Animales en apuros (Dva khvosta – Two Tails) (**)

Animales y extraterrestres
Un gato y un castor, a priori enemigos irreconciliables, terminan convirtiéndose en amigos inseparables. Juntos habrán de enfrentarse a un grupo de extraterrestres que secuestra a diversos colegas del bosque para llevárselos a un zoo espacial situado en la zona oscura del firmamento.
Érase una vez en un pedazo de bosque… Los protagonistas de esta aventura para los más pequeños la protagonizan un castor llamado Bob, y un gato de nombre Max. Aquel es un loco del ejercicio físico. Por su aspecto podría recordar al oso Yogui, pero no persigue los emparedados de los excursionistas ni se viste con pajarita. A cambio, no se cansa de hacer deporte para mantenerse en buena forma. El minino cae del cielo tras un mal aterrizaje y busca un refugio que no se le concede hasta que empieza a ofrecer una serenata. Mejor darle cobijo que arriesgarse a no pegar ojo en toda la noche. Así es como se hicieron amigos. Condenados a entenderse, terminan siendo uña y carne.
Mientras, en otro punto del Sistema Solar…. Un platillo volante pone rumbo a la Tierra con un el objetivo de hacerse con una pieza que salvará a su planeta de la extinción. Sus ocupantes tienen una innegable aura de ternura y juventud. Lejos de babear como los alienígenas de los Simpson, aunque tengan tentáculos, parecen dispuestos a no meterse en demasiados líos y a mostrarse siempre joviales y amistosos. No vienen solos, puesto que tras ellos aparece otra nave especial con unos inquilinos de aspecto siniestro, tal y como corresponde. Viajan de galaxia en galaxia secuestrando todo tipo de animales autóctonos para llevárselos al zoo instalado en la zona oscura.
Ya tenemos el conflicto y la excusa. Hay que añadir más animales, que cualquiera de ellos adoptarías como mascota, y un niño que se escapa del control paterno. No sabemos a ciencia cierta lo que pinta el chaval en esta historia que nos llega de Rusia escrita por Vasiliy Rovenskiy y dirigida por el debutante Víctor Azeev. El desarrollo es bastante simple y la puesta en escena no le anda a la zaga. Los escenarios huyen de lo abigarrado y los colores tiran más a planos que a brillantes. Aunque pretenda seguir las huellas de Dreamworks se asemeja más a una propuesta mejorada y con mayor financiación que un capítulo de la factoría Hanna Barbera.
Los más pequeños podrán disfrutarla porque resulta entretenida, y hasta vibrarán cuando el gato se arme hasta los dientes en una versión felina a lo Rambo. Incluso, se atreve a ponerse a los mandos de un ingenio espacial para enfrentarse a los aliens que dejan la vida diezmada en los alrededores de la cabaña del castor. Y es que, por mucho que sus armas parezcan de destrucción masiva hay cosas que no se pueden permitir. Máxime, cuando la amistad se encuentra por el medio. Ese es un valor que suele encontrarse en este tipo de producciones, en las que se valora especialmente el compañerismo y el trabajo en equipo. Una vez más, llega por el camino más fácil.
Pueden encontrarse más detalles de humor que de aventura, puesto que ésta apenas ofrece detalles novedosos. Las risas acompañan algunas situaciones, especialmente a consecuencia de golpes y reveses, por lo que el público al que va dirigido no se encontrará a disgusto. Más bien todo lo contrario.