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365 DNI (365 Days) (*)

14 junio 2020

La bella y el bestia

Un mafioso italiano se encapricha de una mujer polaca a la que ha visto en sueños recurrentes. Tras raptarla la lleva a vivir a su castillo y le da un plazo de 365 días para que se enamore de él. Mientras, solo hará lo que le ella le pida y si terminado ese plazo no la ha seducido ella será libre para continuar con su vida.

La cineasta polaca Barbara Bialowas parece que está obsesiona con las historias eróticas. En su primera película, Big Love, una chica joven conocía a un muchacho mayor que le mostraba un mundo que la atraía sobremanera. Ahora le toca el turno a un mafioso italiano y a una chica polaca. El hombre parece un modelo de firmas supranacionales, y ella se deja vestir con los atuendos más atrevidos. Sin duda, 50 sombras de Grey se perfila en el horizonte, aunque se cambie el sadomasoquismo sexual por el de un confinamiento contra la voluntad de la mujer, según la novela de Blanka Lipinska.

Massimo Torricelli -Michele Morrone- resulta herido en el atentado mortal contra su padre, capo de la mafia siciliana. Cuando se recupera lo encontramos como una persona sin escrúpulos, que vive en un castillo al pie del Etna y que está obsesionado por una mujer recurrente en sus sueños. Aparece un día en el aeropuerto convertida en Laura Biel -Anna-Maria Sieklucka-, una ejecutiva polaca. Ni corto ni perezoso, el italiano despide con cajas destempladas a su novia Ana -Natasza Urbanska- y le muestra a la centroeuropea la infidelidad de su novio antes de secuestrarla y llevarla a su magnífica morada.

Allí, auxiliado por Mario -Otra Saralidze-, su mano derecha y hombre de confianza, y su hijo Domenico -Bronislaw Wroclawski-, confina a Laura y le propone que si en 365 días no se enamora de él la dejará libre. Curiosamente, a nadie extraña la ausencia de la chica excepto a su madre -Grazyna Szapolowska-. Ni tan siquiera a su mejor amiga, Olga -Magdalena Lamparska-. A pesar de su cargo, nadie la echa de menos y comienza de esta forma un espectáculo machista, pleno de erotismo, que más parece la continuación del aparentemente cercenado anuncio de Dolce & Gabbana en el que una mujer y un hombre con cuerpos magníficos se encuentran en un yate.

La película es un auténtico despropósito si exceptuamos la fisonomía de sus protagonistas y el vestuario exageradamente insinuante de Anna-Maria Sieklucka. Es una sucesión de imágenes que solamente pueden agradar a los voyeurs, ellas y ellos, y a quienes pretendan erotizarse con una versión light del Kamasutra. Al margen de las vistas de Sicilia, la fotografía tampoco depara sensaciones extraordinarias y la interpretación es mejor olvidarla dentro de una historia que tiene más vías de agua que una chalupa agujerada.

Michele Morrone, cuando hace el amor parece que sufre. Sus gestos y su cara ni siquiera se acercan a lo que persigue su directora. Lo mejora su partenaire porque era muy difícil hacerlo peor, aunque tampoco brilla en este apartado. En cuanto al plano sexual, se queda en el límite de lo explícito para determinar un trabajo que solo es admisible desde el punto de vista sensual puesto que el guion no consigue centrarse en ningún momento y casi todos sus aspectos resultan difíciles de creer o, cuando menos, son incongruentes.

From → Cine

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