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Dune (***1/2)

18 septiembre 2021
Dos

El valor de la especia

Arrakis, el planeta desértico, feudo de la familia Harkonnen desde hace generaciones, queda en manos de la Casa de los Atreides, que se encarga de explotar las reservas de especia. El duque Leto, la dama Jessica y su hijo Paul Atreides llegan a Dune con la esperanza de recuperar el renombre de su casa.

Un futuro muy lejano, un director muy personal y una novela mítica en su día, cuando Frank Herbert la publicó en 1965. Luego, su popularidad fue decayendo hasta conservarse en alto gracias a la versión fílmica rodada por David Lynch en 1984. No se trata aquí de comparar esa propuesta con la que nos trae Denis Villeneuve. Ambas son compatibles y diferentes a la vez.

La adaptación del texto literario no es fácil. Lo sabe bien Lynch, que firmó una película notable, pero que no figura ni mucho menos entre los mejores cinco títulos de su filmografía. Villeneuve ha optado por una mayor fidelidad a la novela. En ese sentido, y aunque en dos horas y media solamente haya desarrollado dos terceras partes de la propuesta de Herbert, conserva claramente las alegorías intrínsecas en ella.

El planeta Arrakis es absolutamente desértico. Sin embargo, cuenta en el subsuelo con la preciada especia. Trasplantemos esos dos detalles a Oriente y Medio y tendremos unos países árabes que han encontrado la riqueza en el petróleo. En el mundo futurista los foráneos no están bien vistos o se ven con recelo. Allí, los Harkonen lo han dominado desde hace generaciones. Es el turno para la Casa de los Atreides, a la que se ha concedido la explotación de la materia prima más valiosa de la galaxia.

Cuidado, porque también es una droga capaz de amplificar la conciencia y extender la vida. Por eso, no es de extrañar que una trama de traiciones confluya alrededor de ese tesoro. Máxime cuando llegan el Duque Leto -Oscar Isaac-, la Dama Jessica -Rebecca Ferguson- y su hijo Paul Atreides -Timothée Chalamet-. Los enemigos están por doquier, lo que desemboca en una absoluta desconfianza con respecto a los más allegados. A cambio, valoran a los autóctonos de Dune, los llamados Fremen, quienes tienen una relación muy especial con la especia.

La presencia de estos Atreides supone el epicentro de una historia farragosa. Resulta difícil seguirla ya en la novela, aunque si estás atento a la pantalla se puede completar el puzle con relativa facilidad. Apenas importa. Lo que más nos atrae es la ampulosidad del film. Reúne tantos atractivos técnicos que sería demasiado prolijo citarlos. Desde la imaginería visual de Villeneuve hasta la fotografía, pasando por el sonido y la música. Los pasajes de acción, y son muchos, elevan su atractivo a cada paso por esa conjunción de elementos.

La interpretación tampoco sobresale si tenemos en cuenta que el original no es significativo en los diálogos. Con Javier Bardem como Stilgar, nos quedamos con Liet Kynes, interpretado por Sharon Duncan-Brewster. Una de las escasas licencias, ya que el personaje modifica su género en esta ocasión. Otro aspecto fundamental tiene que ver con los homenajes que el director lleva a cabo. Desde George Lucas a Ridley Scott, pasando por Christopher Nolan y títulos de la talla de Apocalypse Now, 2001: Una odisea del espacio o Lawrence Arabia.

Hasta Hans Zimmer parece revisar las notas de Maurice Jarre. No es nada que se deba denostar. Villeneuve fagocita la herencia de todos ellos y la vierte a su manera en el celuloide. Con todo, nos muestra un espectáculo grandioso que se debe de degustar en una pantalla cuanto más grande mejor. Estaría bien sustituir las fachadas de los ayuntamientos de cada localidad por un enorme telón para visionarla a gusto. Sin embargo, hay que ser muy fan del artista canadiense para conservar en la memoria alguna de sus secuencias.

Sería de locos restarle méritos a esta adaptación. Es tremendamente eficaz y valiosa, aunque no consiga la trascendencia que gozó en su día la de Lynch, con aquellos gusanos enormes desplazándose por la arena. Hay mucho cine en este título. Demasiado eminente para ser un blockbuster, aunque muy pretencioso y con ciertos desequilibrios que le alejan de lo que pudiera considerarse una obra de arte.

From → Cine

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