Amit Shah, David Wilmot, Glenn Leyburn, Irlanda del Norte, Lesley Manville, Liam Neeson, Lisa Barros D'Sa
Eternamente enamorados (Ordinary People) (***1/2)

Entre malas noticias
Un matrimonio maduro se encuentra, con la noche a la mañana, ante el diagnóstico de un cáncer de pecho. Llevan toda una vida juntos, se critican desde la confianza de lo soportado en compañía, incluso la pérdida de una hija. Sin embargo, todo esto es nuevo para ellos y se avecinan días difíciles.
Cuando un médico te dice que no son las noticias que esperábamos es que algo va mal, o incluso demasiado mal. Comienza la negación, aunque haya que prepararse para lo peor. Un informe cruel que apenas cabe en nuestra mente, y que por ello sentimos que nos rebelamos ante el infortunio. Luego, vendrán los siguientes pasos y habrá que superar la negociación y la aceptación hasta desembocar en la aceptación. El dramaturgo norirlandés Owen McCafferty escribió su primer guion para el cine basándose en sus propias experiencias, una vez que a su esposa le descubrieron un tumor maligno de mama.
Compatriotas suyos son los dos responsables del film, Lisa Barros D’Sa y Glenn Leyburn. En conjunto, han optado por una propuesta intimista, casi un docudrama, acerca de los pasos que se siguen tras un mal diagnóstico y como el apoyo de otras personas resulta fundamental. Es cierto que cada uno debe afrontar ese trago de forma individual y que lo que siente difícilmente es trasladable a otra persona. Ni aunque sea su marido y lleven felizmente casados décadas. La angustia y el dolor, nunca será el mismo. A veces, otro enfermo reconforta más que el familiar más allegado.
Joan -Lesley Manville- se nota un bulto en el pecho mientras se ducha. Hace ocho meses que se ha hecho una mamografía y su esposo Tom -Liam Neeson- le resta importancia. Cuando su médico de cabecera al ausculta al día siguiente tiene la sensación de que se trata de un quiste, pero la remite a más pruebas en el hospital. Después de las consiguientes mamografías, ecografías y biopsias llega la adversidad. Por delante esperan duras jornadas de quimioterapia y la inevitable caída del pelo que desemboca en una de las secuencias más emotivas.
Toma ayuda a su esposa y le afeita la cabeza. El primer momento conjunto es de una sonrisa cómplice, pero cuando ella se queda sola ante el espejo no puede evitar la mueca que mezcla desesperación y temor. Ambos conforman una pareja estable desde hace décadas. Han llegado a un punto en el que se atacan por sus defectos, aunque siempre desde el lado más cariñoso. Hay una compenetración total y un cariño evidente aun en los momentos más tensos. Por eso nos duele más esta propuesta. Sobre todo, a quienes han pasado por esa situación o están a punto de superarla. Han remontado juntos otras adversidades, como el prematuro fallecimiento de su hija. No obstante, cada circunstancia es distinta.
Una película española, La lista de los deseos enfoca también esta temática, si bien lo hace desde una perspectiva más ligera, volcándose hacia la comedia. En esta producción británica no hay concesiones. Posiblemente, la mayor distensión de Joan es cuando se encuentra con un profesor de primaria de su hija, Peter -David Wilmot- que sufre un cáncer terminal y cuyo compañero sentimental, Steve -Amit Shah- no tiene fuerzas para acompañarlo hasta las dependencias previas a la quimio.
De esta forma, con el dolor constante, se van consumiendo etapas. Entre ellas, la de la veterana que anticipa los sufrimientos de las prescripciones y la de la novata que recibirá palabras similares por boca del personaje interpretado por Lesley Manville, que se doctora con su trabajo ante las cámaras. Sorprendió en El hilo invisible y refrenda ahora su categoría como actriz con esta actuación. Su compenetración con Neeson es admirable y ambos consiguen que la emotividad de la cinta llegue al patio de butacas.
Los detalles dramáticos completan un proyecto compacto y vigoroso. Hay algunos estereotipos que tienden a la lágrima fácil, pero el sentido minimalista impuesto por Lisa Barros D’Sa y Glenn Leyburn permiten elevar el tono hasta un nivel más que notable. Ayuda la partitura de David Holmes y Brian Irvine, así como la cálida fotografía de Piers McGrail. Todo ello ayuda a soportar la claustrofobia que se desprende de un relato crudo, severo y que por momentos da la sensación de estar muy alejado de la ficción.
From → Cine
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