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The Collini Case (Der Fall Collini) (***)

8 diciembre 2020

1En cumplimiento de la profesión

A un abogado recién licenciado le corresponde en turno de oficio defender al asesino de un respetable empresario. El fallecido había sido su mentor y la persona que le acogió en su casa y le pagó sus estudios. A medida que avanza la vista se destapa uno de los mayores escándalos judiciales en Alemania.

Nos encontramos ante una película que llega sin hacer mucho ruido, pero que posee unos valores evidentes. Marko Kreuzpaintner dirigió esta adaptación de la novela de Ferdinand von Schirach que denuncia la llamada Ley Dreher, aprobada en 1968 por el Bundestag. Lo más parecida a una disposición de punto final permitió que innumerables criminales de guerra escaparan de la justicia. La mayoría de los asesinatos por represalia perpetrados por los nazis fueron considerados a partir de ese momento como homicidios. El paso del tiempo permitió que hubieran prescrito y no se pudiera enjuiciar a los culpables.

La acción comienza en un hotel de lujo en el que un hombre es asesinado. Se trata de Hans Meyer –Manfred Zapatka- un prestigioso empresario multimedia, aunque por su nombre de pila, Jean Baptiste, no fue reconocido inicialmente por el abogado de nuevo cuño Caspar Leinen –Elyas M’Barek-, a quien el fallecido había recogido en su casa. Caspar estudió junto al nieto del magnate e incluso se enamoró y fue correspondido por la hermana de este, Johanna Meyer –Alexandra María Lara-. El empresario se encargó de los costes de la carrera de Derecho y le regaló a su conclusión uno de los automóviles antiguos de su colección.

Cuando Caspar conoce la verdadera identidad del asesinado piensa en abandonar el caso, especialmente al reencontrarse con Johanna y revivir su historia de amor. Sin embargo, el abogado de la acusación, Richard Mattinger –Heiner Lauterbach, que había sido su profesor de Derecho Penal, le disuade. El protagonista tiene que defender una causa perdida. El presunto asesino, Fabrizio Collini –Franco Nero-, un italiano que lleva casi dos décadas residiendo en Alemania, no quiere hablar, pero sus huellas están presentes en el arma homicida, tenía restos de sangre en su ropa y fue quien advirtió al servicio del establecimiento de que había un hombre muerto en la suite presidencial.

Caspar Leiner mete la pata en más de una ocasión a causa de su escasa experiencia, lo que provoca más de una risa cómplice entre Mattinger y el fiscal Reimers –Rainer Bock-. De todas formas, está decidido a ser un buen profesional y llevar su trabajo de la manera más honrosa posible. Por eso no acepta un primer acuerdo ofrecido por la acusación, e incluso se distancia de Johanna al insistir en que debe seguir adelante con su defensa.

En una de las pausas del juicio, con la ayuda de una joven dependienta de una pizzería llamada Nina –Pia Stutzenstein- y tras el acercamiento con su padre –Peter Prager-, que posee una librería en Frankfurt-, accede a importantes revelaciones que le llevan a la localidad italiana de Montecatini, en la Toscana, cerca de Pisa. Se trata de la localidad natal de Collini en la que descubre que Hans Meyer había sido un oficial de las SS y que en uno de sus actos de represalia encargó el fusilamiento del padre del ahora acusado. Incluso, obligó a ver al chaval como le disparaban tres tiros de gracia.

La publicación de la novela en 2014 generó mucha controversia en Alemania, un país acostumbrado a no hurgar en sus heridas recientes. La versión fílmica se convierte en una interesante película de juicios que, como es norma, va in crescendo y mantiene el interés del espectador. Eso no quite para que vaya dejando lagunas por el camino que en la mayoría de los casos no se preocupa por resolver.  En ocasiones se trata de pequeñas trampas en pro de una historia que de por sí resulta suficientemente potente; y en otras, se estira demasiado, con algunos flashbacks alargados, que llevan el metraje a sobrepasar las dos horas.

Con una interpretación más que correcta y una puesta en escena aseada, el principal problema es que no llega a emocionarnos como debiera en lo que atañe al abogado novato y al impertérrito acusado. Sí que son dolorosas las imágenes de Montecatini, cuando tiene lugar la represalia de los vecinos después de que los partisanos hubieran asesinado a dos soldados alemanes. A lo largo de la vista, con una jueza bastante tolerante –Catrin Striebeck- destaca más el orgulloso Mattinger que las acciones del acusado. En cuanto a Caspar Leiner, su evidente interés en cumplir con su profesión apaga momentos más emotivos y que necesitarían de mayor expresividad.

From → Cine

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