Al Pacino, Anna Paquin, Bobby Cannavale, Domenick Lombardozzi, Harvey Keitel, Jack Huston, Joe Pesci, Martin Scorsese, Robert De Niro, Seann Sara Sella, Setroit, Sicilia, Steven Zaillian
El irlandés (The Irishman) (****1/2)

Otro de los nuestros
A través de los recuerdos de Frank Sheeran, veterano de la Segunda Guerra Mundial, así como estafador y sicario, se repasan sus conexiones con los principales elementos del hampa en los años sesenta y setenta. Especialmente, se detiene en la figura de Jimmy Hoffa, proporcionando una teoría sobre su desaparición.
Hablamos de una película de gánsteres dirigida por Martin Scorsese. O sea, palabras mayores. Gracias a los tres Oscar de Roma la plataforma Netflix se hizo mayor. Demostró que sus producciones eran algo más que simple relleno para su programación. Con El irlandés, cuyo coste se elevó a ciento cincuenta millones de euros, bien se le podría considerar como un gran estudio, teniendo en cuenta además las nuevas producciones que están a punto de llegar.
Prevista para su estreno a través de plataformas de pago, su responsable no se ha cortado lo más mínimo y se ha ido hasta las tres horas y media de duración. Lo justo para cerrar una historia, que abarca desde que su protagonista, Frank Sheeran -Robert De Niro- tiene 24 años hasta que se encuentra postrado en una silla de ruedas ya octogenario. No es la película definitiva sobre la mafia puesto que entendemos que a Scorsese le queda cuerda para rato, pero de momento sí que es la película definitiva sobre la mafia. Enlaza con Casino y Uno de los nuestros por cuando asistimos a la entronización y posterior ascenso de un nuevo miembro entre figuras míticas del gansterismo de principios de la segunda mitad del siglo XX en Estados Unidos.
No es la primera vez que Scorsese abre su película con un plano secuencia que recorre diversas estancias. Ahora se introduce por las dependencias de centro para la tercera edad hasta encontrarse con Sheeran. Desde ese momento, repasa su vida desde que era un conductor de camiones tras haber combatido en la Segunda Guerra Mundial durante cuatro años en Sicilia. Viaja por carretera en un viaje de tres días junto a Russell Bufalino -Joe Pesci- y sus respectivas esposas. Los dos hombres se conocieron en la misma carretera, aunque fue tiempo después cuando comenzaron su relación.
Bufalino era uno de los mafiosos más respetados del momento y prácticamente cualquier acción desde Detroit a la Costa Este pasaba por su veredicto. Bajo su protección medró el irlandés y también conoció a su segunda mujer. Llegó a formar parte del mundo del crimen organizado, demostrando que sus escrúpulos se habían quedado en Italia. No llegó a ser uno de los nuestros, pero casi, debido a su ascendencia anglosajona.
Fue su mentor quien le presentó a Jimmy Hoffa -Al Pacino-, presidente del sindicato de transportes, uno de los más fuertes del país. Sin camiones no había distribución de mercancías, reiteraba. Ambos personajes llegaron a ser amigos íntimos e incluso Hoffa respaldó que Sheeran se convirtiera en el presidente en el responsable de una de las secciones del sindicato. Para entonces, se había responsabilizado de distintos trabajos sucios, situación que brindó la oportunidad a Scorsese de brillar en momentos de acción a los que suele extraer especial brillo.
Todos los personajes reseñador existieron realmente, como también Angelo Bruno -Harvey Keitel-, Felix Skinny RazorDiTulio -Bobby Cannavale-, Tony Salerno -Domenick Lombardozzi-, y otros. Unos rótulos cuando se introduce alguno de ellos informan acerca del año y la forma de su muerte. El caso más llamativo es el del propio Hoffa, desparecido el 30 de julio de 1975 y declarado legalmente muerto en 1982. Se ofrece una teoría, la mostrada por Charles Brandt en el libro que utilizó Steven Zaillian para escribir este magnífico guion. Es la segunda colaboración con Scorsese, después de Gangs of New York -2002-, de este acreditado autor, oscarizado por La lista de Schindler–
Los doscientos diez minutos no pesan en absoluto gracias a la magnífica puesta en escena de su director a la presencia de unos actores irrepetibles. Es cierto que De Niro, Pacino y Pesci están en el ocaso de sus carreras, pero los tres firman una actuación para el recuerdo, complementada con los retoques digitales que les hacen pasar por diferentes edades. De todo ellos, lo más llamativo son los ojos azules de De Niro, quien firma un papel de menor dificultad hasta el desenlace. Más visceral es el de Pacino, si bien ambos quedan absolutamente oscurecidos por un Joe Pesci genial, que debiera optar sin cortapisas al Oscar de reparto.
Cualquier obra maestra debe ofrecer, cuando menos, esta calidad. Solamente en su parte final la película parece pesar un poco. El guion cierra perfectamente la historia, aunque su director probablemente se recrea explayándose en la religiosidad que suele acompañar sus propuestas. Para entonces, la partitura de Seann Sara Sella ya la tenemos perfectamente identificada, con unos compases simples y muy acertados. De las mejores el año tendiendo siempre presente que la música debe acompañar a las imágenes y no sentirse protagonista.
Una vez más, el responsable del filme deja en un segundo plano a las mujeres. La mayoría están de florero y ni siquiera se detiene en hacernos partícipes de sus conversaciones por muy banales que fueran. Solo destaca el personaje díscolo de Peggy Shheran, la hija mayor del irlandés. Con sus miradas, Anna Paquin lo dice todo sobre su personaje. A cambio, se ofrece una lección histórica de la época en Estados Unidos, incluido el magnicidio de John F. Kennedy, el nombramiento de su hermano Bob -Jack Huston- como fiscal general y el Watergate que terminó con la carrera política de Richard Nixon.
From → Cine
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