Saltar al contenido

Onward (***1/2)

3 marzo 2020

Recuperando la magia

Dos elfos adolescentes se embarcan en una aventura para recuperar la magia y poder encontrarse con su padre fallecido cuando ambos eran muy pequeños. Si lo consiguen, podrán disfrutar de su compañía durante veinticuatro horas y recordarlo durante toda su vida, pero la empresa no será fácil.

Este nuevo proyecto animado de Pixar comienza de manera pletórica. Habla de un tiempo en que existía la magia, una época en que coexistían elfos, hadas, trolls, pegasos, cíclopes, centauros y toda clase de animales que pudiéramos imaginar. Los magos eran útiles, pero fueron decayendo a causa del progreso. La electricidad dio paso a la luz y las cocinas de gas a las fogatas, entre otros muchos ejemplos. La idea nos parece fantástica, pero se queda parada al comienzo como un tren que aparca en vía muerta.

Lo que podría haber sido una aventura fascinante, comparando o aunando los nuevos adelantos tecnológicos y la magia da paso a un film más que correcto. Hace gala de una buena animación y de unos personajes entrañables, pero se destina descaradamente a la comercialidad. Será un éxito en taquilla, y seguramente acumula méritos para ello puesto que se nutre de un carnaval de imaginación en lo que a la puesta en escena se refiere. Sin embargo, su guion opta por el camino más fácil, al contrario de la propuesta del film. Se aproxima más a Monstruos University, dirigida igualmente por Dan Scanlon, que a Del revés cuando tenía mimbres para lo contrario.

Ian y Barley Lighfoot son dos elfos adolescentes. El primero es timorato y echa de menos a su padre, a quien no llegó a conocer; el segundo es un vago que disfruta de un año sabático y disfruta con los juegos de rol. Sabe todo lo concerniente a conjuros y a la magia antigua. Su madre se esfuerza por mantener el orden y su nueva pareja es Colt Bronco, un centauro que pertenece al cuerpo de policía.

El día en que Ian cumple dieciséis, su madre Laurel saca un viejo objeto que perteneció a su esposo y que le encomendó que se lo diera a los chicos cuando fueran mayores. Se trata de una vara mágica, una gema y de un escrito según el cual puede volver a la vida durante veinticuatro horas siempre que el conjuro se ejecute correctamente. Barley no parece capacitado para hacerlo y cuando lo intenta Ian se queda a medias. Solo han recuperado a su padre de cintura para abajo y la gema ha desaparecido. Disponen de veinticuatro horas para encontrarla antes de que el cuerpo de su progenitor se desvanezca definitivamente.

Así comienza una aventura contrarreloj en la que surgirán nuevos personajes, siendo especialmente significativa Corey, una mantícora, quimera con cabeza humana y cola de escorpión, dueña de un restaurante. También un divertido grupo de pequeños seres mitológicos que asemejan una banda de moteros con sus respectivas Harley-Davidson. Los dos hermanos quieren concluir su aventura desconociendo que lleva consigo el peligro de una maldición. Surgirá un inmenso dragón que solo puede ser abatido por la espada mágica que buscan Laurel y Corey.

El aspecto visual de Oward es muy atractivo. Los escenarios que proponen son agradables y están bien diseñados gracias a la ayuda del ordenador. Los personajes componen una cascada de  imágenes muy seductoras que desembocan en un producto bastante eficiente. Al estilo de Pixar. El desarrollo del guion resulta mucho menos imaginativo. Despreciar el duelo entre la magia y los adelantos científicos obliga a una aventura convencional. En este caso, se nutre de aspectos que recuerdan a Harry Potter, la taberna de Star Wars y, sobre todo, detalles ya conocidos gracias a Indiana Jones y la última cruzada.

El resultado final es tan entretenido como fiable por mucho que no tenga los mimbres necesarios para alcanzar la categoría de obra de arte ni para situarse en el podio de los largometrajes de Pixar. La imaginación sobra en sus dependencias y son maestros en entretener. Nadie puede sentirse defraudado porque sus méritos exteriores son mucho más evidentes que lo que muestra más allá de la superficie. Con la diversión más que asegurada, bien podría decirse que Onward es una rareza que gana muchos enteros gracias a la van llamada Guinevere, que por derecho propio debe de entrar en la antología de los hallazgos de la compañía.

From → Cine

Deja un comentario

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.