23 paseos (23 Walks) (***)

Perra conoce a perro
Dos desconocidos de cierta edad, que han sufrido por circunstancias de la vida, se conocen mientras sacan a sus perros. Durante un total de veintitrés paseos florece un romance entre ellos. Pero ninguno ha sido del todo honesto con el otro y su futuro puede verse comprometido por los secretos guardados.
Hay películas que con un planeamiento sencillo y sin ser, en apariencia, nada del otro mundo, terminan siendo mucho más resultonas de lo esperado. Es el caso de 23 paseos, que demuestra la sensibilidad del británico Paul Morrison a la hora de contar una historia. Se podrá argumentar que su guion es pobre o que entre sus diálogos no existen sentencias determinantes. Es una manera de mirar esta producción desde un punto de vista superficial.
Dave -Dave John- es un jubilado que saca a pasar a Tillie, una bien educada perra de raza pastor alemán. Un día se encuentra con Fern -Alison Steadman- una mujer madura que ha salido con Henry, un yorkshire terrier. Le reprocha que lleve suelta a su mascota y ambos chocan de manera evidente. Sin embargo, a lo largo del número de caminatas que figuran en el título se producirá un acercamiento entre ambos adultos que terminará en enamoramiento.
A simple vista, pudiera parecer un romance entre dos personas de la tercera edad, con todo lo que ello conlleva y la ternura que suele acompañar este tipo de historias. Hay más recovecos y no se antoja tan simple como pudiéramos esperar. Cada uno de ellos tiene sus secretos y al descubrirse ponen en serio riesgo su relación. También hay que contar con la postura de los hijos, que no suelen ver con buenos ojos este paso delante de sus padres ya mayores.
Los propietarios de una mascota disfrutarán más que nadie con este largometraje, e incluso tendrán ocasión de sacar sus pañuelos para enjugar las lágrimas. También hay lugar para que comprobemos la realidad multirracial de Londres y los problemas relacionados con la vivienda. Morrison deja que la historia vaya fluyendo. En ocasiones parece que no ocurre nada, pero está preparando el terreno para una nueva sorpresa, ya sea relacionada con la historia de amor de sus protagonistas o con sus problemas personales. Luce una parte nada trillada de la capital británica gracias a ubicarse en la zona de Hampstead Heath.
Es verdad que los diálogos no destacan, pero no hay una sola frase que no acompañe a lo que sucede en la pantalla de una forma digna. Aunque nunca sean brillantes. Tanto las dos mascotas como los dos intérpretes principales están por encima de sus personajes y del propio guion. Los canes son un encanto, principalmente Tillie y el protagonista de Yo, Daniel Blake, brilla con su respeto al rol que le corresponde. Escaso de muecas, está demasiado contenido.
Quizá por eso no existe la química que debiera con su pareja. Dave John está muy bien, pero Alison Steadman emerge como sencillamente genial. Si yo pudiera votar en los Oscar, este año la elegiría a ella con los ojos cerrados. Con una amplia carrera televisiva, no había tenido un papel protagonista en el celuloide desde La vida es dulce -1990-, a las órdenes de Mike Leigh. Su presencia, por sí sola, sirve para elevar el tono de 23 paseos.
Dota a cada pasaje del tempo justo, tanto en la comedia como en los aspectos más dramáticos. Para el recuerdo queda su interpretación de Bésame mucho en español. No en vano fue bailarina y cantante, no stripper, como se encarga de remarcar. Por su parte, Dave fue enfermero en un centro psiquiátrico y su pensión le llega a duras penas para los gastos que debe afrontar.
La dulzura de la actriz contrasta con un personaje dañado, al igual que el de su nuevo amigo. Ambos han sido heridos por los sucesos acaecidos en sus últimos años de vida, cuando se han encontrado con los reveses propios del tiempo. Hacen frente a ellos intentado colocarse un escudo protector que, en el momento en que bajan la guardia, deja ver la humanidad que llevan dentro. Hay que aceptarlos y comprenderlos, especialmente cuando tienen mucho que ofrecernos, por mucho que tengamos dudas y recelemos de su comportamiento