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Sin filtro (Chamboultout – La Course de la Mouette) (*)

30 octubre 2019

Los peligros de la docuficción

Los amigos de siempre se reúnen en Biarritz como cada año. Esta vez se produce un hecho especial ya que Béatrice presenta en primicia su novela basada en la recuperación de su marido tras un accidente de tráfico. Todos ellos se ven representados en la novela y ninguno está de acuerdo con sus atributos.

Escribir una novela sobre hechos reales en los que aparecen personajes próximos siempre constituye un arma de doble filo. Lo más probable es que, a la vista de una docuficción, casi nadie esté satisfecho con la forma en que se le define y esa circunstancia es la base de la última apuesta cinematográfica de Eric Lavaine, quien desde Vuelta a casa de mi madre ha encontrado en Alexandra Lamy, la esposa de Jean Dujardin, su intérprete de cabecera. Sin embargo, no ha podido superar el nivel de aquel título, que tampoco era demasiado elevado.

La historia está basada en una novela de una amiga del cineasta, Barbara Hilaruy-Lafond, en la que narra las vicisitudes en torno a la recuperación de su marido después de un accidente de tráfico que le dejó en coma más de medio año. Se recuperó invidente y con una laguna mental desde el suceso. Lamy es Béatrice Mazuret y Eric García su esposo Frédéric. Como cada año marchan con sus amigos a Biarritz donde, además de las vacaciones, celebran el cumpleaños de ambos. Esta vez hay un punto añadido, el adelanto de la novela escrita por Béatrice en la que narra las vicisitudes de la recuperación de su marido.

El relato cuenta con muchos personajes, siguiendo una corriente impulsada por el cine francés en las que diversas parejas de amigos tienen sus desencuentros durante la convivencia estival para reforzar finalmente sus lazos afectivos. Un sub género al que Guillaume Canet le ha sacado mucho partido. En esta ocasión, los personajes se pierden, están mal dibujados o resultan incoherentes, como el amante de Béatrice que encarna Nuno Lopes. Quien sale mejor parada en la novela es la mejor amiga de la protagonista, Emmanuelle -Olivia Côte-, pero todos los demás tienen argumentos para rebelarse contra el texto.

No es que la autora resalte sus miserias. Son los adjetivos que definen a cada uno de sus amigos los que terminan por molestar a Nadia -Anne Marivin-, a JP -Medi Sadoun- y a Arnaud -Michel Vuillermoz-. Caso aparte representa el mejor amigo de Frédéric, un mujeriego llamado Fabrice -Michaël Youn-, quien teme que aquel se refiera en público a sus encuentros sexuales lejos del matrimonio porque su cabeza no rige correctamente.

Ese es el aspecto que más tiene que ver con la comedia en esta propuesta junto a la insistencia del lisiado personaje central por la comida basura. Cuanto más colesterol, mejor, y además no se da por satisfecho. Junto a secuencias que podrían haberse evitado se dejan aparcados aspectos mucho más interesantes. De entrada, se pone en valor una burocracia que amarga a Béatrice, al tiempo que la relación con sus hijos queda simplemente esbozada. Ahonda un poco más con respecto a su primogénita, de diecisiete años, Eugénie -Lucille Guillaume-. Se echa en falta una conversación profunda entre ambas cuando se reprochan mutuamente una aventura nocturna.

A tenor del éxito de taquilla en Francia, es posible que el público galo se divierta con este trabajo que se aproxima más al drama que a la comedia. No es el humor fino y sugerente al que estamos acostumbrados porque los diálogos y las situaciones se rinden a lo fácil. Abundan las inconsecuencias que se aproximan a lo paradójico, como quien no ha leído un libro en su vida y de repente descubre el valor de la lectura.

Se precipita más de lo necesario en el absurdo, representado por un Bernard, el amante de Béatrice, al que ella quiere presentar al resto durante la fiesta de cumpleaños. Aparece sin estar, por mucho que la suegra del personaje central afirme que su hijo necesita a su nuera y ella le necesita a él. Parece que todos le conocen y, sin embargo, pulula por la casa como un fantasma. A la vista de esta propuesta surgen preguntas, probablemente vanas, que no tienen contestación en el film. ¿Para qué necesita un ciego un reloj de lujo? Es una de las muchas dudas que nos pueden surgir en una apuesta que cinematográficamente no explota las bondades del País Vasco francés y se limita a centrarse en unos desordenados personajes.

From → Cine

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