Alcanzando tu sueño (Teen Spirit) (**)

Una chica con buena voz
Una inmigrante joven e introvertida que vive en la Isla de Wight sueña con convertirse en cantante profesional. De esta forma dejaría atrás en una vida que no le hace feliz. La ocasión tiene lugar cuando un concurso de canto que la televisión emite en prime time efectúa un casting en la zona.
Un buen ramillete de canciones y el protagonismo de una estrella emergente como Elle Fanning son los puntos fuertes del primer trabajo como director de Max Minghella, conocido por su trabajo como actor en la serie El cuento de la doncella, e hijo del malogrado cineasta responsable de El paciente inglés. Precisamente, Anthony Minghella había nacido en la británica Isla de Wight, donde su hijo ha ubicado esta historia centrada en una inmigrante polaca llamada Violet.
El personaje central tiene diecisiete años y es una adolescente tímida a la que le gusta cantar. Lo hace en un barucho donde si alguien se fija en ti y te aplaude ya puedes sentirte agradecido. Lo hace Vlad -Zlatko Buric-, un ex cantante de ópera que sabe reconocer una gran voz y que ahora dedica más atención de lo que debiera a la bebida. Violet vive con María, su madre soltera -Agnieska Grochowska-, quien no está de acuerdo en que su hija quiera ser una estrella de la música. Prefiere que siga formando parte del coro de la iglesia y que mantenga un trabajo que en modo alguno le satisface.
La oportunidad surge cuando un talent show televisivo llamado Teen Spirit va a llevar a cabo una serie de audiciones en la isla. Las compañeras de Violet se apuntan al tiempo que se burlan de ella, aunque finalmente decide inscribirse. Logra sobrepasar la primera criba y, por ser menor de edad, necesita que le acompañe un familiar o un tutor. Para no descubrirse ante su madre se lo pide a Vlad, quien acepta a cambio del cincuenta por ciento de las futuras ganancias.
La historia es predecible, incluso el traslado de la protagonista a Londres donde el público decidirá finalmente quien merece el premio tras escuchar a los aspirantes en la gran final. Emergen entonces las figuras de Jules -Rebecca Hall-, dominadora de la pantalla como una de las ejecutivas del programa, y de Keyan Spears -Ruari O’Connor-, ganador de la edición anterior, a través de una relación que no funciona. El concurso no cambia la personalidad del personaje central, una chica introvertida que, no obstante, manifiesta las inquietudes y atracciones lógicas de una adolescente de su edad.
Max Minghella saca partido a la isla de Wight, y muestra un buen conocimiento del entorno, pero la película nunca llega emocionar. Hemos visto recientemente otras producciones, incluso periféricas, en las que espacios televisivos de este género eran la meta de sus protagonistas y cuyo interés resultaba muy superior. Se pasan por alto algunos aspectos. Principalmente, el que se refiere a la inmigración y sus posibles problemas. Solo se nota en los idiomas distintos en los que habla Violet con su madre, o el que utiliza Vlad cuando se encuentra al hijo de unos admiradores de su talento operístico.
Los temas musicales importan mucho más que el desarrollo de la historia. De inicio se nos remite a Robyn y Annie Lennox, destacando el tema Dancing on My Own. Se trata de dos intérpretes rubias, como el personaje central de esta historia. El caso es que Elle Fanning es la encargada de interpretar cada tema, por lo que su valor en el filme sube muchos enteros a los ya establecidos con su actuación en este drama. En esa selección entran también Just a Girl, de No Doubt, Don`t Kill My Vibe, de Sigrid y Lights, de Ellie Goulding.
Hay reminiscencias de A Star is Born en esta apuesta, aunque se queda muy por debajo de su empaque, sus escenarios y su atractivo en general, incluido el magnetismo que emanaba de sus dos protagonistas. El conflicto en este caso es demasiado leve como para que suframos por su desarrollo. De echa de menos la suficiente tensión emocional que hubiera elevado exponencialmente la nota. Al concurso, cuyo nombre sirve para titular la película en inglés, también le falta fuerza. Uno piensa que La Voz o Tú sí que vales están muy por encima de esa creación ficticia cuyo propósito se sobreentiende, pero que no se reviste como debiera para un programa de supuesto éxito contrastado.