El incoveniente (***)

A punto de todo

A Sara le han ofrecido comprar la casa perfecta. Es muy barata, tiene buena iluminación y unas espléndidas vistas. El problema es que no podrá instalarse en ella hasta que fallezca su actual propietaria, una septuagenaria fumadora y bebedora. Pese a ello, está dispuesta a adquirir la vivienda.

El primer largometraje de Bernabé Rico es la adaptación de una obra teatral. Nos remite a 100 metros cuadrados, original de Juan Carlos Rubio, que ha sido traducida a seis idiomas. El texto original es resultón gracias a que combina con acierto el drama y la comedia. Probablemente, la colaboración del propio autor en el guion ha sido de gran ayuda para que el espíritu y características principales de la función se haya trasladado al celuloide.

Suficiente para que la película resulte satisfactoria al espectador. Por eso acumula el respaldo popular por donde pasa. El culmen tuvo lugar en el Festival de Málaga, donde se alzó con el Premio del Público y con el de mejor actriz. Merecido en el cao de Kiti Manver, que después de medio siglo de trabajo constante ha encontrado un papel que realza su inmensa calidad como intérprete.

A Sara -Juana Acosta- le han ofrecido un chollo. Adquirir a mitad de precio una casa de cien metros cuadrados en un codiciado barrio sevillano. Es luminosa, suficientemente amplia y cuenta con unas espléndidas vistas. El inconveniente, porque siempre hay un obstáculo en las gangas, es que no podrá instalarse en ella hasta que muera su actual propietaria. LoLa -Kiti Manver- es una septuagenaria que bebe y fuma en exceso.

En su día fueron Miriam Díaz-Aroca, María Luisa Merlo y Jorge Roelas los encargados del estreno. En su intento de apartarse lo más posible de la referencia escénica, la nómina se completa en el cine con Carlos Areces y la participación casi testimonial de José Sacristán, Daniel Grao y Eduardo Rejón. Aunque el primero aparece de forma recurrente en diversas secuencias, tal y como sucedía con su personaje sobre las tablas, su presencia está bien integrada. Lo que era un recurso en el texto original para aligerar la nómina, se convierte en este caso en un agradable remedio cómico.

Ya se sabe que todo aquello que pueda salir mal siempre es susceptible de empeorar. Eso es lo que sucede con el contenido de esta propuesta en la que solo se necesita un empujoncito para que sucedan las cosas. Muchas situaciones y diversos aspectos del guion están a punto de provocar que se produzca algo trascendente. Las cosas suceden, las más esperadas y también las menos sorpresivas. Incluso éstas pueden adelantarse a las otras.

Lola está a un paso del cementerio. Su ritmo de vida y sus dos operaciones coronarias anticipan que no vivirá mucho tiempo. Sara puede esperar, pero no tanto en el instante que su marido, con el que hace tiempo está distanciada, le ha pedido el divorcio para casarse con su actual compañera, actualmente embarazada. Ella había comprado la vivienda para instalarse cuando se produjera esa situación y los acontecimientos, de forma inesperada, se han precipitado.

También Óscar Ramos, el personaje de Carlos Areces está a punto de encontrar un trabajo estable y que le satisfaga. Lo hemos visto de vendedor inmobiliario, y hasta de conductor de ambulancias, aportando el actor en cada caso unos elementos de comedia que contrastan con el aspecto más dramático, aunque profundamente tierno, que afecta a las dos mujeres protagonistas. Esa es la mayor virtud del argumento.

Bernabé Rico proporciona un ritmo resultón a El inconveniente. Le ayuda la interpretación de Kiti Manver y el haber sacado la cámara fuera de las cuatro paredes que marcan el piso en el que Sara y Lola discuten, se aprecian, se quieren y hasta se hacen reproches. Las diferentes secuencias nos llevan al trabajo de la más joven y hasta la elección in situ de un ataúd por parte de la vendedora. Hay tiempo para el divertimento y otros, los menos, en los que puede asomar la lágrima. En todo caso, el conjunto es agradable y está a un paso de resultar muy brillante.