El profesor de persa (Persischstunden – Persian Lessons) (***)

El prisionero que inventó un idioma
Francia, 1942. Arrestado por soldados de las SS junto con otros judíos y enviado a un campo de concentración en Alemania, Gilles consigue evitar la ejecución al jurar a los guardias que es persa. Consigue mantenerse con vida, pero tendrá que enseñar un idioma que no conoce a uno de los oficiales nazis.
Basada en una historia real, y recogida en una novela de Wolfgang Kohlhasse, ha sido llevada al cine por Vadim Perelman. Un cineasta canadiense-estadounidense nacido en Ucrania que se alzó con el Gran Premio del Jurado en el Festival de Sevilla y el correspondiente al mejor montaje en la SEMINCI vallisoletana. La acción se sitúa en 1942 cuando un judío francés es deportado a un campo de concentración alemán. Es candidata al Oscar por Bielorrusia.
Gilles, interpretado por el actor argentino Nahuel Pérez Biscayart. Fue arrestado junto a otros compatriotas y se salvó de morir ejecutado al proclamar que era persa y no judío. Un oficial del campo, Klaus Koch -Lars Eidinger- pretende abrir un restaurante alemán en Teherán cuando concluya la guerra y la presencia del prisionero ofrece una oportunidad inmejorable para tomar lecciones de farsi.
Pese a las reticencias de uno de sus captores, Max Beyer -Jonas Nay- el prisionero consigue salir airoso de varios trances tras afirmar que su verdadero nombre es Reza Joon. En ese momento, la única palabra de farsi que conocía era padre, que aprendió en el camión que le trasladaba al campo. Cada día, al terminar su trabajo en cocina, debía enseñar a Klaus un número determinado de vocablos que ambos iban memorizando después de que el judío las hubiese inventado.
El problema no era tanto crear un idioma como recordar el vocabulario en ese campo de tránsito en el que se encontraba. Para ello, utilizando una regla nemotécnica, identificó las palabras solicitadas por el capitán con el nombre de los internos a los que servía comida o que apuntaba en el cuaderno donde se llevaba la contabilidad de los prisioneros. Aun así, la supervivencia siempre estaba comprometida. Ya fuera por las dudas de Max o por las sospechas que levantaba su relación con el oficial.
La historia de Gilles/Reza es muy compacta, con secuencias que, a pesar del drama que le persigue, muestra momentos distendidos. La puesta en escena, aunque acartonada, muestra más puntos positivos que negativos. Se pierde en algunos momentos en que la labor de Vadim Perelman debería de ser menos plana y no tan académica.
Las vivencias del protagonista mantienen la atención. A pesar del hieratismo que conlleva su personaje, Nahuel Pérez Biscayart cumple con creces. Habla en francés, alemán y en la jerga inventada con tanta dimensión que hasta el propio Klaus se permite el lujo de escribir un poema en ella. Tanta era su pasión por aprender farsi. Su hermano se marchó a Teherán con la ascensión del III Reich y pretendía reunirse con él al término del conflicto bélico.
Alrededor del protagonista se amontonan los cadáveres y tienen lugar los desmanes de los nazis para con los prisioneros judíos. Hay pasajes que parecen inspirados en La vida es bella y otros en El pianista. Principalmente, por la distribución de los barracones y el guiño que el protagonista lleva a cabo comiéndose una patata. También hay ciertas reminiscencias de El hijo de Saúl, en tanto que la cámara se centra sobre todo en el personaje principal, mientras a su alrededor suceden todo tipo de tragedias. La presencia de los kapos también se retrata de manera importante en este trabajo.
El academicismo de esta producción es incuestionable. Probablemente, le falte riesgo y le sobren formalismo y metraje. Poco más de dos horas parece exagerado después de la voz en off del inicio. Se salva con la llegada de un grupo de prisioneros, entre los que figuran un persa de verdad y dos hermanos italianos. Pero, sobre todo, la secuencia final. Por lo conmovedora, podríamos establecer un paralelismo con la de El club de los poetas muertos, aunque la comparativa deje muy por debajo a este largometraje coproducido por Rusia, Bielorrusia y Alemania.