Para toda la vida (All my life) (*1/2)

Para toda la vida – Ahora o nunca
Jenn y Sol están enamorados, tienen toda la vida por delante y piensan casarse en unos meses. Pero a él le diagnostican un cáncer terminal y en una carrera contrarreloj, los amigos y la familia organizan una colecta en internet para recaudar fondos y conseguir que tengan la boda soñada en solo dos semanas.
De vez en cuando se asoman a nuestras carteleras producciones sensibleras centradas en parejas de enamorados cuya relación se ve afectada por una enfermedad terminal. Love Story es el ejemplo más característico, y al carro de su éxito se han subido muchos más desde entonces. Normalmente, son historias almibaradas al principio que se van trocando en tragedia de forma paulatina y que suelen tener como común denominador unos escenarios atractivos, amén de sus protagonistas.
Esta propuesta de Marc Meyers, con guion de Todd Rosenberg, no le anda a la zaga en casi todo el planteamiento a esas constantes. Su mayor diferencia es que todo sigue siendo bueno y bonito a pesar del viento en contra. Ni siquiera un cáncer de hígado provoca el deterioro físico del protagonista masculino, que sigue siendo el joven apuesto, mientras que para ella la mayor preocupación parece ser una mancha en un inmaculado vestido de novia. No quita para que, puntualmente, encontremos algunas escenas brillantes, como cuando ambos se cepillan los dientes.
Jennifer Carter -Jessica Rothe- y Solomon Chau -Harry Shum Jr.- se conocen en un bar. La actriz viene de protagonizar las dos entregas de Feliz día de tu muerte, mientras que a Shum solo lo habíamos visto como protagonista de White Frog. Entonces, tenía que lidiar con el síndrome de Asperger y ahora con un cáncer de hígado terminal. Pero antes de que se descubriera su enfermedad, se enamora de Jenn. Es un chef aficionado con un empleo que detesta.
Cuando comprueban que la atracción es mutua, la chica le pide que cocine para ella. Ahora o nunca, insiste. Esas tres palabras se convertirán en el leimotiv de la propuesta. El ayer es un recuerdo y el futuro una visión. Hay que vivir el momento. Ella recuerda que una persona vive como promedio 27.375 días, pero solo se recuerdan aquellos en los que ha sucedido algo especial. Así que planifican su boda para unos meses más adelante y deciden que montarán un negocio para que Sol pueda demostrar sus cualidades en la cocina.
Sus planes se ven cercenados de raíz a causa de la enfermedad. No hay tiempo para la boda y él no desea que su pareja se convierta en una viuda vestida de blanco. Sin embargo, se asoma una luz cuando, en una carrera contra reloj, sus amigos y familiares deciden organizar una colecta en internet para recaudar fondos y conseguir que tengan la boda soñada. El plazo, solamente dos semanas.
Los hechos están basados en una historia real que conmovió a mucha gente, lo que desató una ola de generosidad. Mientras reinaba el optimismo entre sus allegados, representados principalmente por Kyle Campbell -Kyle Allen- y Amanda Fletcher -Chrissie Fit-, los mejores amigos de ambos, el lazo que unía a de los protagonistas se hacía más fuerte. El poder del amor elevado a un grado máximo.
Hacen falta pañuelos para enjugar las lágrimas debido al contraste entre la felicidad momentánea y los nubarrones que se adivinan. En favor de Marc Meyers hay que señalar que no carga demasiado las tintas. Intenta no ser tan melodramático como advierte la historia. Huye de plantear excesivos conflictos y únicamente la falta de ritmo le impide crecer. La pareja protagonista y los escenarios tienden claramente al optimismo, aun a pesar de que la ausencia de entusiasmo no le permita levantar el vuelo. Los jóvenes enamorados podrán seguirla con pasión. Va por ellos.