Playmobil: La película (Plamovil: The movie) (*1/2)

La historia en una mirada

Charlie desaparece y se introduce en el mágico mundo animado de los Playmovil. Su hermana mayor, María, sigue sus pasos con la intención de regresar juntos a casa. Convertidos en figuritas convivirán con nuevos amigos y aprenderán a conocerse mejor a sí mismos en una aventura de supervivencia.

Las muñecas de Famosa y las figuras de Playmóbil faltaban por incorporarse al celuloide. En el segundo caso esta omisión está subsanada, aunque, visto lo que se nos ofrece, tampoco hubiera hecho falta. El argumento está conformado por una totum revolutum histórico que va desde la Antigua Roma al futuro más rabioso. Por esta razón coexisten los duelos en el Circus Maximus con un extraterrestre y hasta un robot que intenta remedar a R2D2 y se queda en eso, en una imitación bastante pobre.

Sorprende inicialmente con la presencia de personajes de carne y hueso. María -Anya Taylor-Joy- es una adolescente que con su recién conseguido pasaporte aspira a llenarlo de escudos de países de los cinco continentes. Tiene dinero ahorrado y antes de entrar en la Universidad quiere ver mundo. Probablemente, no está preparada para decírselo a sus padres y su secreto es compartido por su hermano pequeño Charlie -Gabriel Bateman-. Una tragedia familiar le obliga a tener que cuidar del chaval y ejercer de madre.

Cuatro años después María se ha convertido en lo que no quería ser a su edad. Ahora se presenta como una mujer responsable, trabajadora y aplicada en mantener a flote su hogar. Por el contrario, Gabriel es algo semejante a lo que ella imaginaba tiempo atrás. El chico quiere vivir experiencias y se marcha de casa para recalara en una exposición de Playmobil. Cuando su hermana lo encuentra no hay marcha atrás y ambos son atrapados por el mundo mágico de unas figuras reconocibles y populares en todo el mundo.

Entran de lleno en un enfrentamiento entre normandos. Charlie se convierte en un vikingo de enorme fuerza y María es una mujer cuya melena se presenta mucho más reducida, al estilo de las reconocibles figuritas. Los dos hermanos terminarán separándose mientras surgen nuevos personajes y diferentes objetos, incluido un barco pirata, que resultan extraídos de las colecciones creadas por el grupo Brandstäter.

Mientras el muchacho terminará como una especie de gladiador en el circo del Emperador Maximus cuyo reclamo principal en la arena es un enorme dinosaurio, la chica, en su intento de encontrarlo, contará con ayudas inesperadas. Entre ellas, un conductor de caminos llamado Del; el carismático agente secreto, a imagen de James Bond, Rex Dasher; y hasta una curiosa hada madrina entrada en años. De estos personajes destaca Robotitron el autómata articulado al que, cada contratiempo, hay que recolocarle sus miembros. Tampoco falta el capitán pirata Bloodbones, el alien Glinara, o incluso un representante del western más tradicional.

Una amalgama de caracteres correspondientes a diferentes épocas históricas que, si estuvieran bien hilvanadas, aun con sus anacronismos, podrían haber resultado efectivas. No es el caso porque parece que las situaciones se han soltado al tuntún, sin que exista una línea de acción que lo justifique. Tampoco la labor del creador de la historia y director del filme, Lino DiSalvo, contribuye con su trabajo a mejorar un producto que va dirigido exclusivamente a los más pequeños y ofrece pocos argumentos de interés para el resto de espectadores.

Playmobil, a diferencia de otras franquicias del mismo target, como Lego, por el momento no ha dado en el clavo. Habrá que ver si después de esta experiencia que procede de Francia conviene perseverar. De momento, no da la talla y se queda a la misma altura del tamaño de esos agradables muñecos de plástico que tanto nos entretienen y con los que todos hemos jugado alguna vez.