Contagio en alta mar (Sea Fever) (*1/2)

Un alien en el océano
Un barco de pesca pierde su rumbo en alta mar. La vida de sus tripulantes, a los que acompaña una científica especializada en el comportamiento de la fauna, corre excesivo peligro por la aparición de un parásito que amenaza por destrozar la embarcación.
Partimos de un supuesto que debemos aceptar. Existe una zona marítima que está fuera del alcance de la guardia costera y de los sistemas de comunicación. Si aceptamos esa premisa, Contagio en alta mar resulta más creíble. Incluida la aparición de un parásito que amenaza con hacer zozobrar al pesquero en el que navegan los protagonistas
A la tripulación habitual del Niam Chinn Óir, que facilita un reparto internacional, se une Siobhán -Hermione Corfield-, una muchacha que estudia los patrones del comportamiento de la fauna. La primera desavenencia surge por el color de su pelo. Una mujer pelirroja a bordo es un mal augurio. Más adelante, cuando ella pretende bucear se le advierte que un barco pesquero nunca se detiene.
El bajel está a las órdenes del capitán Gerard -Dougray Scott-, aunque él insiste que la verdadera jefa es su esposa Freya -Connie Nielsen-. Con ellos, la tripulación se compone del especialista Omid Hamilton Accie -Ardalan Esmaili-, su hijo Sudy -Elie Bouakaza-, Johnny -Jack Hickley- y la veterana Ciara -Olwen Fouéré-. La mayoría, contraria a la presencia de Siobhán. Antes de zarpar la guardia costera les informa de que se dirigen a un caladero que cuenta con peces en abundancia, pero que habrán de rodear una zona de exclusión para llegar a su destino.
Gerard decide navegar por la franja prohibida y dentro de ella se topan con una especie de bajío a resultas de lo cual aparecen extrañas brechas en el pesquero que exudan un líquido verdoso. Bajo el agua distinguen los tentáculos de un ser bioluminiscente que consideran un calamar gigante. Esa noche avistan otro barco que parece ir a la deriva. Al inspeccionarlo encuentran a todos sus tripulantes muertos y lo achacan a la fiebre del mar, en referencia al título original de este film irlandés dirigido por Neasa Hardiman, que hasta ahora ha desarrollado toda su carrera en producciones televisivas.
El primero en mostrar alguna anomalía es Johnny, que muestra un comportamiento inusual. Poco después, tras una serie de trastornos, se advierte que decenas de organismos minúsculos se cuelan por el sistema de agua poniendo en serio peligro la estabilidad del barco. Siobhán y Omid intentarán con sus conocimientos detener esa amenaza mientras la película se adentra cada vez más en el género de terror. Aporta unos cuantos sustos y algo de gore para alejarse del thriller propuesto inicialmente.
La puesta en escena es competente. Se apuesta por una atmósfera espesa y al desarrollo le apoyan una interpretación destacable y una dirección eficaz. Es el guion del propio autor el que hace aguas. Más bien simple, asemeja un esquema de Alien, el octavo pasajero, con la variante de que en Contagio en alta mar se desarrolla en un medio acuífero. El aspecto más interesante del texto estriba en el enfrentamiento entre lo empírico y lo tradicional.
Partiendo del nombre del barco, Niam Chinn Óir, ya nos remite a la cosmogonía local, en la que Niam, la de los cabellos dorados, era la hija del dios del mar y del clima. De esta forma se establece un claro enfrentamiento entre la posición de la científica y las supersticiones de Gerard y el resto de la tripulación. Irlanda, a través del mundo celta, conserva muchas de las tradiciones y creencias impuestas en su día por los bardos.
Un aspecto muy interesante, que podría enriquecer la película, aunque no se profundiza en ello lo que sería deseable. Se da preferencia al horror, en aras de una mayor comercialidad. Un aspecto que resta calidad cinematográfica y que fortalece la endeblez de la historia. El resultado es mucho menos eficiente teniendo en cuenta esos parámetros.