000 empresas que formaban parte de aquella diligencia, incluidas compañías estadounidenses, rusas y de Oriente Medio. También a individuos de cierto prestigio, como al hijo del secretario General Kofi Anan.

El cineasta danés Per Fly rodó en su país esta adaptación con un reparto internacional que, junto al protagonista masculina de la saga Divergente, destaca la figura de Ben Kingsley y la de Jacqueline Bisset como Christina Dupré, la máxima opositora a que el programa Petróleo por alimentos se mantuviera en vigor. Los nombres han sido modificados, como en el caso del Subsecretario General. A Benon Sevan, que se refugió en Chipre, país que no contemplaba la extradición, se le acusó de haberse apropiado de casi ciento cincuenta mil dólares.

El personaje central va descubriendo paulatinamente la corrupción que rodea al programa, y eso que fue advertido nada más tomar posesión de su cargo por un agente de la CIA. Asistirá a los enfrentamientos entre los detractores y quienes abogaban por la continuidad del proyecto y advertirá en primera persona la intervención rusa en la figura de Rasnetsov -Brian Markinson-. Eran muchos los intereses en juego. Tantos, que sus responsables no dudaban en perpetrar las acciones necesarias, incluso asesinatos, para defender sus ingresos ilegales.

La historia es potente e interesante, pero la realización es plana y el personaje central, sobre el que recae el peso principal del filme, está por debajo del nivel necesario. Podríamos incluir en el mismo saco a Theo James, quien no consigue elevar a Michael Sullivan y queda muy por debajo de un Ben Kingsley que dota a estos papeles de una credibilidad aplastante. Los planos del edificio central de la ONU con el Edificio Chrysler de fondo y las secuencias rodadas pretendidamente en el Asia Occidental no son suficientes como para solventar una puesta en escena lánguida.

La presencia de Michael en la ONU, y más concretamente en el programa que ocupó su tiempo durante su estancia en el organismo da para un thriller más eficiente que el escrito por el propio Fly en colaboración con Daniel Pyne. A medida que se van descubriendo los intereses ocultos que rodean la iniciativa, el conjunto se vuelve más interesante, pero en ningún momento se transmite desde el celuloide la emoción necesaria. De la impresión de que las memorias de Soussan se han empequeñecido y permiten que desde el principio ya consideremos la corrupción que se nos mostrará más adelante. Lo malo es que no habrá sorpresas que nos entretengan.

From → Cine

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