Desaparición en Niágara Falls (Disappearance at clifton hill ) (**)

Nada es lo que parece

Una joven regresa a su hogar natal, al lado de las cataratas del Niágara, y se ve envuelta en los recuerdos del secuestro que dice haber presenciado cuando era una niña. De esta forma comienza una investigación ortodoxa que le permite conocer a personajes muy variopintos, algunos de ellos bastante estrafalarios.

La proyección en España, por parte de Movistar + ha impulsado a que se modifique su título. Clifton Hills ha dado paso a Niagara Falls. No hay diferencia en el lugar, puesto que aquel es uno de los principales paseos turísticos del entorno de las famosas cataratas que separan Estados unidos de Canadá. Si gracias a esta cuestión parece lo que no es, el concepto se repite a lo largo de esta propuesta de Albert Shin. Sus padres, como sucede con la progenitora de su protagonista, también tenían un pequeño motel en la zona.

El de Abby -Tuppence Middleton- se llama The Rainbow y es la herencia recibida de su madre, recientemente fallecida, que deberá compartir junto con su hermana pequeña Laure -Hannah Gross-. Esta quiere vender un establecimiento camino de la ruina y, en principio, el mejor postor es Charles Lake III -Eric Johnson-. Su familia ha dominado la zona durante, al menos, dos generaciones, y él mismo se autocalifica como el dueño del pueblo. Es una de las razones que le hacen dudar a Abby en relación a esa posible venta.

El regreso a la localidad en la que pasó su infancia permite que afloren los recuerdos. Algunos de ellos, casi olvidados, pero otros convertidos en obsesión desde su niñez. En un determinado paraje recordó que, cuando contaba con siete años, vio a un hombre con un ojo tapado entre los árboles. Poco después era alcanzado por otra persona que le golpeó y lo transportó hasta el maletero de su auto. Todo apuntaba a un secuestro y la visión le mantuvo encerrada en sí misma durante algún tiempo.

Es obvio que podría encontrar mucho entretenimiento por los alrededores, pero Abby se ocupa de reverdecer el caso. Averigua el nombre de la supuesta víctima y comienza a investigar por su cuenta. Así visita la biblioteca local, se topa con un video VHS que puede resultar esclarecedor y conoce a una serie de personajes extravagantes o, digamos, poco comunes. Entre ellos a Singh -Andy McQueen-, al que conoce en un bar y termina descubriendo que es un oficial de policía.

Ese encuentro en una noche solitaria de cervezas para ambos es tan surrealista como el dúo de magos de la cinta, The Magnificent Moulins, anclados en el tiempo durante los años 80. Una ilusión en un film en el que nada es lo que parece. Uno de los componentes de la pareja del video dice la verdad y el otro no. Incluso la propia Abby ofrece distintas versiones de los motivos de su estancia allí. En el camino todo se complica con secuestros, intentos de suicidio, un tigre y hasta una conspiración.

Ese aspecto lo representa Walter, interpretado por el cineasta David Cronenberg. El tipo recoge objetos lanzados a caídos a las cataratas en una zona del rio en la que suelen aparecer posteriormente. Enfundado en su traje de buceo, y ya entrado en años, cual quiera diría que tiene un podcast en el que abona una teoría conspirativa. En ella, también se refiere a los hechos que investiga el personaje central, quien muestra los ánimos de un detective novato o de un periodista ante su primer reportaje serio.

Una amalgama sorprendente, con una fotografía y un montaje destacado. Aunque hay momentos álgidos, y que deben ser muy bien valorados, las atractivas partes no consiguen completar un todo coherente. El proyecto se le escapa de las manos a Shin, que ni siquiera recurre a exaltar con mimo las bellezas de un lugar que parece no interesarle lo más mínimo en comparación con cualquier turista. Solo el casino, en el que trabaja Laura, ejerce de referente y parece apreciarse su torre y su silueta desde cualquier punto de Cliffton Hills.