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Las brujas de Roald Dahl (The Witches) (**)

31 octubre 2020

Un niño, un ratón

Un chaval se instala junto a su tía en un exclusivo hotel huyendo de una bruja. Lo que no saben es que en ese establecimiento tiene lugar una convención de hechiceras que tienen un plan siniestro. Nada menos que aplicar una poción en sus dulces que convertirá en ratones a todos los niños que los prueben.

Las brujas es un remake del film protagonizado en 1990 por Anjelica Huston que, a su vez, se basaba en la novela de Roald Dahl. Coproducida por los mexicanos Guillermo del Toro, coautor del guion, y Alfonso Cuarón, es la última apuesta de Robert Zemeckis antes de encarar su ambiciosa versión de Pinocho. El cineasta de Chicago parece haberle cogido el gusto a cualquier historia que le permita lucirse con los efectos especiales. Muy lejana queda su obra maestra, Forres Gump -1994-, y este título encaja mucho más con La muerte os sienta tan bienDeath Becomes Her, 1992-.

Una voz en off, que en el original es la de Chris Rock, presenta una serie de diapositivas para reafirmar que las brujas existen y que están entre nosotros. Puede ser una conductora de autobús, la cartera que nos trae el correo o cualquiera que nos crucemos por la calle. Al mismo tiempo relata sus primeras experiencias cuando era niño -Jahzir Bruno-. Nombrado como Hero Boy, se quedó huérfano durante su octava Navidad, razón por la que se fue a vivir con su abuela -Octavia Spencer- a la pequeña localidad de Demopolis.

La mujer lleva desde niña combatiendo a las brujas y cuando un amigo de su nieto tiene un encuentro desagradable con una de ellas, le cuenta las características de las hechiceras. Entre otras, que su comisura de los labios se alarga hasta prácticamente las orejas, como si del mismísimo Joker se tratase. Usan guantes porque tienen garras, los dedos de sus pies parecen cortados con un hacha y son calvas. Por eso llevan pelucas y padecen de un desagradable sarpullido. Sus fosas nasales se agrandan cuando huelen una presa, que para ellas tiene el olor de una deposición de bebé.

Para huir de ellas se instalan en un hotel de gran lujo en Alabama, donde un primero de la abuela trabajó como chef y colaboró a la buena reputación del lugar. Choca que, en el año 1967, una mujer y un niño de color se alojaran sin problemas en un estado racista en un establecimiento exclusivo. Coincidiendo con su estancia tiene lugar una convención de mujeres protectoras de la infancia. En realidad. son brujas que tienen la intención de exterminar a todos los chavales del mundo.

Recibidas por el gerente Stringer -Staley Tucci-, enseguida accedemos a los siniestros planes de la lideresa de las hechiceras -Anne Hathaway-. Ordena a sus subordinadas que abran una dulcería en cada una de sus ciudades y apliquen a sus productos unas gotas de una determinada poción. Bastará con una sola para convertir a cualquier niño en un ratón, pero con tres el efecto será inmediato. Ya lo han conseguido con la mascota de Hero y están a punto de consumarlo con Bruno Jenkins -Codie-Lei Eastick-, hijo de unos huéspedes del hotel.

Los ratones que antes eran niños, la sonrisa malvada de la gran bruja y el crecimiento de sus fosas nasales cuando huelen a cualquier pequeño le permiten a Robert Zemeckis aunar con acierto los efectos especiales con los personajes reales. En otros pasajes no lucen tanto, pero la película siempre crece cuando aparece en escena Anne Hathaway. Sin embargo, el conjunto se queda bastante lejos de La maldición de las brujas rodada por Nicolas Roeg.

No hay que dudar de Zemeckis a la hora de ambientar sus propuestas, ni tampoco del ritmo que consigue proporcionarles. En este caso, se queda por debajo de su media, convirtiendo una historia de terror en una casi comedia de aventuras familiar. En ningún momento consigue angustiarnos ni tampoco consigue la necesaria tensión para que nos mantengamos en vilo por el devenir del protagonista. Visto lo visto, no había necesidad de este remake, aunque la sonrisa de la Hathaway quedará en nuestra memoria como los agujeros en el cuerpo de Bruce Willis, Meryl Streep y Goldie Hawn en La muerte os sienta tan bien.

Las brujas de Roald Dahl no provoca sustos. Más bien se trata de una propuesta familiar que permite a su autor lucirse con los efectos especiales. Quien sale respaldada es Anne Hathaway, que vuelve a cumplir son su personaje, aunque en este caso exija diferentes excesos que, gracias a ella, no resultan histriónicos.

From → Cine

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