Espías con disfraz (Spies in Disguise) (***1/2)

A volar, palomas
Si no fuera por el científico Walter Beckett es más que probable que el super espía Lance Sterling no pudiera afrontar su último trabajo. Juntos tienen la misión de salvar el mundo y han de confiar el uno en el otro. Difícil, porque el estirado agente trabaja solo y al inventor nadie le tiene en cuenta desde que era un chiquillo.
Erase una vez un cortometraje de seis minutos creado en 2009 por Lucas Martell. Su título, Pigeon: Impossible, nos da muchas pistas. Hay una paloma y, como la cosa va de espías, una tarea al estilo de Ethan Hunt. Disney se ha encontrado con el largometraje basado en dicha producción tras haber engullido a Fox y, al mismo tiempo, con una cinta hábilmente diseñada para la familia, con especial atención a los más pequeños, a la que le puede sacar mucho partido con las posibles secuelas de este trabajo que firman los debutantes Troy Quane y Nick Bruno.
En nada se parece lo que se puede ver en la pantalla a una producción Disney/Pixar. Únicamente, por la forma estirada de los cuerpos y las piernas de alambre de la mayoría de los personajes, se pueden identificar como parientes lejanos de Los Increíbles. Tiene otras habilidades, como el hecho de que cada uno de los roles es el alter ego animado de actores reconocidos. Así, el súper espía Lance Sterling se equipara con Will Smith y Walter Beckett, el científico con el que comparte protagonismo, con Tom Holland.
Ellos mismos los han doblado en el original. No sucede lo mismo con otros. La jefa de Sterling es el equivalente a Helen Mirren y el malvado de turno tiene más que semejanza con el francés Vincent Cassel. Una licencia que da para mucho siempre y cuando los implicados acepten el juego. A ello hay que unir el género de espías en el que se incluye este título, lo que suele ser muy efectivo de cara al espectador. Permite visitar lugares exóticos y paradisíacos, al tiempo que se puede hacer hincapié en la elegancia merced a ese sosia de James Bond al que da vida Will Smith. Se incluye su porte, su clase y el encanto propio de los que están de vuelta de todo, y lo saben, porque han salvado al mundo en decenas de ocasiones. Tampoco falta su insistencia en trabajar solo
Pero esta vez no será nada sin Walter Beckett. Al menos, gracias a él, es una paloma. El científico siempre fue vituperado por sus compañeros. Era un raro ya de pequeño, lo que al otro lado del Atlántico se identifica como nerd, inteligente aunque con limitadas cualidades sociales. Únicamente su madre creía en él y ya no está para contarlo. Como adulto trabaja en la misma agencia que Sterling. Lo hace en un habitáculo olvidado porque nadie cree en sus habilidades, ni siquiera cuando afirma que puede hacer desaparecer a una persona. La sombra de Jimmy Neutrón parece muy alargada.
Es lógico, ya que se encuentra en el polo opuesto al de cualquier proveedor de artilugios para espías. En lugar de disparos predica abrazos y luces de colores. Es decir, deja sin margen de maniobra a los malos generando felicidad y buen rollo. ¿Qué tipo con licencia para matar se fía de un inventor así? Lance Sterling lo utiliza como último recurso. Cuando Killian, el malo de turno, roba la unidad de memoria que contiene la identidad de todos los agentes, lo hace utilizando su rostro y se convierte inmediatamente en culpable. Además, el villano posee unos drones indestructibles susceptibles de rastrear a cualquiera y reducirlo a cenizas.
Lance no tiene otra posibilidad que hacerse invisible y Walter lo convierte en paloma. Una más, como si no se hubiera utilizado esa ave en casi ninguna producción animada. Con ella, aparecen otros congéneres que debieran ser los encargados de las sonrisas más fáciles. Unido a la acción trepidante, el entretenimiento está asegurado por mucho que todo lo que sucede en la pantalla nos suene ha visto. De nuevo, se magnifica la moraleja de que el trabajo en equipo es necesario. La amistad y la colaboración resultan indispensables.
Tengo que confesar que me he entretenido, y mucho. He tomado esta película como una parodia y la he disfrutado. Especialmente, pensando en lo que puede dar de sí obviando a la paloma y creando nuevos intervinientes y otros originales inventos pacifistas por parte de Walter. Un análisis sesudo nos lleva a pensar que hay muy pocas novedades en esta propuesta. Que se ha copiado más que se ha creado. También es posible que si no hay secuelas la película se quede perdida en el limbo de los recuerdos dentro de unos meses.
Por el contrario, representa un divertimento de principio a fin. Un producto navideño que cambia a Papá Noel por buenas voluntades y que servirá para que la familia la goce al completo. El humor, como casi todos los detalles, se queda en la zona de confort, y por eso no defrauda. Incluso, es tanto más agradable cuando se convierte en más alocada y absurda. Técnicamente, además, la fusión de animación con imágenes reales tamizadas por el ordenador, funciona. Los efectos de agua son creíbles hasta llegar al realismo. En ese aspecto, no hay reproches.