Branka Katic, Chris Rock, Elle Fanning, Festival de Barlin, Grecia, Javier Bardem, Laura Linney, México, Nueva Yrok, Sally Potter, Salma Hayek
Los caminos que no escogemos (The Roads not Taken) (*1/2)

La jornada de una mente inestable
La acción transcurre durante una jornada concreta en Nueva York en el que una joven se ocupa de llevar a su padre, cuya mente se encuentra a todas luces inestable, a dos especialistas médicos. Durante ese día se repasan momentos claves de su existencia. Estreno directo en Amazon.
Es habitual que la londinense Sally Potter filme historias que le lleven lejos del Reino Unido. También es frecuente que, como sucedía en La lección de tango, se incline por el mundo hispanoparlante. Su primer trabajo en Estados Unidos, que fue presentado en el Festival de Berlín y que cuenta con la presencia de Javier Bardem y Salma Hayek, sigue fielmente ese postulado.
Una mujer joven, Molly -Elle Fanning- telefonea desesperadamente a su padre, Leo. No responde a sus requerimientos, ni tampoco a los de Xenia – Kranka Katic-, la mujer que le atiende. Finalmente, comprueban que está vivo, aunque muy deteriorado en su pequeño apartamento próximo al paso del ferrocarril.
Mientras Molly está en contacto permanente con su jefe, solicitando más tiempo para acudir al trabajo, dispone a Leo para visitar al dentista y al optometrista. Durante los preparativos y el desplazamiento en taxi hasta la consulta del primero de los galenos, se recuperan pasajes anteriores en la vida del hombre, un escritor con dudas para terminar sus novelas.
Salió de México tiempo atrás, y ahora es ciudadano estadounidense. Allí tuvo como compañera Dolores -Salma Hayek-, de quien parece tomar caminos diferentes. En Grecia pegunta a dos turistas cuál debería de ser la solución idónea para su texto. Parce haber conexión entre él y una de ellas, por lo que decide seguir en un bote a la embarcación de recreo en la que se hacen a la mar. Otro recuerdo recurrente es su perro Néstor, que implica una situación poco agradable en un centro comercial.
La cabeza de Leo no funciona bien. Sus recuerdos se entremezclan en su mente y hace poco caso de las indicaciones. Por eso se orina encima cuando visita al dentista, o se golpea la cabeza al salir de un taxi por la puerta que no debía. Su hija se desvive por atenderle, y eso que representa una pesada carga.
La película puede ser interesante desde el punto de vista formal. La puesta en escena de Sally Potter es concreta y descarnada, muy superior a un decepcionante montaje. También lo es el argumento, pero la insistencia en flashbacks, que implican saltos temporales, no permite que se entienda de un modo lineal. Tanto es así que se necesita una explicación concreta, que se ofrece en la recta final de la proyección. Si nos hemos perdido algún detalle, que generalmente así será, recuperaremos en ese momento la consciencia de lo que se nos quiere contar.
Los médicos no ven a Leo como una persona real, al contrario que su hija, de la que ha estado ausente mucho tiempo, que se afana por conectarlo a la realidad. Por la cabeza de un escritor desfilan personajes ficticios y otros que están basados en sus propias vivencias. El protagonista de esta historia no tenía por qué ser diferente. La cuestión es si realmente está allí. La presencia de Rita -Laura Linney-, la madre de Molly ni siquiera arroja la luz esperada.
Todo tiene su explicación. Desde Dolores, el primer amor del personaje central, hasta su conclusión, por mucho que Potter quiera desconcertarnos con un doble final simultáneo. Un galimatías que termina por convertir el proyecto en un conjunto fallido del que salen airosos sus dos actores principales. Bardem afronta prácticamente tres roles en otros tantos escenarios. Sale airoso casi siempre, aunque la construcción del film no le hace justicia. Elle Fanning dota a Molly de mucha profundidad y es la que sale más beneficiada de esta propuesta.
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